Justicia, entrega y caridad
Esta carta quiere ser una reflexi¨®n sobre la columna de Manuel Vicent del pasado domingo sobre Teresa de Calcuta. Como agn¨®stica y profesional del Trabajo Social puedo decir que resulta algo temerario aseverar que la labor de esta mujer pudo deberse a un intento permanente de ocupar un lugar privilegiado en el Cielo, as¨ª como en la Tierra.Es cierto que muchas mujeres cooperantes dan su tiempo y parte de su vida para ayudar a quienes viven en el l¨ªmite de la degradaci¨®n humana, sin m¨¢s motivaci¨®n que la solidaridad y llevadas "por una pureza misteriosa" (sic). Pero otras muchas, millones en el mundo, hacen de su vida diaria un ejercicio de generosidad, lucha, entrega y sufrimiento porque as¨ª han decidido las circunstancias que lo fuera (mujeres que trabajan para sacar una desestructurada familia adelante, con serios problemas de integraci¨®n y escasas esperanzas de mejorar su calidad de vida, en un Estado llamado de bienestar).
Pero la diferencia es que a ellas, lamentablemente, les ha tocado desempe?ar el papel de hero¨ªnas en esta vida; Teresa de Calcuta decidi¨® vivir as¨ª porque sab¨ªa que hablar de amor y solidaridad en la India es compartir la agon¨ªa con los desheredados, convivir junto con los leprosos, y dar algo de calor humano (una caricia, una sonrisa, un abrazo ... ) a quienes jam¨¢s conocieron la cercan¨ªa de otro ser humano. Eso nunca puede ser caridad ni vanidad. Como alguien que trabaja en el dolor y la miseria, nada de nuestros duros problemas sociales es comparable al trabajo de darse a s¨ª mismo hasta el ¨²ltimo momento de su vida.
Caridad es lo que hac¨ªa Diana de Gales. Ella no lo dej¨® todo para acudir a convivir con las causas que tanto defend¨ªa. Y en la cruda casualidad del tiempo hemos equivocado una con otra. D¨¦le a Teresa el sitio que le corresponde.-
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