La televisi¨®n y las personas sordas
Hoy por hoy, no constituye ninguna novedad que la televisi¨®n, como medio de comunicaci¨®n, puede serlo tambi¨¦n de y para las personas sordas. Que no sea todav¨ªa as¨ª no es achacable a dificultades t¨¦cnicas, ya que se puede hacer f¨¢cilmente comprensible a quienes tienen dificultades auditivas lo que dicen los personajes de ficci¨®n o los presentadores de los informativos.Una soluci¨®n parcial pero efectiva es, por ejemplo, el teletexto. Se trata de una forma de aprovechar la capacidad sobrante de transmisi¨®n de informaci¨®n de las ondas, haciendo que puedan emitirse palabras escritas, de manera optativa, simult¨¢neamente a la transmisi¨®n de cualquier programa, sin que se aperciban los oyentes o, mejor dicho, los televidentes que no tengan necesidad del dispositivo. De hecho, el teletexto fue desarrollado por la BBC, la televisi¨®n p¨²blica brit¨¢nica, para que las personas sordas pudieran comprender lo que indicaban las im¨¢genes y el sonido, por medio de la lectura de los textos que transcrib¨ªan lo que se dec¨ªa en la pantalla. Su desarrollo en Europa ha sido variable, aunque ciertamente intenso, comparado con las cifras de nuestro pa¨ªs: Dinamarca llega a 148 horas mensuales de programaci¨®n subtitulada, y el Reino Unido disfruta de 140, mientras que en Italia son 90, 88 en Australia, 56 en Holanda, 45 en Alemania, 36 en B¨¦lgica y 28 en Francia.
En Espa?a, tanto las televisiones p¨²blicas -auton¨®micas o del Estado- como las privadas tienen teletexto y lo -utilizan para proporcionar informaciones m¨²ltiples: situaci¨®n de las carreteras, datos meteorol¨®gicos... . Pero no todas las cadenas utilizan el teletexto para subtitular el contenido de la mayor¨ªa o gran parte de su programaci¨®n, y si lo hacen es 's¨®lo en escasos programas. Es de justicia decir que TV3, emisora dependiente de la Generalitat catalana, y TVE son las que emiten de forma peri¨®dica y constante algunos largometrajes, series televisivas y, la primera de ellas, informativos. Euskal Telebista y Canal Sur hacen sus pinitos, siendo esta ¨²ltima la emisora pionera en la realizaci¨®n de un programa espec¨ªfico para personas sordas. Y poco m¨¢s. Las privadas y el resto de auton¨®micas todav¨ªa no se han estrenado, aunque la televisi¨®n dependiente de la Xunta de Galicia y Tele 5 contemplan la posibilidad de subtitular algunas horas de su programaci¨®n.
Este panorama provoca una sensaci¨®n agridulce. Ha habido en los ¨²ltimos a?os un peque?o avance en horas y emisoras, cuya explicaci¨®n podr¨ªa estar en el aumento en nuestro pa¨ªs de la sensibilidad ante las demandas de la comunidad sorda. Pero todav¨ªa es insuficiente. Su escasa cuant¨ªa horaria viene tambi¨¦n dada por la falta de inversiones y personal dedicados a las tareas de subtitulaci¨®n del teletexto y la nula planificaci¨®n para lograr ese objetivo.
Hay que reconocer que la subtitulaci¨®n a posteriori de la producci¨®n televisiva cuesta dinero en equipos t¨¦cnicos espec¨ªficos, y personal especializado en secuencializar el texto en las im¨¢genes. Se da la circunstancia de que la producci¨®n televisiva y la programaci¨®n se elaboran sin que existan, generalmente, acuerdos con otras cadenas competidoras.
Pero aun con toda la precariedad de medios, es lamentable que un colectivo tan numeroso -se calcula en un 7% la poblaci¨®n espa?ola afectada de alg¨²n grado de sordera- no consiga que las millonarias inversiones de nuestras cadenas se diversifiquen para dedicar unos cientos de millones a multiplicar las horas subtituladas.
Deber¨ªa exigirse a los promotores de cualquier producto cinematogr¨¢fico que, en el momento del montaje de sus pel¨ªculas, se incorporase al soporte de la cinta el texto secuencializado, para que durante su pase por televisi¨®n pudiera reproducirse el texto, como ocurre obligatoriamente en Estados Unidos. Asimismo, deber¨ªa, establecerse un censo de pel¨ªculas con teletexto incorporado por parte de cada emisora para que puedan ser emitidas por otra cadena. Pues no est¨¢n plenamente desarrollados los programas inform¨¢ticos o de m¨®dem necesarios que reconozcan la voz y la transcriban o que repitan la se?al del texto que leen los presentadores de los informativos.
Todo ello y algunas cosas m¨¢s pueden incrementar con escaso coste, siempre m¨ªnimo en t¨¦rminos de televisi¨®n, o de producci¨®n cinematogr¨¢fica, las horas de subtitulaci¨®n para la comunidad sorda y, de esta forma, mejorar. en esta parcela su vida cotidiana. No se trata, como se ve, de sacarles los colores a las televisiones, sino de que hagan visibles esos otros gritos del silencio.
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