Jalabert resucita en ?vila
Un gran ataque del ONCE frustra una nueva escapada de Jim¨¦nez y Richard
Laurent Jalabert sentenci¨® la Vuelta que gan¨® en 1995 al imponerse en la octava etapa con final en ?vila. El a?o pasado, en cambio, lleg¨® delante del coche escoba, enfermo. Ayer resucit¨® tras dedicarse casi toda la Vuelta a trabajar para Z¨¹lle y se tom¨® una cumplida revancha, aunque tuvo que escuchar en la meta unos injustos silbidos del p¨²blico por quitarle el triunfo al corredor de la tierra, Jos¨¦ Mar¨ªa Jim¨¦nez. Esta vez no fue consecuencia directa del enfrentamiento end¨¦mico ONCE-Banesto, pero casi como si lo fuera. Manolo Saiz, el director del ONCE, muy molesto con toda raz¨®n, volvi¨® a recordar que de tanto sembrar guerras se recogen tremendas antideportividades.El Chaba Jim¨¦nez dio un nuevo espect¨¢culo, pero no pudo mantener como el d¨ªa anterior una escapada exactamente igual con el suizo y campe¨®n ol¨ªmpico, Pascal Richard. En ambos casos fueron cazados en el ¨²ltimo kil¨®metro Pero lo que no pudieron el jueves Clavero y Heras, al contraatacarles espl¨¦ndidamente Jim¨¦nez, s¨ª lo consigui¨® ayer Jalabert, que lleg¨® tarde en Los ?ngeles de San Rafael.
El triunfo del corredor del ONCE fue todo un ejemplo del trabajo de equipo. Jim¨¦nez y Chente Garc¨ªa Acosta, los dos hombres del Banesto, junto a Richard (Casino) y Colag¨¦ (Refin) saltaron en el kil¨®metro 125, al comienzo del puerto de Mijares, de primera categor¨ªa, y poco despu¨¦s se quedaron ya solos Richard y Jim¨¦nez. Sus ventajas oscilaron sobre los dos rninutos y siempre con las reticencias del suizo, muy justo de fuerzas, a colaborar en la escapada. Incluso tras coronar el ¨²ltimo puerto de Navalmoral, de segunda, el par¨®n de ambos fue crucial. Saiz le pregunt¨® entonces a Jalabert si estaba con fuerzas y al contestarle que s¨ª puso a todo el equipo a trabajar para neutralizar la escapada. No era f¨¢cil, pero tambi¨¦n colaboraron el Cofidis y el Festina. Aunque Jim¨¦nez atac¨® en el ¨²ltimo empedrado ya ten¨ªa encima como una locomotora incluso a Z¨¹lle tirando de Jalabert. Y el franc¨¦s impuso su tradicional fuerza en las llegadas en cuesta a Ivanov y Dufaux.
La suerte del triunfo absoluto de Z¨¹lle, si es que no estaba ya suficientemente echada, se acab¨® de echar ayer y lo estar¨¢ a¨²n m¨¢s hoy con la contrarreloj. La misi¨®n imposible del ataque de Escart¨ªn o Dufaux (el suizo rebaj¨® al aragon¨¦s seis segundos m¨¢s en la general) se cumpli¨®. El precedente hist¨®rico era irrepetible. Faltaba la calidad del protagonista. Fue en la edici¨®n de 1983. Cinco a?os antes, en la de 1978, Bernard Hinault hab¨ªa ganado la primera de sus diez grandes rondas. Cinco Tours, tres Giros y dos Vueltas a Espa?a iban a completar el florido palmar¨¦s del gran campe¨®n franc¨¦s entre otras muchas carreras menores. Mientras su primer triunfo en la ronda espa?ola se fragu¨® casi a mitad de la Vuelta y fue mucho m¨¢s c¨®modo, el segundo marc¨® uno de los grandes hitos de la prueba. Faltaban s¨®lo tres etapas y Juli¨¢n Gorospe, entonces en el Reynolds, se hab¨ªa colocado l¨ªder dos d¨ªas antes, pese a haber sido superado por Hinault en la contrarreloj de Valladolid. Pero el Caim¨¢n dio un recital camino de ?vila y se merend¨® la Vuelta por delante del ganador el a?o anterior, Marino Lejarreta, en esa ¨¦poca en el Alfa Lum italiano. La demostraci¨®n de Hinault qued¨® como la m¨¢s gloriosa e hist¨®rica exhibici¨®n en este tipo de etapas por la sierra de ?vila. Pero Hinault no era Escart¨ªn ni Dufaux, evidentemente. Era una estrella enorme y ahora la Vuelta se tiene que conformar con lo que puede o lo que tiene, no con lo que quiere.
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