Oligopolio universitario
Si algo ha caracterizado a la Universidad espa?ola ha sido su rapid¨ªsimo crecimiento, el mayor y m¨¢s fuerte de cualquier pa¨ªs de la OCDE, seg¨²n reconoc¨ªa ¨¦sta a finales de la pasada d¨¦cada. En poco m¨¢s de diez a?os el n¨²mero de alumnos se dobl¨®, alcanzando los 700.000 en 1983, al tiempo de publicarse la Ley de Reforma Universitaria. Pero el ritmo continu¨® acelerado y hoy son m¨¢s de 1.500.000. Ego significa algo pocas veces inmediato: cada a?o la Universidad espa?ola crec¨ªa en unos 50.000 estudiantes m¨¢s, el equivalente a dos universidades grandes a pleno rendimiento. Un crecimiento endiablado, cuya gesti¨®n absorbi¨® la mayor parte de las energ¨ªas de los administradores universitarios (desde ministros a decanos) y la pr¨¢ctica totalidad de los escasos recursos disponibles. Que a pesar de ese infernal crecimiento la Universidad espa?ola sea hoy mejor que hace 15 a?os, y lo sea en casi cualquier dimensi¨®n, atestigua el enorme esfuerzo realizado por todos (una vez m¨¢s, desde ministros a decanos).Pues bien, el a?o pasado, y por vez primera, se cumpli¨® un vaticinio repetidas veces frustrado: el decrecimiento de la demanda de acceso. La r¨¢pida ca¨ªda de la natalidad espa?ola de los a?os setenta alcanza as¨ª a la ense?anza superior. Y aunque la tasa de escolarizaci¨®n para el grupo de edad 18-25 continuar¨¢ creciendo, mucho tendr¨ªa que hacerlo para superar el brusco descenso de la natalidad. De modo que, por fin, la Universidad entra en crecimiento cero o en todo caso en tasas bajas de crecimiento.
Ello es una magn¨ªfica oportunidad, pues permite, por fin, atender la calidad m¨¢s que la cantidad. Y problemas no faltan. El Consejo de Un¨ªversidades ha elaborado un extenso plan de medidas que contempla reformas en el acceso, en los planes de estudio y el tercer ciclo, en el r¨¦gimen del profesorado, o incluso su propia autorreforma, medidas que, en lo que se me alcanza, son m¨¢s que razonables y que el ministerio mantiene incomprensiblemente congeladas. Quiz¨¢ las m¨¢s importantes a largo plazo afectan al doctorado y la formaci¨®n de profesores e investigadores, sin duda la principal asignatura pendiente de la Universidad espa?ola en el orden a la mejora de su calidad. Pero hoy, y ante la apertura del nuevo curso, desear¨ªa mencionar una, a mi entender, important¨ªsima y muy olvidada: el distrito ¨²nico.
El art¨ªculo 25 de la LRU se?ala que "el estudio en la universidad de su elecci¨®n es un derecho de todos los espa?oles". Para a?adir despu¨¦s "en los t¨¦rminos establecidos en el ordenamiento jur¨ªdico". Muchos entendemos que esa coletilla alude a las condiciones de acceso. Otros -y ha sido la interpretaci¨®n dominante- que alude tambi¨¦n a la universidad a la que se tiene derecho a acceder. Y as¨ª, y aunque el dise?o del sistema universitario que subyace en la LRU requiere universidades que compiten entre s¨ª (por los mejores estudiantes, los mejores profesores o los recursos), el distrito ¨²nico ha sido sustituido por un mercado cautivo y cada estudiante se ve obligado a cursar ense?anzas en su distrito. Como mucho, puede acceder a las universidades de su comunidad, pero tiene bloqueado (salvo en un pequeno porcentaje) el acceso a otras distintas. En lugar de un mercado abierto tenemos un oligopolio de oferta, de modo que una de las consecuencias sin duda no deseadas ha sido la progresiva regionalizaci¨®n del sistema de ense?anza superior.
?De qu¨¦ sirve evaluar, las universidades si al final cada estudiante se ve obligado a acceder a la universidad de su distrito? La encuesta a universitarios que public¨® este peri¨®dico hace meses mostraba que los estudiantes lo tienen muy claro: las mejores universidades son las de Madrid.... pero no pueden accedera ellas. La LRU es, a mi entender, igualmente clara: todo estudiante tiene derecho a acceder a la universidad de su elecci¨®n, est¨¦ donde est¨¦. Puede que ello fuera imposible de gestionar en periodos de fuerte crecimiento. Pero acabando ¨¦ste debe restablecerse el principio de libre mercado que es, a la postre, el mejor indicador de calidad. La ministra (le Educaci¨®n tiene aqu¨ª una oportunidad ¨²til de poner en acci¨®n su apasionado liberalismo.
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