Dulce despertar
Astor Piazzolla no s¨®lo elev¨® el tango de los pies a los o¨ªdos, sino que tambi¨¦n lo sac¨® del arrabal para presentarlo en las salas de conciertos. Fue Nadia Boulanger quien le puso sobre la pista, y antes de darse cuenta se hab¨ªa convertido en un traidor, incluso odiado en algunos ambientes enfermos de atavismo que, no obstante, estaba a punto de conquistar el mundo con sus geniales afrentas al g¨¦nero.El bandone¨®n de Piazzolla es un icono de la m¨²sica del siglo XX, como el violonchelo de Casals o la trompeta de Armstrong, y as¨ª lo entiende Josep Pons y su espl¨¦ndida Orquesta de Cambra Teatre Lliure. Nadie como este colectivo admirable capta la esencia del tango ancho y cosmopolita del maestro. Otras celebridades tambi¨¦n lo han tratado en disco desde diferentes perspectivas: a Daniel Barenboim, a pesar del excepcional acompa?amiento del bandoneonista Rodolfo Mederos le qued¨® algo cauteloso de puro acad¨¦mico y a Gidon Kremer se le escabull¨® por la rendija de la rigidez pl¨²mbea y la falta de idioma. Pons y sus m¨²sicos ya lo advirtieron en su formidable grabaci¨®n y lo confirman en directo, han hecho suyo este repertorio y lo tocan respirando ese aire de melanc¨®lico desarraigo que trae sin remedio el tango cuando es de verdad.
El bandone¨®n de Pablo Mainietti, el solista principal, iba de lo ¨¦pico a lo eleg¨ªaco sin comprometer la homogeneidad, mimando cada matiz mel¨®dico y flotando sobre el ritmo vehemente que le entregaba la orquesta con pulso fluido y firme. Tambi¨¦n estuvieron magn¨ªficos el violinista Pere Bardag¨ª, el contrabajista Horacio Fumero, y el pianista Lluis Vidal, un m¨²sico extraordinario, abierto y polifac¨¦tico, tan capaz de grabar suculentos discos de jazz como de escribir exquisitos arreglos de piezas como Adi¨®s Nonino o Milonga del ¨¢ngel. Estos y otros t¨ªtulos emblem¨¢ticos de Piazzolla, adem¨¢s del excelente Concierto para bandone¨®n, orquesta de cuerdas y percusi¨®n, un solapado homenaje a Bach, conformaron un programa equilibrado y sumamente representativo de una voz rebelde que supo despertar dulcemente al tango de su sueno perezoso.
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