Tony & Lionel
Tony Blair y Lionel Jospin est¨¢n llevando a cabo dos ejercicios pol¨ªticos que, aunque compartan valores b¨¢sicos, e incluso algunos objetivos, transitan por rutas casi opuestas. El uno como lo hizo la pasada semana en el Congreso laborista en Brighton promete a los brit¨¢nicos "opciones dif¨ªciles" para reformar y aligerar el Estado del bienestar. El otro, si acaso intenta reforzar este Estado. El uno aboga m¨¢s por la acci¨®n privada. El otro sigue la l¨ªnea estatalista francesa. Pero ambos tienen en com¨²n la voluntad pol¨ªtica de paliar de manera decisiva esa lacra de nuestro tiempo que es el paro juvenil y el desempleo de larga duraci¨®n; de intentar hacer algo concreto al respecto. Ambos vienen a representar la recuperaci¨®n de la pol¨ªtica, el uno para dominar el mercado, el otro frente al mercado; mas un merca do al que no se puede confiar todo porque, como escribiera Octavio. Paz, el mercado es ciego. Blair y Jospin quieren cambiar las cosas. Por eso, ambas experiencias merecen toda la atenci¨®n e inter¨¦s, porque pueden marcar nuevas rutas a seguir. Voluntaristas, se podr¨¢ decir. Pero Jospin, a quien el poder se le cay¨® encima sin esperarlo, parece haber recuperado el equilibrio y retomado las riendas de los destinos de Francia. Aunque para ello haya tenido que acelerar ensayos, y proyectos que eran s¨®lo incipientes, y en los que hab¨ªa trabajo Martine Aubry sobre nuevos yacimientos de empleo en los llamados trabajos de proximidad en el sector social. Jospin refuerza el Estado del bienestar, mientras Blair parece querer avanzar m¨¢s bien hacia la sociedad del bienestar. Jospin utiliza el sector p¨²blico para crear 750.000 empleos en el citado ¨¢mbito, de modo que los j¨®venes que se acojan a este plan logren una experiencia profesional esencial para integrarse en el mundo laboral; aunque habr¨¢ que ver qu¨¦ pasa al cabo de los a?os, de duraci¨®n de este tipo de empleo. Blair, pese a todo, tambi¨¦n utiliza dinero p¨²blico (aunque sacado de un impuesto sobre los beneficios excesivos de empresas privatizadas) para lanzar un plan de empleo y formaci¨®n para 250.000 j¨®venes que lleven m¨¢s de seis meses en el paro, pero subsidiando al sector privado que tendr¨¢, si le interesa, que ofrecer la mitad de estos puestos. Eso s¨ª al que se le ofrezca algo y lo rechace dejar¨¢ de percibir las prestaciones sociales, un programa que tiene alg¨²n precedente local en EE UU, y que se propone tambi¨¦n traspasar dinero del seguro de desempleo a la formaci¨®n.
Jospin parece reflejar el sentimiento de los franceses de no quiere entrar en un tipo de reforma en profundidad del Estado del bienestar que propugna Blair. Si acaso, dejar de trabajar menos ,la semana de 35 horas, si logra abrirse paso, incluso percibiendo menos o pagando m¨¢s impuestos. Los brit¨¢nicos parecen dispuestos a una medicina m¨¢s amarga. Las ideas sobre las que se sustentan estas distintas experiencias se confrontar¨¢n en el Consejo Europeo Extraordinano, que los d¨ªas 20 y 21 de noviembre se dedicar¨¢ exclusivamente al empleo, tras muchos a?os de crisis laboral, aunque, probablemente, no haya mucho que esperar de esta cumbre respecto a una posible acci¨®n europea para crear m¨¢s empleo. "Soy un hombre moderno y esta es una crisis moderna", proclam¨® Blair en Brighton, para reclamar "una sociedad decente, no basada en derechos sino en deberes". Pero Blair tambi¨¦n ha apelado en su discurso a lo que considera valores esenciales tanto del viejo como del nuevo laborismo: compasi¨®n, justicia, social, lucha contra la pobreza y la desigualdad, libertad y la solidaridad humana b¨¢sica, que, sin duda Jospin comparte. Algo m¨¢s comparten: la suerte -concepto que muchos pol¨ªticos rechazan, pues se creen que todo es obra suya- de llegar al poder cuando los vientos econ¨®micos soplan favorablemente (desde tiempo antes en el caso brit¨¢nico). Tambi¨¦n, el que tras sus respectivas elecciones ambos pa¨ªses hayan, recuperado confianza en s¨ª mismos, lo cual es bueno para crear una Europa sana. Pero al cabo, una posible conclusi¨®n a sacar puede ser que los brit¨¢nicos necesitan unas gotas de Jospin y los franceses abrirse a los aires modernizadores que soplan desde el otro lado del Canal.
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