El fundador de Ham¨¢s ofrece un alto el fuego a Israel al d¨ªa siguiente de regresar a Gaza
El movimiento islamista palestino Ham¨¢s ofreci¨® ayer a Israel un alto el fuego. La propuesta fue efectuada por el fundador de la organizaci¨®n integrista Ahmed Yas¨ªn, desde su domicilio en Gaza cuando se cumpl¨ªan menos de veinticuatro horas de su regreso a territorio palestino tras haber cumplido ocho a?os de c¨¢rcel en las prisiones israel¨ªes y ser liberado la semana pasada en un canje. El jeque Yas¨ªn -de 61 a?os, parapl¨¦jico, ciego y sordo- condicion¨® su oferta al cumplimiento por parte de Israel de una serie de exigencias, entre las que se encuentran la retirada de sus tropas de los terrritorios ocupados en Gaza y Cisjordania, la demolici¨®n de todos los asentamientos jud¨ªos y la liberaci¨®n de los presos palestinos.
ENVIADO ESPECIAL, "Si Israel detiene sus ataques contra los civiles palestinos, nosotros detendremos nuestros ataques contra sus civiles", asegur¨® ayer Yas¨ªn en su casa de Gaza, sentado en la silla met¨¢lica de ruedas en la que se encuentra postrado desde hace varios a?os, mientras se dirig¨ªa a un nutrido auditorio de periodistas locales. As¨ª inici¨® ayer el jeque Yas¨ªn su primer d¨ªa en absoluta libertad en el barrio humilde de Al Sabra, uno de los m¨¢s abandonados de Gaza y donde se hacinan alrededor de cinco mil habitantes, la mayor¨ªa de ellos militantes y simpatizantes del movimiento Ham¨¢s. El d¨ªa anterior, todos se hab¨ªan lanzado a la calle para saludar el regreso de su l¨ªder religioso."Ellos [los israel¨ªes] deben de dejar la tierra de los palestinos. Si ellos toman las tres cuartas partes de los territorios [palestinos], si contin¨²an construyendo asentamientos y matan a nuestra gente, les dir¨¦ que esto no es correcto. La tregua no puede llevarse a t¨¦rmino hasta que Israel no haya cumplido con los compromisos musit¨® en voz baja Yas¨ªn mientras a su lado, Abdelaziz AIrantizy, el n¨²mero dos de la organizaci¨®n islamista, repet¨ªa en voz alta sus frases.
Entusiasmo en el barrio
El jeque Yas¨ªn dedic¨® toda la ma?ana a recibir en el sal¨®n de su casa a la prensa local e internacional. Fue un encuentro interminable y reiterativo que se desarroll¨® siempre bajo la atenta mirada de un grupo de ¨ªntimos colaboradores y de numerosos ni?os, muchos de ellos descalzos, asomados a las ventanas que pugnaban por continuar agarrados a las rejas.M¨¢s all¨¢, en la calle polvorienta, sin asfaltar y llena de arena, continuaban mecidas por el viento las pancartas que el d¨ªa anterior hab¨ªan colocado los vecinos para dar la bienvenida al jeque. "Todos estamos contigo", rezaba una de ellas. Yas¨ªn, padre de nueve hijos, asiduo feligr¨¦s de la cercana mezquita del Contacto Isl¨¢mico -donde se fund¨® hace una docena de a?os el Movimiento de la Resistencia Isl¨¢mica Ham¨¢s-, es un hombre popular en el barrio.
Durante todo el d¨ªa, los alredores de la casa de Yas¨ªn fueron un hormiguero humano, que recordaba el entusiasmo del d¨ªa anterior, cuando Yas¨ªn lleg¨® al aereopuerto de Al Montada en el helic¨®ptero de las Fuerzas A¨¦reas jordanas, desde donde se dirigi¨® al campo de deportes del Al Yarmok para recibir el homenaje de todos sus seguidores y recuperar el derecho a la palabra.
"Todos los del barrio queremos al jeque", aseguraba un joven estudiante del cuarto curso de ingenier¨ªa de la Universidad Isl¨¢mica de Gaza. En la calle, sentado en una silla, ante la puerta del domicilio de Yas¨ªn, de espaldas de su propia casa, segu¨ªa atentado la llegada y salida de los extranjeros. Luego, como la mayor¨ªa de los seguidores y admiradores del l¨ªder islamista, se dirigi¨® a la sede cercana del Club Isl¨¢mico Almujana, el centro c¨ªvico de la mezquita del barrio.
"Damos la bienvenida al jeque Yas¨ªn", grit¨® alguien desde los altavoces, intentando poner orden en medio del caos de seguidores que trataban por todos los medios de besar el rostro del sant¨®n y de pronunciarle al o¨ªdo unas frases cari?osas de aliento.
Llamada a la oraci¨®n
Mientras atardec¨ªa y los almu¨¦danos de Gaza se preparaban para llamar a los fieles a la oraci¨®n de Al Magrib, que coincide con la puesta del sol, Yas¨ªn continuaba inm¨®vil en su silla de ruedas. En lo alto de un estrado, como si fuera un altar, sobre un suelo de alfombras, bajo una lona azul que le proteg¨ªa del sol, Yas¨ªn sonre¨ªa al recibir los besos. Primero en las mejillas, luego en la frente, m¨¢s tarde en la cabeza y en ocasiones en las manos. La cola de vecinos, simpatizantes y amigos fue ayer interminable en ese barrio de Gaza.
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