La cincuentena de Luis Enrique
El asturiano se consolida como el jugador m¨¢s polivalente del Bar?a y uno de los m¨¢s goleadores
Dir¨ªase que es el ¨²nico futbolista del Bar?a que no ha acusado el tr¨¢nsito de la autogesti¨®n de Robson a la dictadura de Van Gaal: juega por igual los d¨ªas laborables y las fiestas de guardar.Posiblemente tambi¨¦n sea un ejemplo de c¨®mo se puede cambiar de grande [del Real Madrid al Barcelona] sin encoger y, siendo el mismo, invertir la admiraci¨®n y animadversi¨®n de los hinchas de uno y de otro club: los mismos barcelonistas que le odiaban como blanco le aman hoy tanto como le malquieren los madridistas.
Y, a buen seguro, es tan polivalente que incluso juega m¨¢s de lo que hace falta que de lo que por naturaleza es: ha perdido su DNI futbol¨ªstico de tantos puestos como ha ocupado. Mantiene, sin embargo, un signo de distinci¨®n. Juegue de lateral, de volante o de medio, Luis Enrique se ha convertido en un goleador nato.
Fue el ¨²nico jugador que aguant¨® el tir¨®n de Ronaldo en la pasada Liga, pues meti¨® 17 goles, justamente la mitad de los que se apunt¨® el mejor jugador del mundo. Y este curso pr¨¢cticamente comparte pichichi con Rivaldo: ha marcado cuatro tantos en la Liga y tres en la Liga de Campeones -siete en total-, y el brasile?o, suma cinco, todos en el campeonato espa?ol.
Las cifras resultan sorprendentes si se comparan con las de su etapa madridista y, en cambio, son equiparables a las de su a?o profesional con el Sporting. En sus cinco temporadas de militancia en el Bernab¨¦u logr¨® 14 goles: cuatro en la primera (1991-92), dos en la segunda (1992-93), otros dos en la tercera (1993-94), cuatro en la cuarta (1994-95) y dos en la quinta (1995-96).
Son n¨²meros muy bajos respecto a los de 1990-91 -cuando marc¨® 15 en el Sporting- y los del Barcelona. "Analizando los partidos que jugu¨¦ con el Real Madrid -de 25 a 30 por temporada-, no tuve m¨¢s de unas 30 situaciones de ¨¢rea", recuerda, "y si no tienes presencia en la zona de definici¨®n, es dif¨ªcil que puedas golear ( ... ). En el Bar?a, por el contrario, siempre he tenido mucha m¨¢s libertad de acci¨®n sobre la cancha, incluso de lateral".
Luis Enrique ha ocupado en el Bar?a posiciones m¨¢s ofensivas que en el Madrid. Pisa m¨¢s el ¨¢rea y se siente m¨¢s a gusto. "Yo lo que quiero, como cualquier otro, es jugar de lo que sea", apunta, "y si encima tengo la suerte de poder decir de qu¨¦, pues prefiero estar m¨¢s cerca de la meta contraria que de la m¨ªa".
Puesto a rebufo del ariete, por ejemplo, y aprovechando un mal rechace de Alexis, el asturiano consigui¨® el pasado domingo en el Camp Nou tres objetivos en una sola jugada: marc¨® por quinto partido consecutivo, el gol -el tercero de su equipo- fue decisivo para derrotar al Tenerife y signific¨® su tanto n¨²mero 50 en Primera Divisi¨®n. Dado que nadie hab¨ªa advertido tal marca, fue el propio Luis Enrique quien la record¨® a los periodistas. El lapsus -aclar¨®- radica en que se le contabilizan 14 y no 15 goles en su a?o en el Sp¨®rting, el club de su infancia, de su Gij¨®n. "Estoy en vena", sentencia. "Paso por un buen momento".
Est¨¢ muy a gusto en la ciudad y sus alrededores -"adoro el mar"-, ha anunciado su boda para el pr¨®ximo diciembre -su novia es una catalana llamada Helena- y asegura que el Bar?a es el "club mejor organizado". A los 27 a?os, Luis Enrique se encuentra en su madurez futbol¨ªstica: tiene llegada -no hay marca que le impida entrar en el ¨¢rea-, pegada-leda con lo que haga falta- y mucho car¨¢cter -si engancha con quien sea menester-.
Luis Enrique es un tipo que re¨²ne los valores que exige el seleccionador espa?ol Javier Clemente: rapidez, din¨¢mica, agresividad, garra y autoestima, atributos que, en demas¨ªa, a veces degeneran en impulsividad e irreflexividad sobre la cancha. No es un futbolista que haga jugar al equipo, que marque el ritmo de juego, que sepa jugar con el piloto autom¨¢tico. Tiene, sin embargo, tanta capacidad para contagiar su locura por el f¨²tbol a los dem¨¢s como suficiencia para llenar el campo con su despliegue f¨ªsico. A aquel a quien roza le pasa la corriente. Luis Enrique electrocuta.
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