"La belleza del f¨²tbol est¨¢ en el resultado"
Javier Clemente responde a su m¨¢xima con uno de los mejores curr¨ªculos como seleccionador espa?ol
Javier Clemente ya est¨¢ otra vez donde quer¨ªa. Poco le falt¨® para desfallecer en Boston, aquel 9 de julio de 1994, cuando Italia, con un golazo de Roby Baggio despu¨¦s que el percutor de Julito Salinas se encasquillara, le despert¨® en cuartos de final del sue?o de ganar el Mundial que se llev¨® Brasil.M¨¢s duro fue el adi¨®s de Wembley, el 22 de junio de 1996, el d¨ªa que Inglaterra le apart¨® de la Eurocopa en los penaltis -otra vez en cuartos- tras un memorable partido del equipo espa?ol. Entonces lleg¨® a pensar de verdad que no val¨ªa la pena seguir luchando contra molinos de viento.
Hoy, sin embargo, aparece de nuevo. Incombustible. No hay nadie capaz de moverle de la silla (no hay candidatos) ni debate sobre la lista de convocados (Lard¨ªn e Iv¨¢n de la Pe?a no tienen a¨²n el cartel que en su d¨ªa poseyeron Michel o Fran, entre otras razones porque el contexto y la calidad del grupo son distintos), y tampoco se oye una voz t¨¦cnica discordante a su alrededor: a Cruyff ya no le apetece batallar, Valdano fue v¨ªctima de la impaciencia e incontinencia de Roig, y sus ri?as con Antic no pasan de escaramuzas tras derrotar a Yugoslavia. O se asiente o se habla bien de su grupo: "El comportamiento de Van Gaal con la selecci¨®n ha sido exquisito", dice Clemente, "as¨ª que no tengo nada que reprocharle".
Dir¨ªase incluso que parece estar m¨¢s orgulloso que nunca de esos tics de corte corporativista y a veces hasta sectarios, re?idos con quienes exigen una est¨¦tica al poder. No le ha ido nada mal, piensa, pues otra vez est¨¢ ah¨ª, ¨¦l, Javier Clemente, el mismo de Boston y de Wembley, ante otro Mundial.
Clemente llega un d¨ªa m¨¢s al juicio sumar¨ªsimo con la ven¨ªa de f¨²tbol mundial muy cambiante: Parreira dej¨® Brasil; Sacchi no est¨¢ en Italia y Maldini puede irse; Artur Jorge renunciar¨¢ en Portugal; Jacquet no las tiene todas consigo en Francia; Vogts estuvo a punto de claudicar en Alemania ante Albania, y de los suecos y checos, s¨®lo llegan malas noticias. El paisaje cambia ante el porte inalterable de Clemente.
Nunca tuvo otra m¨¢xima que la del marcador: "La belleza del f¨²tbol est¨¢ en el resultado". Y a ¨¦l se remite. El t¨¦cnico vasco ha convertido las fases de clasificaci¨®n en un ejercicio de rutina. La fr¨ªa estad¨ªstica lo sit¨²a como el mejor seleccionador. N¨²mero por n¨²mero, sale ganador en todas las comparaciones: es el que, proporcionalmente, m¨¢s partidos ha ganado (33 de 54) y el que menos ha perdido (3), aunque, por contra, no ha sido nunca finalista ni campe¨®n (Espa?a gan¨® el t¨ªtulo europeo en 1964 y fue subcampeona en 1984 y logr¨® el oro en Barcelona 92).
Las cifras no revelan tampoco el peso de los rivales ni el equipaje con el que se combate. El aumento de participantes, producto del nuevo mapa europeo, ha disminuido la competitividad y, por tanto, hoy Yugoslavia es una selecci¨®n m¨¢s accesible que la de los setenta, pero igualmente dif¨ªcil.
Los equipos que impidieron la clasificaci¨®n espa?ola para los Mundiales de 1954, 1958, 1968 y 1972 no fueron Alemania o Inglaterra, sino que se midi¨® con selecciones de menos cuerpo, como las de Turqu¨ªa, Suiza, Escocia, Yugoslavia, B¨¦lgica y Grecia. El saldo del grupo de Clemente con los grandes equipos es solvente: dos empates con Alemania, uno con Francia y Portugal, una victoria ante Argentina, un triunfo y un empate frente a Inglaterra, y una derrota con Italia (s¨®lo ha perdido tres encuentros de 54: el referido ante los italianos" un amistoso con Croacia -2-0- y un tercero de clasificaci¨®n para -el Mundial de EEUU en Dinamarca -1-0-).
Ha sido curiosamente en los amistosos cuando el resultado ha sido m¨¢s discreto (siete victorias, seis empates y una derrota), de la misma manera que tres de los seis goles encajados en la fase de clasificaci¨®n para el Mundial se produjeron con las Islas Feroe.
El colectivo de Clemente tiene los signos de distinci¨®n de un gran club: fiabilidad, competitividad y estabilidad. "Yo, con este equipo", reitera el seleccionador, "ganar¨ªa la Liga", afirmaci¨®n que tiene su punto de partida en que todos los internacionales disputan el campeonato espa?ol.
No se ha despojado, en cambio, del mal com¨²n del f¨²tbol espa?ol. No queda recuerdo en la sala de trofeos del paso de grandes generaciones de futbolistas pese a participar en nueve -la pr¨®xima ser¨¢ la d¨¦cima- copas del Mundo: las mejores claudicaron en los cuartos (1934, 1986, 1994). El gol de Zarra y el cuarto puesto en Brasil 50 es a¨²n la vara de medir para todos y para Clemente, pues ah¨ª est¨¢ al mismo nivel que Mu?oz, aunque ning¨²n antecesor ha tenido su regularidad: el vasco acude puntual a tres fases finales.
El asunto es as¨ª de sencillo: si los n¨²meros avalan a Clemente como el mejor seleccionador, justo es exigirle el mejor resultado en el momento en que ha reunido al que est¨¢ considerado como uno de los mejores equipos de la historia.
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