La llanura del terror
Los pueblos de la Mitiya argelina piden armas para defenderse de la violencia
La Mitiya se extiende hasta los l¨ªmites del Atlas de Blida sumergido en las brumas del calor. Es la llanura m¨¢s rica de Argelia y, desde que comenz¨® la guerra civil, hace seis a?os, es tambi¨¦n la m¨¢s peligrosa. A la entrada de cada pueblo, en cada cruce, los djounoud (soldados) nerviosos controlan los veh¨ªculos sospechosos. Esta vigilancia de las fuerzas de seguridad no ha conseguido, por el momento, impedir las acciones de grupos armados que pueden en todo momento hacer explotar una bomba o simular en la carretera un falso cord¨®n de polic¨ªa. En el coraz¨®n del famoso Tri¨¢ngulo de la Muerte, el pueblo m¨¢rtir de Bentalha no termina de aplacar sus llantos."Lo que queremos es que el Estado nos d¨¦ armas para defendernos, nada m¨¢s", afirman con fuerza dos supervivientes de una de las ¨²ltimas matanzas. De hecho, no son muy numerosos: apenas varias familias, que han preferido quedarse a pesar del miedo, a pesar del ¨¦xodo de todo el resto del pueblo. "?A d¨®nde quiere que vaya?", repite un hombre de unos cuarenta a?os encogi¨¦ndose de hombros. Otros vuelven durante el d¨ªa para vigilar sus magros bienes, pero se van de aqu¨ª al caer la noche. El lugar es siniestro, las calles est¨¢n desiertas. Bentalha parece una ciudad fantasma; s¨®lo algunos chasis de coches calcinados testifican que la vida existi¨® aqu¨ª.
Frente a una casa, Rachid carga en un autom¨®vil los muebles que ha podido recuperar. "Miren, all¨ª est¨¢ mi hermana", dice mostrando una larga mancha de sangre en la escalera. En esta casa saqueada, las palabras no pueden llegar a traducir la realidad: una mu?eca de trapo desmembrada, las piezas esparcidas por la explosi¨®n de granadas; y, por todas partes, rastros de sangre. En total, 17 personas han muerto aqu¨ª. S¨®lo una mujer escondida detr¨¢s de la puerta del cuarto de ba?o sobrevivi¨® junto con sus dos hijos.
Seg¨²n testimonios de supervivientes, algunas mujeres del bando de los terroristas participaron en una de las matanzas perpetradas el mes pasado, una de ellas designando incluso las casas en las que la gente se hab¨ªa refugiado. Porque parece claro que los terroristas del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA) dispon¨ªa de complicidades en el interior mismo del pueblo "Ellos ten¨ªan listas. Si no ?c¨®mo explicar que las casas va c¨ªas hayan sido respetadas?", declar¨® un oficial de polic¨ªa.
En el cementerio de Sidi Rezine donde se enterr¨® a los muertos se cuentan 287 tumbas recientes, a las que hay que a?adir 20 fosas nuevas. Sobre cada l¨¢pida est¨¢ inscrito un nombre en ¨¢rabe, a veces una edad: "Amel, 4 a?os", "Mehdi, 10 a?os". A varios metros, una mujer joven en hidjab (tocado isl¨¢mico) vaga en medio de las filas de tumbas. "Son mis hermanas, mis hermanos, a los que acabo de ver", dice, con el aire ausente, antes de desaparecer.
Argel est¨¢ sacudida por explosiones sordas que recuerdan brutalmente que la cercana llanura de la Mitidja sigue siendo una zona de guerra. A varios kil¨®metros de all¨ª, tres helic¨®pteros sobrevuelan el cielo y bombardean la localidad de Ouled Allel. En este pueblo situado cerca de Sidi Moussa, soldados del Ej¨¦rcito y milicianos apoyados por helic¨®pteros de ataque han rodeado al grupo de terroristas supuestos responsables de las matanzas de Bentalha y de Rais. Completamente abandonado por sus habitantes desde que el GIA les aterroriz¨® hace tres a?os, este pueblo se ha convertido en un aut¨¦ntico campo parapetado. El avance de las fuerzas de seguridad se ha hecho muy dif¨ªcil, porque todos los accesos a la localidad han sido minados por artificieros del GIA. Adem¨¢s, el subsuelo de Ouled Allel emana un aire de alcantarillas muy denso que afecta a buena parte de la regi¨®n; "en algunas canalizaciones un hombre puede incluso andar de pie", afirma un oficial, antes de a?adir "pero, esta vez, es el fin para ellos".Seg¨²n un primer recuento, 11 terroristas han ca¨ªdo ya en este lugar de Benindja, en la periferia de Bentalha. No hay duda de que el Ej¨¦rcito, acosado por numerosas acusaciones, de incompetencia, decidi¨® poner en marcha grandes medios para destruir la katiba (campa?a) del GIA. Por su parte, el Gobierno argelino, que se beneficia de la tregua unilateral proclamada por el Ej¨¦rcito Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (EIS) puede dif¨ªcilmente, frente a la comunidad internacional, pagarse el lujo de m¨¢s matanzas. Mientras, los malos esp¨ªritus comienzan a preguntarse por qu¨¦ ha habido que esperar tres a?os antes de comprometerse a limpiar Ouled Allel.
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