Vieri conquista el Calderon
El Atl¨¦tico golea al Paok, con tres tantos del italiano, uno de ellos para la historia
Vieri conquist¨® para siempre a la hinchada colchonera. Pase lo que pase, su nombre estar¨¢ presente en cualquier historia que se escriba de este equipo. Lo que el italiano hizo ayer sobre el c¨¦sped quedar¨¢ grabado de por vida en la retina del f¨²tbol. Su tercer gol fue grandioso. Tanto, que dej¨® en poca cosa, en nada, todo lo dem¨¢s: la eliminatoria -colocada, como quer¨ªa el Atl¨¦tico, claramente de su lado-, el juego visceral y decidido de los rojiblancos, la endiablada velocidad del Paok, un par tido soberbio, y hasta el resto de la producci¨®n de Vieri, que fue ex tensa y toda buena (trabajo a destajo, tres goles y una asistencia). La noche fue por entero del capo cannoniere, de su tercer gol, que arranc¨® pa?uelos de la grada y oblig¨® a saltar del asiento al m¨¢s fr¨ªo de los mortales. Ya se hablar¨¢ siempre del gol de Vieri.Ese gol grandioso, el tercero de Vieri, el 4-1, sali¨® de la nada. Porque nada hab¨ªa en el bal¨®n que pele¨® el italiano. Se iba la pelota mansamente fuera y, adem¨¢s, para evitar riesgos, el portero griego sali¨® de su ¨¢rea para asegurarse de que as¨ª fuera. Pero Vieri sigui¨® corriendo. El guardameta se puso delante, hizo como que iba a tocar la bola, pero la dej¨® pasar. El italiano no cay¨® en el enga?o y sigui¨® corriendo sin variar su rumbo. Antes de que la pelota saliera, Vieri la toc¨® con la punta del pie y la clav¨® sobre la raya. Michopoulos pas¨® de largo. Vieri se gir¨® r¨¢pidamente y, desde la mism¨ªsima l¨ªnea de fondo, le peg¨® al bal¨®n. El tiro dibuj¨® una curva perfecta, de dentro a fuera, y acab¨® alojada en la red. El Calder¨®n se hizo magia: la hinchada revent¨® a aplaudir, los jugadores- rojiblancos fueron como posesos a felicitar la gesta y hasta a Vieri, el fr¨ªo pistolero de gesto imperturbable, se le vio sonre¨ªr. Era el gol de su consagraci¨®n, el regalo final para su gran noche, para el partido de su vida.
Porque Vieri fue protagonista antes y despu¨¦s de su gol glorioso. Antic no plane¨® el partido para ¨¦l, pero en realidad lo hizo. El Atl¨¦tico sali¨® a toda pastilla" decidido desde el primer minuto a dejar en mero tr¨¢mite el partido de vuelta. A morir en la presi¨®n, a alcanzar la porter¨ªa rival por la v¨ªa r¨¢pida, a acabar a empujones con el Paok de Sal¨®nica. Es decir, el marco ideal para Vieri, que se maneja como pocos en las citas alocadas, de ritmo acelerado y un punto de imprecisi¨®n. Se trataba de dejarse el alma, de no parar, de rechazar treguas. Vieri se puso a correr y no se fren¨® hasta el pitido final; a ofrecerse a los compa?eros hacia atr¨¢s, para la pared, y hacia adelante, para el remate; a agobiar al rival hasta hacerle la vida imposible y quitarle la pelota.
La estrategia de Antic funcion¨®. A los 10 minutos, sin que al Paok le hubiera dado tiempo de decir esta boca es m¨ªa, el marcador contaba ya un 2-0. El primero, de Vieri: un tanto de puro oportunista, de delantero genuino. Pero el choque no estaba cerrado, ni mucho menos. Porque el Paok juega. Tiene un f¨²tbol agresivo en defensa, una portentosa habilidad para incomodar con continuos apoyos el juego del rival. Sabe adem¨¢s manejar la pelota, ya que posee velocidad y toque. Y por si fuera poco, cuenta con Fratzescos, un artista. No estaba cerrado el partido y para confirmarlo lleg¨® el primer gol griego. Un tanto del que los rojiblancos estaban avisados.
Antic no se cans¨® de repetir de d¨®nde proced¨ªa el peligro griego y aport¨® todo tipo de pruebas documentales: lo ¨²nico que tenia que temer el Atl¨¦tico era el m¨¢s sofisticado aparato de precisi¨®n disfrazado de pierna zurda. 0 sea, la izquierda de Fratzescos. El t¨¦cnico uni¨® a sus advertencias una restricci¨®n: queda terminantemente prohibido hacer faltas diez metros a la redonda de la frontal del ¨¢rea. Pero Andrei no debi¨® fiarse del todo y decidi¨® verificarlo. Gambeteaba Fratzescos frente al ¨¢rea y el brasile?o le tir¨® una zancadilla innecesaria. Le ret¨® a ratificar sus referencias, le invit¨® a ense?ar ese sofisticado aparato de precisi¨®n que oculta en su pierna izquierda. Y result¨® que todo lo que contaban era verdad: Fratzescos situ¨® la pelota en la misma escuadra 2-1. Tocaba volver a empezar.
Otra vez el f¨²tbol a toda pastilla, la determinaci¨®n por resolver la eliminatoria y todo eso. El partido sigui¨® magn¨ªfico. Con el Atl¨¦tico, volcado, y el Paok, sin demasiadas ganas de rendirse. Antes del descanso volvi¨® a mojar Vieri, cuya carrera desde el medio campo la calcul¨® milim¨¦tricamente Kiko, que le dio un servicio excepcional.
Y segu¨ªa el Atl¨¦tico metiendo miedo, robando el bal¨®n y creando ocasiones a un ritmo fren¨¦tico, cuando Vieri decidi¨® apropiarse de todo con su gol de ensue?o. Esa rosca m¨¢gica que todo chaval ha ensayado alguna vez sin tanto ¨¦xito en los campos de barrio o de colegio, a Vieri le entr¨®. El partido se rompi¨® definitivamente. El Atl¨¦tico quiso m¨¢s y m¨¢s, y se lanz¨® al galope a por la goleada. Recibi¨® otro tanto en contra, pero ni noticias as¨ª de nocivas pudieron con ¨¦l. El Atl¨¦tico estaba en un estado de excitaci¨®n tal, que habr¨ªa pasado por encima del que fuera.
Adem¨¢s, a Vieri le quedaba por saldar una cuenta. As¨ª que cogi¨® la pelota en posici¨®n franca de tiro, atrajo hacia s¨ª la atenci¨®n del portero y de los defensas y le regal¨® a Kiko el gol con un toque genial. Que tambi¨¦n s¨¦ pasar caramelos, vino a decir. Con la grada hirviendo, excitada y emocionada, un partido que no deb¨ªa acabar nunca se termin¨®. El Atl¨¦tico dej¨® con el 5-2 la eliminatoria encarrilada. Y su juego dej¨® sin discusi¨®n posible esa tesis de Antic que habla de los rojiblancos como el equipo que actualmente mejor f¨²tbol ofrece: golea, luce y divierte. Pero todo result¨® finalmente peque?o al lado de la enorme acci¨®n del 4-1. Pase lo que pase, ya siempre se hablar¨¢ del gol de Vieri.
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