P. M.
Era una espa?ola especial. Cuando muri¨®, hace menos de una semana, hab¨ªan pasado s¨®lo d¨ªas de un acontecimiento televisivo, su retransmisi¨®n de una boda real, que la hizo otra vez popular y requerida; y no se hab¨ªan apagado a¨²n los ecos de otro triunfo resonante suyo, logrado a pesar del escepticismo de todo el mundo, que cre¨ªa que su empe?o en sacar adelante una pel¨ªcula en verso era s¨®lo una prueba m¨¢s de su terquedad legendaria. Fue una muerte brutal, en el mejor momento de una persona. El mejor momento de Pilar Mir¨®. ?El mejor momento de Pilar Mir¨®?Dec¨ªa ¨®scar Marin¨¦, el dise?ador espa?ol, que a la gente hay que recordarla en su mejor momento, en su instante de mayor vitalidad, y ¨¦ste de ahora s¨ª que era un gran momento de Pilar Mir¨®. Pero no fue el mejor momento; tuvo muchos grandes momentos, y no todos fueron buenos. Esa era una de las paradojas m¨¢s estimulantes del car¨¢cter de Pilar. Convirti¨® en instantes extraordinarios los m¨¢s crueles momentos que padeci¨®, en los que se crec¨ªa con una paciencia infinita que, de nuevo, resultaba contradictoria con su esp¨ªritu ind¨®mito, indomable, con su veloz tiempo de c¨®lera.
En alguno de esos momentos crueles, cuando fue despose¨ªda de su cargo como directora de Radiotelevisi¨®n Espa?ola, este cronista tuvo oportunidad de entrevistarla. Ella no quer¨ªa hablar, como si buscara en el silencio una estrategia personal, un modo de contraataque y tambi¨¦n una forma de resolver su profundo disgusto, una circunspecci¨®n personal que cay¨® como un mazazo sobre su rostro. No fue impasible Pilar Mir¨®: sufri¨® muy hondamente aquel momento, pero quer¨ªa que no fuera un episodio m¨¢s de la dureza que aguarda en el camino a la gente empe?ada en hacer cosas. Aquello hab¨ªa ocurrido y ella estaba dispuesta tambi¨¦n a que no se olvidara, que sirviera de recordatorio alg¨²n d¨ªa a quienes agitaban el episodio como un arma de insulto y descalificaci¨®n; hablar¨ªa, pues, de ello, y para esa entrevista que ahora evocamos s¨®lo puso una condici¨®n: el periodista deb¨ªa escribir las preguntas, luego habr¨ªa de pasarle el bloc a la entrevistada, que con su propia letra har¨ªa sus respuestas. Con su pu?o y con su letra. El viento helado que para ello supuso aquel violent¨ªsimo incidente en su vida profesional le hab¨ªa ahondado su desconfianza ante la letra impresa, y desde entonces quiso controlar sus palabras p¨²blicas, como si tambi¨¦n quisiera hacer as¨ª inviolable el mundo de SU persona.
Aquel tambi¨¦n fue un gran momento de Pilar Mir¨®: se cerc¨® a s¨ª misma y se asom¨® a su alma sin velos, como si se estuviera reconstruyendo.
Tom¨® ejemplo de lo que ocurri¨®, rehizo su reputaci¨®n y su car¨¢cter redescubri¨® la poes¨ªa y se constituy¨® para siempre en esa espa?ola especial sobre la que concurr¨ªan datos biogr¨¢ficos que han hecho de este pa¨ªs oscuro tambi¨¦n una met¨¢fora de la dificultad: naci¨® en lo peor de la dictadura, derrot¨® a la ¨²ltima censura y se enfrent¨® al apriorismo terrible -y actual- que condena en Espa?a a la gente antes de que se pronuncien los tribunales.
Dicen que hizo tantas cosas -en la m¨²sica, en el teatro, en el cine, en la vida p¨²blica, en la televisi¨®n- porque hu¨ªa del sonido amenazante de su coraz¨®n averiado y solitario; pero -y esto ya hemos tenido oportunidad de decirlo- esa m¨²ltiple actividad proven¨ªa de su creencia positiva en el trabajo colectivo y civil. En este ¨²ltimo sentido, independientemente de sus valores art¨ªsticos, la figura de Pilar Mir¨® ha de ser tenida como un s¨ªmbolo de lo que no abunda, pues a pesar de su car¨¢cter aparentemente retra¨ªdo, particip¨® con lucidez e independencia en el debate espa?ol de la transici¨®n e impuls¨® casi en solitario -como si hiciera pel¨ªculas en verso- una industria fr¨¢gil y desprestigiada, la industria del cine, que se vertebr¨® gracias a su desvelo y, sin duda, al apoyo de su ministro, Javier Solana, que, justo sea decirlo ahora, impuls¨® en este pa¨ªs con Jaime Salinas, con Pilar Mir¨®, con Juby Bustamante, entre otros- un modo de entender la cultura y la promoci¨®n de la cultura que parec¨ªa impensable en los tiempos oscuros.
A?adi¨® luz a este pa¨ªs, y no s¨®lo la luz de los focos; en las penumbras de su vida tambi¨¦n fue un espl¨¦ndido ejemplo de dignidad y de valor. Esa es una herencia.
Babelia
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