"No es sombra lo que vi"
De entre las m¨²ltiples tareas que ocupaban a Pilar Mir¨® en el momento de su muerte, lo que m¨¢s me interesaba personalmente era su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de nuestros cl¨¢sicos. Tengo ante mis ojos una carta suya, de pulcra y segura caligraf¨ªa, en la que me hablaba de llevar al cine El castigo sin venganza, la soberbia tragedia de Lope de Vega, quiz¨¢ la obra m¨¢s perfecta que brot¨® del F¨¦nix, m¨¢s F¨¦nix que nunca, en los ¨²ltimos a?os de su vida, cuando concibi¨® varias obras maestras, ¨¦sta entre ellas.Despu¨¦s de la exhibici¨®n de talento y de gracia que constituy¨® su versi¨®n de El perro del hortelano, un drama muy menor de Lope que hizo contra viento y marea y que ella transfigur¨® en im¨¢genes exquisitas, en m¨²sica de im¨¢genes celestes y palabras de oro, s¨®lo cab¨ªa esperar lo mejor de su talento y de su gracia -la gracia de la creaci¨®n- puesto al servicio del gran texto tr¨¢gico, desnudo como el oscuro amor terrible que celebra, e hiriente como la crueldad que canta. L¨¢stima s¨®lo pensar lo que hubiera sido su versi¨®n de la enorme tragedia, porque hab¨ªa encontrado una f¨®rmula magistral, y esa formula se ha ido con ella.
Con esta muerte, nuestros cl¨¢sicos han salido perdiendo, porque una empresa como la que Pilar Mir¨® estaba abordando hubiera hecho mucho por nuestro teatro del Siglo de Oro, tan maltratado de ordinario por el cine como por la escuela y la Universidad, que Casi nunca lo han entendido. Pilar Mir¨® amaba nuestro teatro cl¨¢sico, como demostr¨® en sus montajes teatrales, porque ten¨ªa un sentido justo de lo que significa la modernidad en este fin de siglo, que nada tiene que ver con la actitud iconoclasta del vanguardismo. Ese tiempo pas¨®, fue decisivo pero ya es cosa del ayer, y Mir¨® lo sab¨ªa. Ella demostr¨® -la primera- que el verso dram¨¢tico castellano era cinematogr¨¢fico, que ni la altisonancia ni el ¨¦nfasis ni la gesticulaci¨®n eran necesarios para que lucieran en su plenitud, y que bajo las palabras del cl¨¢sico palpitaba la vida, no yac¨ªan personajes de cart¨®n piedra. Ella demostr¨® tambi¨¦n que se pod¨ªan adaptar a la pantalla los textos en su literalidad sin incurrir por eso en la arqueolog¨ªa. La filmaci¨®n de los grandes cl¨¢sicos no ten¨ªa por qu¨¦ seguir siendo obra exclusiva del cine ingl¨¦s, maestro en sus adaptaciones de Shakespeare. Esa peculiar pedagog¨ªa de Pilar Mir¨® hubiera tenido a buen seguro efectos multiplicadores en un pa¨ªs como el nuestro, donde no existe una tradici¨®n de amor por los cl¨¢sicos, como la tienen, en cambio, los ingleses y los franceses.
Pero no pudo ser, y ahora esa herencia est¨¢ esperando a alguien con talento capaz de hacerse cargo de ella. Alguien con talento, pero tambi¨¦n con la tenacidad que la caracterizaba. Por muy incre¨ªble que resulte, a comienzos de este a?o ¨²ltimo de su vida, digo bien, a comienzos de este a?o no ten¨ªa productora para hacer El castigo sin venganza, seg¨²n me dec¨ªa en la citada carta, donde despachaba el asunto con elegancia y voluntad de hacer frente a todas las dificultades ("comenzar la batalla", escrib¨ªa ella).Merecer¨ªa la pena que alguien intentara, con su propia personalidad, recorrer una ruta equivalente. Hay un sinf¨ªn de textos sin explorar, o sin explorar debidamente, en nuestro teatro cl¨¢sico, y si las cosas se hacen con acierto, hay tambi¨¦n p¨²blico. Las grandes obras de Lope y las enormes tragedias (y comedias) de Calder¨®n est¨¢n aguardando su traducci¨®n en im¨¢genes. Hasta Mir¨®, no se hab¨ªan hecho m¨¢s que pel¨ªculas de marmolina y ceniza. Despu¨¦s de Mir¨®, ya no es posible que ¨¦stas osen reaparecer con m¨ªnimos t¨ªtulos de legitimidad.
Entretanto, queda la obra, la expresi¨®n tangible y real de un vivir breve pero fecundo, y bien podemos decir con el amado poeta de El perro del hortelano: "... no es sombra lo que vi, / ni sue?o que me ha burlado".
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