El Madrid vuelve a las andadas
El Madrid ten¨ªa las cuentas claras. Le resultaba de obligado cumplimiento vencer en sus dos partidos de casa, ante el Maccabi y el Limoges, y salir indemne, lo que nunca es f¨¢cil, de las pistas del Efes Pilsen y el Olympiakos, para acudir a la siguiente fase protegido por una clasificaci¨®n decente. El Madrid, matem¨¢ticas en ristre, lo ten¨ªa todo clar¨ªsimo. Hasta ayer.Ayer, el Madrid qued¨® herido de muerte. Lo que mal empieza mal acaba, sentencia el refranero, y el inicio del Madrid fue una patra?a. Su juego interior era mentira, por inexistente, y su defensa se antojaba de una bondad pastoril. 2-9 rezaba el marcador en el minuto cuatro, cuando Mart¨ªn pidi¨® el primer tiempo muerto y comenz¨® a mover el banco. Dio igual. El ¨²nico problema del Maccabi no estaba en su rival, sino en su empe?o en acumular- personales, lo que, adem¨¢s de peligroso, era indicativo de que andaba con los cinco sentidos en el choque.
Las diferencias no' dejaron de aumentar. La defensa sobre Katash parec¨ªa la ¨²nica preocupaci¨®n del cuadro blanco, pese a que aquel dio un magn¨ªfico curso de desacierto en el tiro exterior (cuatro canastas consigui¨® de 14 intentos). Pero como acud¨ªa una y otra vez a la l¨ªnea de tiros libres, el Maccabi no dejaba de engordar sus guarismos (14-26 a. los 12 minutos).
Con una diferencia sin duda recuperable (30-38) se lleg¨® al descanso. La primera parte hab¨ªa mostrado al peor Madrid posible. Bodiroga, maniatado por Henefeld, no consigui¨® m¨¢s que un punto en ese periodo. Tampoco Arlauckas fue m¨¢s lejos. Se qued¨® en dos. El porcentaje de acierto en el tiro del Madrid era tan descorazonador como calumnioso para su propio ego. Apenas un 30%.
Quedaban 10 minutos para que acabara el suplicio blanco y su rival logr¨® la m¨¢xima diferencia (44-62). El Madrid se sent¨ªa humillado, postrado ante un rival al que s¨®lo da?aban sus propias personales Pero en el baloncesto, y en equipos de la talla del Madrid, es f¨¢cil encontrar h¨¦roes de un d¨ªa, jugadores que aparecen cuando el equipo se asoma al infierno. A Laso le toc¨® ayer representar ese papel.
Lo primero que hizo fue arriesgar con un triple que parec¨ªa una llamada al abordaje. Despu¨¦s logr¨® encontrar a los hombres de dentro. Rogers (2,09 de altura) se faj¨® con jugadores a¨²n m¨¢s grandes que ¨¦l. Como Popa (2,20). Disminuyeron las diferencias y el p¨²blico se apunt¨® a la ¨¦pica. La distancia de 18 puntos se qued¨® en la mitad. Era como empezar de nuevo.
Pero fue un espejismo. El arre¨®n del Madrid se diluy¨® como un azucarillo y el Maccabi sali¨® triunfante del Palacio, dejando a su rival malherido.
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