Castillo de naipes
Que el primer apellido del comentarista casi coincida con los dos del director de la pel¨ªcula comentada no es indicio de parentela y menos a¨²n de identidad entre ambos. Esta cr¨ªtica no es por tanto una autocr¨ªtica.Hazlo por m¨ª se apoya sobre un gui¨®n cuya composici¨®n tira del hilo de La mujer y el pelele, sobre todo en su variante negra titulada Perversidad, y toma prestado de Fargo el invento argumental b¨¢sico, de manera que convierte el secuestro de una mujer por su marido (para sacar dinero de rescate a su suegro) en el secuestro de un ni?o por su padre (para id¨¦ntico objetivo). Nada inoportuno se desvela contando esto, pues est¨¢ as¨ª aireado en el reclamo publicitario de la pel¨ªcula.
Hazlo por m¨ª
Direcci¨®n: ?ngel Fern¨¢ndez Santos. Gui¨®n: Juan Miguel Hern¨¢ndez. Fotograf¨ªa: Juan Molina. M¨²sica: Juan Carlos Cuello. Espa?a, 1997. Int¨¦rpretes:Cayetana Guill¨¦n Cuervo, Carlos Hip¨®lito, Eulalia Ram¨®n, Nancho Novo. Estreno en Madrid: cines Gran V¨ªa y Princesa.
Este triple pr¨¦stamo suprime del filme cualquier rastro de originalidad, lo que no tiene mucha relevancia. Pero, puestos a tomar de prestado la estructura de la an¨¦cdota y el n¨²cleo de la trama que desarrolla la pel¨ªcula, su guionista y su director pod¨ªan haberse dejado tambi¨¦n contagiar un poco por el rigor de las construcciones de la escritura y de la puesta en escena de esas aludidas pel¨ªculas inspiradoras, que fueron dirigidas por Josef von Sternberg, Fritz Lang y Joel Coen, respectivamente.
Pero, con exceso de autoindulgencia, guionista y director se eximen de hacerlo y de ah¨ª que su proyecto se derrumbe sobre s¨ª mismo como un castillo de naipes bajo el vendaval de un bostezo.
El tinglado argumental -que es de los que requiere, dada la dificultosa an¨¦cdota que contiene, un apuntalamiento muy preciso, s¨®lido e incluso f¨¦rreo del trenzado de personajes y de situaciones- se queda en una superficial¨ªsima, insostenible y, en ocasiones, penosa arbitariedad prendida con alfileres, mal organizada, peor graduada y p¨¦simamente representada. Y esto pese a los evidentes esfuerzos de los int¨¦rpretes por dar -sin conseguirlo nunca y no por culpa suya, sino por la insuperable endeblez del embolado que tienen que intentar poner en pie- algo de credibilidad a lo que hacen y dicen.
Babelia
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