Testosterona

Popular en Israel por sus incandescentes adaptaciones de Joan Manuel Serrat, Manzanita o Paco Ib¨¢?ez, David Broza ha vuelto a Espa?a para promocionar su m¨¢s reciente trabajo, Time of trains, resultado de sus viajes por Estados Unidos. Pero los discos no preparan al curioso para lo que le espera cuando Broza, escarbando en el espa?ol que aprendi¨® en la adolescencia, sale al escenario con su guitarra.Desde el primer instante, Broza se comporta como un motor turbo: sus venas parecen a punto de estallar, sus cuerdas suenan a guada?a, la voz se eleva al cielo. En la recreaci¨®n en directo de las nuevas canciones en ingl¨¦s, Broza abandona los modosos modismos de James Taylor para aproximarse a los inflamados delirios vocales de Tim, Buckley o John Martyn. No, esas ilustres referencias no sirven: el israel¨ª arde con llama. m¨¢s intensa a la vez que maltrata su guitarra y el sistema de amplificaci¨®n.

Los hachazos de sus dedos hacen que broten fraseos flamencos, aires rumberos, que son anegados por la urgencia de traducir un volc¨¢n de sentimientos. Al final de su bis, la. guitarra se escapa de sus manos y se rompe contra el suelo. Consternaci¨®n: es un modelo del luthier madrile?o Contreras. Una visita que no puede pasar inadvertida: su arte es tit¨¢nico, tel¨²rico, tumbador. Eso s¨ª, la Sociedad Protectora de Guitarras deber¨ªa tomar. cartas en el asunto: lo que hizo con la Contreras fue puro sadismo.