He vuelto a mi pa¨ªs

He vuelto a mi pa¨ªs para pasar unas vacaciones tras un a?o sin haberlo visitado. Encuentro a mis compatriotas un poco m¨¢s sabios, un poco m¨¢s esc¨¦pticos, un poco m¨¢s inmunes a los crispadores interesados. El estilo de su peri¨®dico, que leo regularmente en Inglaterra, intentando huir del apasionamiento, tiene mas porvenir en Espa?a que las maneras panfletarias cada vez m¨¢s frecuentes en otros medios de comunicaci¨®n.Sin embargo, todav¨ªa quedan restos de la Espa?a asilvestrada y montaraz. Basta para ello la carta al director de do?a Rosario Calero del 16 de noviembre. Toda la compleja red de errores y conductas culpables por parte de los espa?oles de ambos bandos que condujo a las rebeliones de 1934 y 1936, y a nuestra guerra civil, queda reducida a "una gesti¨®n cat¨®lico-fascista". Esta opini¨®n, aunque pueril, es, sin embargo, respetable. Menos respetable es que, este juicio conduzca a una actitud de "comprensi¨®n" ante la ejecuci¨®n de 7.000 sacerdotes que ocurri¨® en uno de los bandos (no importa, cu¨¢l) en 1934 y 1936-1939. M¨¢s importante que el n¨²mero absoluto es la proporci¨®n sobre el total. Con la excepci¨®n del Pa¨ªs Vasco, se mat¨® a todos (los que no pudieron salir corriendo, claro). Este car¨¢cter de radicalidad del intento de soluci¨®n del problema clerical matando a todos los cl¨¦rigos, esta, exhaustividad del exterminio, muestra el esp¨ªritu nazi de los instigadores y ejecutores de entonces y de los justificadores de hoy.