El Madrid roza el desastre
El Rosenborg aprovecha el desconcierto del equipo espa?ol en la segunda parte
De forma inesperada, el Madrid se complica la vida en la. Copa de Europa. Sali¨® derrotado de Rosenborg y casi puede darse por satisfecho. Un gol m¨¢s del equipo noruego hubiera limitado notablemente las posibilidades de clasificaci¨®n de los madridistas. Tendr¨¢n que resolver su situaci¨®n frente al Oporto. El Rosenborg aprovech¨® su sentido del contragolpe y su euforia para ganar el partido, que discurri¨® con cierta normalidad en el primer tiempo y gir¨® con brusquedad tras el primer gol de los noruegos. El Madrid entr¨® en estado de shock y estuvo cerca del desastre. A falta de mejores noticias, sali¨® del encuentro como l¨ªder de su grupo.Hab¨ªa dudas sobre el funcionamiento del Madrid en un medio dif¨ªcil. Cerca del c¨ªrculo polar, en un campo helado, con una temperatura con bastantes grados por debajo de cero, las circunstancias le resultaban muy desfavorables. En Rosenborg han pasado un mal rato muchos equipos prestigiosos. El Madrid fue el ¨²ltimo de la lista. Los noruegos acostumbran a sacar partido del General invierno y de la depresi¨®n que sufren sus rivales en un estadio tan desapacible. Aunque esta clase de escenarios invitan a la ¨¦pica, el encuentro discurri¨® con bastante ortodoxia y un juego decente. El problema del Madrid fue su discontinuidad, con intervalos estupendos en el primer tiempo y r¨¢pidas ca¨ªdas de voltaje, bien aprovechadas por el Rosenborg, que caz¨® al Madrid poco antes del final de la primera parte y le abrum¨® en la segunda.
El Rosenborg mejor¨® sus prestaciones con respecto al partido de Chamart¨ªn, donde pareci¨® un equipo vulnerable en el aspecto defensivo y bastante apocado. Pero sus jugadores no son unos piernas. Se mueven con rapidez y sentido en los contragolpes, aprovechan las llegadas desde la segunda l¨ªnea de los centrocampistas y explotan el juego por las alas. Y algunos de sus futbolistas tienen habilidad, especialmente Jakobsen, un delantero diminuto con un buen regate. Este perfil del Rosenborg se robustece en su campo, ante su gente y frente al fr¨ªo.
El Madrid estuvo en su tipo durante la primera parte. En lugar de proponer un cuerpo a cuerpo, se salt¨® las dificultades del c¨¦sped y toc¨®. Lo hizo con criterio y paciencia en varias fases. Cuando el asunto funcion¨®, el Madrid salv¨® la resistencia del Rosenborg y gener¨® varias oportunidades, casi siempre protagonizadas por Ra¨²l, laborioso en la participaci¨®n y desafortunado en los remates. Dos relativamente sencillos se le fueron por encima del palo. Todo eso antes del gol de Rosenborg.
En su mejor versi¨®n, el juego del Madrid resultaba casi indefendible para el Rosenborg. Pero no logr¨® concretar su autoridad y se desestabiliz¨® en algunos periodos del duelo. Por razones desconocidas, el Madrid entraba en cortocircuitos que le liquidaban durante tres o cuatro minutos. Entonces se encend¨ªan las alarmas: se perd¨ªa la pelota en situaciones delicadas y el Rosenborg se animaba en los contragolpes, casi todos por la derecha y peligrosos. Karanka sufr¨ªa como lateral y Z¨¦ Roberto no le ayudaba demasiado. Por all¨ª entraba el peque?o Jakobsen y el poderos¨ªsimo Heggem. Era evidente que all¨ª se produc¨ªa un desequilibrio.Sin embargo, las mejores oportunidades del Rosenborg llegaron por la banda izquierda y por el sentido de la oportunidad de Strand, un centrocampista muy inteligente para penetrar. Por eso no pareci¨® casual que Strand fuera el autor del gol. Brattbakk alcanz¨® la l¨ªnea de fondo con demasiada facilidad y meti¨® el centro. Strand, que ya hab¨ªa amenazado en una llegada en tromba que salv¨® Ca?izares, volvi¨® a llegar libre y esta vez clavo el remate.
El tanto se produjo en un momento cr¨ªtico para el Madrid, que sufri¨® el impacto. Sali¨® groggy en la segunda parte y pas¨® un calvario. Heynckes se tem¨ªa algo y meti¨® a Jaime para ayudar a sostener el centro del campo. Ra¨²l se coloc¨® en la izquierda y Seedorf se fue a la derecha. Pero las dificultades del Madrid no estaban entonces en el dibujo. Era un problema de ¨¢nimo: el equipo estaba muy afectado por el gol de Strand.El Rosenborg interpret¨® perfectamente la situaci¨®n. Se agrup¨® en el centro del campo y esper¨® los errores madridistas, que se hicieron frecuentes. Los defectos eran de toda clase: numerosas imprecisiones con el bal¨®n, desajustes entre las l¨ªneas, despistes defensivos. La situaci¨®n favorec¨ªa el tipo de juego que pretende el Rosenborg: el contragolpe. Hubo alguna modificaci¨®n interesante. Jalcobsen actu¨® decididamente por la izquierda y all¨ª se las tuvo con Chendo. Sali¨® ganador en casi todas las ocasiones. Por ah¨ª se quebr¨® el Madrid y por ah¨ª lleg¨® el segundo gol, concretado por Brattbakk. Desde ese momento el partido entr¨® en una din¨¢mica peligros¨ªsima para el Madrid, que se estir¨® en medio de un gran desorden. Eso significaba que el gol era probable en cualquier porter¨ªa. Y si el Madrid recib¨ªa el tercer gol, sus posibilidades de clasificaci¨®n quedar¨ªan muy mermadas. El juego del Madrid se volvi¨® demasiado voluntarista. Le falt¨® claridad para buscar las bandas, se obsesion¨® en entrar por el medio y termin¨® por perder de vista el partido. A un remate al palo de Morientes sigui¨® un tiro venenoso de Jakobsen que tambi¨¦n encontr¨® el poste. Hab¨ªa mucha ida y vuelta, mucho desorden en el Madrid y muchos problemas a la vista. La situaci¨®n se volvi¨® delicad¨ªsima para el Madrid, que se desplom¨® y estuvo al borde de una cat¨¢strofe mayor. Si la derrota era mala, el tercer gol ser¨ªa p¨¦simo para los intereses del Madrid. No lleg¨®. Fue la ¨²nica buena noticia que sac¨® el Madrid en un partido lleno de decepciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.