Senos de arena
Cuando yo era ni?o, se hablaba de Yerma como de la tragedia de la mujer est¨¦ril. El propio t¨ªtulo no dejaba lugar a equ¨ªvocos: yermo es el terreno sin habitantes, sin cultivar. Oigo ahora a mi lado comentar la obra como el drama de la mujer dominada, inculta, explotada: pasa de sus padres a un marido elegido por ellos, y necesita la maternidad porque es la funci¨®n obligatoria, la que exige la sociedad en la que vive.Est¨¢ encerrada, es la cl¨¢sica mujer en casa de los pueblos de Espa?a: y el marido se ampara en sus dos hermanas beatas, solteronas, lloronas, para que la vigilen. Si mira a otro hombre, es porque ese otro la puede dar el hijo: como a la romer¨ªa van las est¨¦riles, y son otros machos de azar los que las fecundan. Una mujer del destino. Puede ser muy bien as¨ª: la obra no cambia, el espectador s¨ª. Los p¨²blicos, las costumbres, evolucionan, y tambi¨¦n la interpretaci¨®n de la obra. Sin renunciar al texto original.
Yerma
De Federico Garc¨ªa Lorca (1934). Int¨¦rpretes: Amparo Mar¨ªn, Jes¨²s Lucena, Manolo Caro, Mar¨ªa Galiana y otros, de la Compa?¨ªa del Centro Andaluz de Teatro. Escenograf¨ªa: Juan Ruesga. Figurines y direcci¨®n de escena: Miguel Narros. Teatro Lara. Madrid.
En todo caso, la funci¨®n est¨¢ tan lograda como siempre lo estuvo, dentro de la soltura que el autor cre¨® con el teatro teatral en torno: era la modernidad, como lo era el texto, popular y surrealista al mismo tiempo. Y bell¨ªsimo. El teatro teatral de hoy es el mismo, o peor, o m¨¢s desganado, que el de entonces. Este cl¨¢sico de menos de setenta a?os sigue brillando en esta representaci¨®n dirigida por Miguel Narros para la Compa?¨ªa del Centro Andaluz de Teatro, que, con otras de la autonom¨ªa, est¨¢ en el teatro Lara.
Sencillez
Miguel Narros monta la obra con sencillez y claridad. La escenograf¨ªa es escueta, como se hace ahora, despu¨¦s del barroco decorativo que se ha llevado y que aplastaba a los comediantes y al texto. Los actores son sencillos.Se habla en andaluz. Lorca no fija lugar: puede ocurrir, como se especifica en La casa de Bernarda Alba, que va en un sentido muy parecido sobre la opresi¨®n de la mujer, en cualquier pueblo de Espa?a. Contarlo era ya luchar contra ello, y ¨¦sa era una de las batallas de la ¨¦poca. No desentona dicho en andaluz, con rasgos de baile y cante flamencos, y quiz¨¢ ayuda a cumplir en la superficie lo que este centro representa en profundidad, y est¨¢ bien.
No est¨¢n tan bien los actores: su representaci¨®n vive entre las dos aguas de afici¨®n y profesi¨®n; de la ingenuidad de la primera pasa para no llegar enteramente a la segunda. As¨ª y todo, se consigue el efecto Lorca, la vida del dolor en el escenario, la forma de hacerlo cre¨ªble dentro de unas met¨¢foras audaces y libres.
Babelia
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