Encuesta arriba
Recientemente, la Empresa Municipal de Transportes ha decidido poner al d¨ªa la utilizaci¨®n de las l¨ªneas de autobuses. En lugar de salpicarlas de taimados informadores y esp¨ªas que observen el comportamiento de los coches, empleados y viajeros, ha acudido al moderno sistema de la encuesta para acopiar opiniones y llegar a la conclusi¨®n que arrojen los ordenadores, una vez revueltos, mixturados y diluidos los datos que se obtengan. Un par de j¨®venes en el lugar de acceso entregan al viajero el impreso, que contiene 34 cuestiones. Junto a cada una, el correspondiente e ingenioso semic¨ªrculo, que interpretar¨¢ el criterio de los usuarios. Es una muesca roja, que se arranca, seg¨²n la elecci¨®n o pertinencia. S¨ª o no, lo toma o lo deja.Parece un cuestionario exigente, puesto alto el list¨®n por el Consorcio de Transportes de Madrid ante los vecinos que utilizamos este medio de locomoci¨®n. He aqu¨ª alguna de las reacciones observadas en el recorrido de aquella ma?ana. Sorpresa, en primer lugar, por la novedad que supone la entrega del inesperado bolet¨ªn. Alguien lo retiene en la mano y deja caer al suelo, con disimulo, sospechando que se trate de la insistente propaganda para aprender ingl¨¦s sin estudiar; o la oferta de un men¨² econ¨®mico, de 850 pesetas, IVA y postre incluidos. Otros lo guardan en el bolsillo del abrigo o gabardina, para depositarlo luego en una papelera o conservarlo hasta el pr¨®ximo oto?o, hecho un gurru?o. Los m¨¢s curiosos, quiz¨¢ avisados en otro viaje, leen las demandas, sin soltar el asidero, que tan justa fama de itinerantes volatineros concede a los madrile?os.
Se trata de inquisiciones de hondura filos¨®fica: "En el viaje que est¨¢ realizando, usted viene de...". Y, al lado: "Usted va...". Se despliega un abanico de siete varillas: "De su casa, del trabajo, del colegio (instituto, universidad, etc¨¦tera), de compras, del m¨¦dico, del lugar de ocio o diversi¨®n, y de gestiones personales en otro lugar". Y viceversa. Quienes hayan visitado a un agente inmobiliario, a la familia o a un notario tendr¨¢n que escoger por analog¨ªa. La filantr¨®pica curiosidad de la EMT tambi¨¦n se interesa por los momentos previos al acceso o abandono del autob¨²s: andando, en distinto autob¨²s (no municipal), en el metro, el tren u otro modo (coche, moto, taxi, etc¨¦tera, donde no vienen incluidos el trineo, el monopat¨ªn o la silla de ruedas).
El prop¨®sito es, intr¨ªnsecamente, loable y de agradecer. Aunque no se vislumbra el m¨ªnimo inter¨¦s por conocer el tiempo de espera, la ubicaci¨®n de las paradas, la urbanidad del conductor y su pericia o torpeza. De lo que no cabe duda es de que se han creado varios cientos de puestos de trabajo, transitorio, inestable, precario, pero empleo al fin, asunto tan socorrido a la hora de la estad¨ªstica y de las argumentaciones para entrar en Europa, donde muchos cre¨ªamos estar desde hac¨ªa tiempo.
Mi trayecto era corto, tres paradas, quiz¨¢ abusivamente utilizado el veh¨ªculo p¨²blico, en lugar de mover las tabas, cuesta arriba, con ese af¨¢n dilapidador tan enraizado entre los sujetos de la tercera edad. Este dato viene solicitado junto al billete sencillo, el normal, el joven y un enigm¨¢tico "otros". Hay que admitir que los viejos hacemos un exagerado uso del autob¨²s, e incluso del metro, somos insaciables. Aprobemos, empero, la iniciativa, aunque venga te?ida de cierto pesimismo y la duda de que estas pesquisas sirvan para gran cosa. Al descender, la muchacha que ocupaba dos asientos junto a la puerta de salida (para ella y la documentaci¨®n acumulada) me exigi¨® la papeleta, que apenas hab¨ªa tenido tiempo de ojear. Con muescas o sin muescas, presumiblemente para rellenar la casilla "no sabe, no contesta". Con la debida cortes¨ªa le comuniqu¨¦ mi prop¨®sito de conservar el cuestionario, leerlo y elaborar una opini¨®n.
Durante aquellos instantes comprend¨ª que la agraciada se?orita carec¨ªa de instrucciones para afrontar la situaci¨®n. Mantuvo una secreta lucha consigo misma, puede que considerase la posibilidad de solicitar ayuda de sus compa?eros y del inspector que contribu¨ªan a que el coche fuese abarrotado a esa hora. Con adem¨¢n desde?oso, me dej¨® bajar.
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