El rey Juan Carlos I y la frontera de Bosnia
?l Rey ha querido celebrar su 60 cumplea?os visitando en Bosnia a los efectivos de la Agrupaci¨®n Arag¨®n all¨ª destacada y tambi¨¦n en la base de Aviano al escuadr¨®n de nuestra Fuerza A¨¦rea desplegado para darles cobertura y medios de transporte. El gesto del Rey confirma que hoy Bosnia viene a ser nuestra frontera m¨¢s clara cuando tantas otras fronteras m¨¢s tradicionales tienden a difuminarse de modo progresivo gracias por ejemplo a los acuerdos de Schengen en el seno de la UE. En las viejas cartillas escolares, anteriores a la preconizada reforma de las Humanidades y de las Geograf¨ªas, la Espa?a peninsular limitaba en los Pirineos con Francia y, al Oeste con Portugal, tambi¨¦n lo hac¨ªa con los mares Cant¨¢brico y Mediterr¨¢neo y con el oc¨¦ano Atl¨¢ntico en Galicia y C¨¢diz. Pero, adem¨¢s, por lo que se refiere a los compromisos con la defensa de la paz y de los derechos humanos, una de las fronteras principales y m¨¢s activas de Espa?a es desde hace unos a?os precisamente la de Bosnia, donde est¨¢n desplegados los efectivos militares con los que el Rey ha compartido su sexag¨¦simo cumplea?os.Esta efem¨¦rides del 5 de enero ha servido para improvisar algunos balances, que el a?o 98 va a propiciar habida cuenta de tantos centenarios como se amontonan y del vig¨¦simo cumplea?os de la Constituci¨®n, que solemnizaremos a la vuelta del pr¨®ximo diciembre. Sabemos que el rey don Juan Carlos se curti¨® primero en la intemperie del exilio. Luego tuvo que encajar muchas dificultades y desaires durante sus estudios y sus a?os en las academias militares en Espa?a. Un pa¨ªs que Franco con la Ley de Sucesi¨®n de 1947 hab¨ªa constituido en Reino, mientras desde aquellaclaque del Movimiento vestida de azul con sus camisitas, sus boinas y su aparato de propaganda se alentaba la hostilidad hacia la monarqu¨ªa, se promov¨ªa la confusi¨®n, se multiplicaban candidaturas sin sentido y se desacreditaba con las m¨¢s negras calumnias al conde de Barcelona, titular de la dinast¨ªa. Su hijo, don Juan Carlos, estuvo en precario: en vida de Franco, porque el dictador se reservaba la posibilidad de revocar la designaci¨®n que hab¨ªa hecho de ¨¦l como sucesor a t¨ªtulo de rey; cuando muri¨® porque se abr¨ªa el imparable proceso de desfranquizaci¨®n de cuyos efectos deb¨ªa quedar a salvo.
Franco y sus asistentes, m¨¢s o menos militas, civiles y eclesi¨¢sticos, sostenidos por elprestigio del terror -al que volvieron, con fusilamientos incluidos, el 27 de septiembre de 1975, s¨®lo dos meses antes de que se le parasen los pulsos-, hab¨ªan dise?ado una imposible monarqu¨ªa del Movimiento. Todo aquel pintoresco retablo estaba enmarcado en unas leyes fundamentales fuera de lugar y tiempo, que por si faltara algo se declaraban permanentes e inalterables dentro de una ambientaci¨®n a mitad de camino entre el nacionalcatolicismo de la cruzada, las simulaciones de los laureanos y otras oscuras resonancias m¨¢s propias del subdesarrollo de las kabilas alauitas. La supuesta garant¨ªa de continuidad de aquel r¨¦gimen personal e intrasferible estaba confiada a las armas desde que en 1962 en el cerro de Garabitas el general (¨ªsimo) dijera aquello de "todo quedar¨¢ atado y bien atado bajo la guardia fiel de nuestro Ej¨¦rcito". Pero esa prenda de continuidad del ej¨¦rcito-atadura no prevaleci¨® aunque hasta su reabsorci¨®n vivi¨¦ramos con sobresaltos, agudos conflictos de lealtades, ruido de sables e intentonas golpistas de por medio.
Al final, los militares profesionales alcanzaron una adecuada comprensi¨®n de sus nuevos y m¨¢s honrosos deberes, cobraron conciencia de ser instrumento para el ejercicio de la soberan¨ªa y rehusaron la inicua tarea de sojuzgar a sus compatriotas. En este proceso, el Rey desempe?¨® un papel de primer orden aplicando la experiencia de las afinidades militares de su abuelo Alfonso XIII y en su misma generaci¨®n de Constantino que perdi¨® el trono de Grecia. Por instinto y convicci¨®n, don Juan Carlos s¨®lo quiso ser rey de ciudadanos libres, a los que dio nacimiento y amparo la Constituci¨®n de 1978. El parte del 1 de abril de 1939 anunci¨® el fin de la guerra y el comienzo de la victoria que sum¨ªa a los vencidos en la humillaci¨®n de la derrota., Pero la paz, la concordia y la reconciliaci¨®n s¨®lo llegaron 39 a?os despu¨¦s.. Felicitemos al Rey y felicit¨¦monos.
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