Grandes estocadas
Tarde tibia y opaca en la que el destello del acero ilumin¨® seis veces, por sus ejecuciones impecables al hilo de las tablas y la mayor¨ªa de las veces en la suerte contraria como respuesta a los h¨¢bitos de un encierro que desde su salida busc¨® ese abrigo.
No obstante, la lucha se dio del tercio para afuera, ante el tes¨®n de Nelson Segura, C¨¦sar Camacho y Sebasti¨¢n Vargas, tres espadas locales con sitio, valientes, enterados. Los que m¨¢s han toreado en los ¨²ltimos 12 meses en Colombia.
La primera de Bogot¨¢ fue una corrida en la que triunf¨® el acero. Pero tambi¨¦n fue tarde de toro y medio, de goterones de lluvia, de tercios de banderillas aplaudidos a pesar de las malas maneras de los astados; de lidia, de pases de castigo. De llevarse a los toros para afuera y bajar la mano, tom¨¢ndolos all¨¢ al frente y tray¨¦ndolos con la panza de la muleta para dejarlos en el sitio ideal que permitiera iniciar un nuevo muletazo con la izquierda. ?ste fue el acto ejecutado por Segura en el de abrir tarde: un toro justo, medido de fuerzas, que fue a m¨¢s durante algunos minutos, fugaces pero a la vez eternos. El colof¨®n fue consecuente con la faena: una estocada hasta los gavilanes que sepult¨® al morlaco.
Mondo?edo /Segura, Camacho, Vargas Toros de Mondo?edo, terciados, mansos y refugi¨¢ndose en tablas
Nelson Segura: estocada (oreja); estocada (palmas). C¨¦sar Camacho: estocada (vuelta); estocada (aplausos). Sebasti¨¢n Vargas: pinchazo y estocada (ovaci¨®n); estocada (silencio). Plaza Santa Mar¨ªa, 18 de enero.
Su segundo ten¨ªa la cabeza encaramada a la altura de la montera. Quer¨ªa subir, buscaba cualquier pretexto para mirar m¨¢s all¨¢ de los capotes. Como los cinco restantes, acudi¨® pronto a las cabalgaduras, pero en cuanto sinti¨® el chasquido de la piel al rasgarse, parti¨® aterrado, protest¨® lanzando las manos adelante, cabece¨®, se doli¨® en banderillas. Otra gran estocada, otra vuelta al ruedo.
Y el medio toro restante fue para C¨¦sar Camacho. Tambi¨¦n con sitio, haciendo las cosas bien. Un bello tercio de banderillas, series por la derecha. Y nuevamente el estoque: certero, en lo alto, que lo mat¨® sin puntilla. En su segundo, la misma historia de mansedumbre, incomodidad y espera. El acero impuso su ley. Aplausos.
Sebasti¨¢n Vargas se llev¨® el peor lote, pero super¨® las dif¨ªcultades con inteligencia. Un tercio comprometido, peligroso, airoso con los palitroques. Luego vinieron la desaz¨®n, los tomillazos de los toros, que se lo quer¨ªan comer. Pinch¨® en el primero, pero luego cobr¨® una gran estocada. Igual sucedi¨® con el de cerrar, en el que fue implacable con la espada.
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