Benjam¨ªn Netanyahu
Cuando estaba en el instituto tuve la suerte de estudiar cuatro a?os seguidos con uno de los mejores profesores de Israel, un joven historiador que con el tiempo destacar¨ªa como estudioso de la ¨¦poca del Imperio Romano, llegando a ser una de las personalidades intelectuales m¨¢s respetadas en el pa¨ªs. Este profesor manifestaba en los a?os cincuenta una cierta tendencia marxista (pero s¨®lo tendencia) y, por tanto, siempre trataba de apartarnos del estudio prolijo de los dirigentes pol¨ªticos para llevarnos a las cuestiones sociales, econ¨®micas y culturales que estaban en la base de los procesos hist¨®ricos. Adem¨¢s, por aquellos a?os le¨ª con pasi¨®n Guerra y paz, de Tolst¨®i, cuyo empe?o constante en demostrar, a trav¨¦s de los cap¨ªtulos hist¨®ricos de la novela, que los l¨ªderes pol¨ªticos y militares no cambian el curso de la historia, sino que s¨®lo sirven de instrumento de las grandes y poderosas fuerzas del pueblo, dej¨® una profunda huella en m¨ª.Durante muchos a?os he intentado mantenerme fiel a esta concepci¨®n de la historia, buscando siempre tras los movimientos de la pol¨ªtica y las intrigas de los pol¨ªticos los procesos sociales dictados por el pueblo. As¨ª ve¨ªa a los pol¨ªticos m¨¢s bien como instrumentos en manos de fuerzas sociol¨®gicas o econ¨®micas. Por eso nunca he sido un lector asiduo de peri¨®dicos ni un fan¨¢tico de los telediarios. Me han bastado las noticias de la radio para estar informado de lo m¨¢s b¨¢sico. Por otro lado, nunca he aceptado la distinci¨®n tan tajante entre el hombre de la calle, ingenuo y bueno en apariencia, y el pol¨ªtico, astuto y perverso. Quiz¨¢ porque en ocasiones he visto que el llamado "hombre de la calle" puede llegar a ser mucho m¨¢s perverso y cruel que los dirigentes considerados inhumanos y sagaces.
Pero he aqu¨ª que durante este ¨²ltimo a?o me he visto dentro del grupo de personas que no cesan de ocuparse de la personalidad de Benjam¨ªn Netanyahu, y cada vez m¨¢s me veo arrastrado por esa sensaci¨®n de odio casi personal que crean hacia ¨¦l tanto periodistas c¨®mo gente de fuera del periodismo. Aparte de mis diferencias ideol¨®gicas con ¨¦l y de sus errores pol¨ªticos, siento rechazo hacia su persona, algo que no se me hubiera ocurrido decir de otros mandatarios pol¨ªticos en la historia de Israel y a los que me enfrent¨¦ de un modo en¨¦rgico, como el fallecido Men¨¢jem Beguin o Isaac Shamir, personas que cometieron errores pol¨ªticos mucho m¨¢s graves y peligrosos que los de Netanyahu. A pesar de que Netanyahu procede de la derecha israel¨ª, ha ratificado no obstante el Acuerde de Oslo, se ha retirado de la ciudad de Hebr¨®n y, probablemente, se est¨¦ preparando para una nueva retirada de los territorios palestinos. Y si bien no lo reconoce p¨²blicamente, estar¨ªa en un principio dispuesto a aceptar la idea de un Estado palestino, de modo que desde el punto de vista pol¨ªtico es, con todo, m¨¢s moderado incluso de lo que fueron en los a?os setenta y dos premios Nobel de la Paz como Sim¨®n Peres y el asesinado Isaac Rabin. Y, pese a esto, me veo dando la raz¨®n a los numerosos art¨ªculos mordaces y llenos de odio hacia el primer ministro que s¨¦ publican en la prensa, y que tratan en todo momento de buscar la manera m¨¢s r¨¢pida de quitarle del Gobierno, como si se tratase de una especie de Ner¨®n o de Cal¨ªgula.
Si planteo esta cuesti¨®n al lector espa?ol es porque hace dos semanas aparecieron en dos peri¨®dicos de Israel dos art¨ªculos de dos periodistas de izquierdas que trataban de analizar la esencia de este odio hacia Netanyahu. El primer art¨ªculo, publicado en un diario de tarde, estaba escrito en un estilo jocoso y su objetivo era convencernos de que el odio hacia Netanyahu es, en realidad, un reflejo del odio que sentimos hacia todos los rasgos negativos de su' car¨¢cter israel¨ª: poca credibilidad, inestabilidad ideol¨®gica, improvisaci¨®n, hedonismo, prepotencia y, sobre todo, una dependencia manipuladora y constante de los medios de comunicaci¨®n.
En cambio, el otro art¨ªculo era m¨¢s largo, mas seno y mas osado. Apareci¨® publicado en el peri¨®dico Ha'aretz, el diario m¨¢s serio y liberal de Israel, y su autor es un periodista conocido por sus posiciones de izquierda y que, no obstante, estuvo durante algunas semanas en el despacho oficial de Netanyahu observando su trabajo en el d¨ªa a d¨ªa. Si bien no es un art¨ªculo a favor de Netanyahu, s¨ª es en principio un art¨ªculo en contra del desprecio y el odio de la izquierda hacia el primer ministro, en contra de la imagen demon¨ªaca de su persona y en contra del continuo fisgoneo que hay en torno a su vida privada, incluida la de su mujer, con el fin de criticarle. El art¨ªculo sali¨® en contra de la soberbia de la gente de izquierdas que habla de la paz como si hablara de una profec¨ªa mesi¨¢nica, y que habla de Rabin como si fuese un santo bendito. En conclusi¨®n, ese art¨ªculo intentaba, sin apartarse de un tono cr¨ªtico, presentar a otro Netanyahu, alguien que no sea s¨®lo un mu?eco vac¨ªo que juega con los medios de comunicaci¨®n, sino una persona con una visi¨®n del mundo y una profunda comprensi¨®n de la estrategia que ha de seguir, y cuyo inter¨¦s no es solamente saber c¨®mo mantenerse en el poder, sino tambi¨¦n materializar una visi¨®n amplia de miras y de largo alcance. .
Este segundo art¨ªculo despert¨® numerosas reacciones. Parte a favor, pero otras muchas fueron muy duras y cr¨ªticas. Tambi¨¦n yo intentaba ser lo m¨¢s objetivo posible, ya fuera por el aprecio personal que siento por el joven periodista autor del art¨ªculo, ya fuera porque yo tambi¨¦n rechazo en ocasiones el tono soberbio y sabelotodo de mis compa?eros de izquierdas (tono en el que a veces yo tambi¨¦n caigo). Pero, a pesar de. eso, no he logrado convencerme de que el hombre Benjam¨ªn Netanyahu no merezca el odio y la oposici¨®n de la izquierda, y de que no sea necesario hacer todo lo posible para quitarle del poder.
Uno de los motivos es que no se est¨¢ hablando de una cuesti¨®n te¨®rica, sino de una postura pol¨ªtica que ha de decidir qu¨¦ camino va a seguir. Todos en Israel tenemos claro que s¨®lo un Gobierno de unidad nacional integrado por socios de la derecha y de la izquierda podr¨¢ acabar con el conflicto palestino-israel¨ª y llegar a un acuerdo final. Tambi¨¦n parece claro que Netanyahu, tras la marcha del ministro de Exteriores y sus ac¨®litos, se encuentra en una situaci¨®n parlamentaria muy precaria, y clama al Partido Laborista para, que se una a ¨¦l y poder as¨ª enfrentarse al bloque derechista de la coalici¨®n, que se opone a cualquier retirada de los territorios ocupados.
Sin embargo, parece que el odio y la oposici¨®n a Netanyahu. dentro del Partido Laborista es tan fuerte que no quiere entrar en ninguna coalici¨®n con ¨¦l. Todos los esfuerzos de los laboristas van dirigidos a hacer todo lo posible para derribarle del Gobierno y adelantar las elecciones, aunque eso lleve consigo retrasar y da?ar el proceso de paz. En definitiva, el lado personal se enfrenta al lado pol¨ªtico y real de las cosas. E incluso a m¨ª, que generalmente soy capaz de decidir en asuntos de este tipo, me resulta dif¨ªcil decidirme. Es como si la antipat¨ªa personal, que siempre quise evitar, me dominase y me impidiese pensar con lucidez.
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