La Real agranda la herida del Madrid
El conjunto de Heynckes exhibi¨® una total ruina defensiva y acab¨® goleado en Anoeta
El Madrid se tra¨ªa muchos deberes a Anoeta: actitud, psicolog¨ªa, esp¨ªritu colectivo, capacidad t¨¦cnica, un debate profundo en su sala de m¨¢quinas y una discusi¨®n profunda respecto a todo lo que ejecuta. Demasiado trabajo para noventa minutos y frente a un rival que le discute con raz¨®n su jerarqu¨ªa. Un pu?ado de goles y un descr¨¦dito manifiesto de su sistema defensivo fue su ¨²nico resultado. Lo dem¨¢s fue apariencia, un discurso de buena conducta en aplicaci¨®n humana pero absoluto desajuste entre l¨ªneas. La cuesti¨®n trasciende m¨¢s all¨¢ de asuntos est¨¦ticos u organizativos. No se trata tanto de debatir el doble medio centro como de convenir que con el talonario agotado en fichajes, el Real Madrid no tiene defensores. Sin Hierro, la l¨ªnea es quebrada y el equipo se desvanece con facilidad. Si adem¨¢s ayer se lesiona Karanka, el conjunto de Heynckes vive al borde del precipicio. Muchos metros m¨¢s all¨¢, el problema se recrudece. Ra¨²l es la sombra de s¨ª mismo, no ha perdido la inventiva pero la ejecuci¨®n es a c¨¢mara lenta y ha expulsado el gol de su cuerpo.Todo ello explica el desasosiego realista en Anoeta. Un equipo incapaz de gestionar una ventaja temprana, de malgastar un m¨¢ximo castigo y de sucumbir con estr¨¦pito por su desaplicaci¨®n colectiva. A prior? se antojaba un cambio de actitud en el equipo de Heynckes que le permiti¨® agarrar el partido por el cogote. La Real Sociedad hab¨ªa reconvenido la precauci¨®n en inactividad y le permit¨ªa maniobrar al Madrid con absoluta soltura, al amparo de Redondo y Seedorf, en busca siempre de las excursiones de Karembeu por su costado. Ra¨²l anunci¨® su malestar en un remate fallido de cabeza que Morientes rectific¨® minutos despu¨¦s en una desaplicaci¨®n defensiva de los donostiarras.
Todo sal¨ªa a pedir de boca para el Madrid, que dispon¨ªa de la pelota, tiraba de la defensa hacia adelante y ahogaba a la Real en su centro m¨¢s improductivo, la mitad del campo. Pero la lesi¨®n de Karanka le desconcentr¨®: gan¨® a Jaime, pero Panucci junto a Sanchis amenazaba ruina: en un lugar donde la Real observa su mejor aplicaci¨®n.
La Real Sociedad le dio la vuelta al marcador en un abrir y cerrar de ojos, con el intermedio del penalti detenido por Alberto a Roberto Carlos, que lanz¨® con absoluta ingenuidad. Bien es cierto que el volteo realista tuvo el parabi¨¦n arbitral al conceder el segundo gol a pesar del manifiesto fuera de juego de Kovacevic, que desvi¨® el disparo de De Pedro.
El partido viv¨ªa el toma y daca, en un homenaje al f¨²tbol ofensivo, aunque fabricado por las lagunas defensivas de unos y otros que por la actitud rompedora de los contendientes.
Nadie ten¨ªa el bal¨®n. La Real, al cotragolpe, y el Madrid, al amparo de la conexi¨®n entre Seedorf y Karembeu, consegu¨ªan llegar con facilidad suprema a sus respectivas ¨¢reas contrarias pero con un rendimiento desigual.
El Madrid se obcec¨® en ese costado y conden¨® a Savio a un proceso de congelaci¨®n que acab¨® devolvi¨¦ndole al vestuario. Era un partido fren¨¦tico, democr¨¢tico, basado en la igualdad de oportunidades. Pero el Madrid no ten¨ªa gol. Ra¨²l y Morientes distan mucho de disponer de la capacidad de resoluci¨®n que abona su hoja de servicios, y el Madrid mor¨ªa con facilidad o en las manoplas de Alberto, covertido de principio a fin en h¨¦roe del encuentro.
La Real Sociedad le meti¨® al partido los kil¨®metros que el Madrid no requer¨ªa para sobrevivir. Por los costados sembr¨® su particular p¨¢nico y por el centro hall¨® la fortuna necesaria para encarrilar el encuentro en un periodo. La reanudaci¨®n del partido culmin¨® el calvario madridista. En apenas 35 segundos Craioveanu se recorri¨® el campo y se plant¨® ante Ca?izares mientras los defensores del Madrid asist¨ªan atentos a la jugada del rumano, que sin embargo fue incapaz de resolver. Kovacevic result¨®, medio minuto despu¨¦s, m¨¢s determinante.
El Madrid anunciaba su desastre, aunque Roberto Carlos reanim¨® la emotividad del encuentro con un disparo lejano que super¨® a Alberto. Fue una reacci¨®n artificial porque el Madrid ten¨ªa demasiadas heridas en el cuerpo. Tras veinte minutos de cierto asedio madridista, Aranzabal obten¨ªa el gol de la tranquilidad.
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