La Rota, a precio asequible

Procesos largos y costosos al alcance ¨²nicamente de los ricos. ?sta es la idea que sugiere en la mente del ciudadano de a pie la menci¨®n de la Sacra Rota Romana, el m¨¢ximo tribunal vaticano que entiende en temas de nulidad matrimonial. Sin embargo, y gracias a una reciente iniciativa de los obispos italianos, los costes dejar¨¢n de ser prohibitivos para aquellos que inicien el largo y proceloso camino de la litigaci¨®n matrimonial por la v¨ªa eclesi¨¢stica. Para que la Iglesia cat¨®lica considere un matrimonio nulo, deben producirse dos sentencias concordantes de los tribunales eclesi¨¢sticos, una en primera instancia y otra en apelaci¨®n. Cuando existe discordancia en las sentencias, hay que recurrir a una tercera instancia: la Sacra Rota. En estos casos, a la angustia del tiempo necesario para superar todos los tr¨¢mites, hay que a?adir el inconveniente de los gastos astron¨®micos. Un tema que no siempre es esencial. La ex presidenta de la C¨¢mara de Diputados de Italia, Irene Pivetti tuvo palabras de elogio para la Rota, pese a lo mucho que se dilat¨® la anulaci¨®n de su matrimonio con Paolo Taranta. "P¨²edo decir que aprecio la seriedad y discreci¨®n m¨¢xima con que he sido tratada por este tribunal", precis¨®.El caso de la Pivetti, que ha vuelto a contraer matrimonio por la Iglesia en noviembre pasado, entra en el cap¨ªtulo " ricos y famosos" y, por tanto, est¨¢ lejos de parecerse a los de los ciudadanos de a pie, que hasta ahora ten¨ªan que hacer frente a la misma minuta al t¨¦rmino del proceso ante la Sacra Rota.

Sin embargo, al menos en Italia, esta instancia final ser¨¢ m¨¢s accesible econ¨®micamente a partir de ahora. Con una decisi¨®n que la honra, la Conferencia Episcopal italiana ha decidido que ser¨¢ la propia Iglesia la que cubra los gastos del proceso en los tribunales -eclesi¨¢sticos -a la Rota en realidad s¨®lo llega un porcentaje peque?o de casos-, sin que los interesados tengan que desembolsar m¨¢s que una modesta cifra fija y general, que, seg¨²n la prensa italiana, ser¨¢ e unas 60.000 pesetas para el c¨®nyuge que plantea la causa y e unas 25.000 para el que la acepta. Sumas insignificantes se tiene en cuenta que, hasta ahora, un proceso que requiere una doble sentencia dedicado a deshacer, o, mejor dicho, a anular los matrimonios de los cat¨®licos practicantes y fieles a la doctrina de la Iglesia pod¨ªa costar entre 600.000 y 850.000 pesetas.

Con la nueva normativa, la Conferencia Episcopal italiana se compromete a utilizar los fondos que recibe de los fieles para pagar estos costosos procesos. Eso s¨ª, la pareja que reclame la nulidad podr¨¢ contribuir con una suma de su elecci¨®n a sostener "las necesidades de la Iglesia", pero el donativo en cuesti¨®n no se har¨¢ efectivo hasta que no haya sentencia firme, "para evitar la menor sospecha de conexi¨®n entre el ¨¦xito de la causa y la contribuci¨®n econ¨®mica", explicaba ayer en el Corriere de la Sera el codirector de la oficina para los problemas judiciales de la CEI, Domenico Mogaro.

El tribunal tendr¨¢ el detalle de informar a los interesados del coste real de su proceso. Una cantidad que, comparada mentalmente con el precio fijo, les permitir¨¢ seguramente acortar las diferencias por medio del donativo adecuado.

Un cap¨ªtulo que dispara a menudo los costes de los procesos es la minuta del abogado. in embargo, en Italia, y al menos oficialmente, ¨¦stos cobran sus honorarios -m¨¢s bien modestos- de los propios tribunales. La mala imagen que proyecta sobre la Iglesia el excesivo coste de las nulidades matrimoniales ha sido una constante preocupaci¨®n de los pont¨ªfices. En 1972, Pablo VI dict¨® normas destinadas a contener los gastos generales de las nulidades, consciente, seg¨²n escrib¨ªa a instancias suyas el Tribunal Supremo de la Signatura Apost¨®lica, de "que los abusos supuestos en este campo o los que han llegado a verificarse realmente han hecho circular comentarios que ofenden verdaderamente a la Iglesia".

Para mantener informados de todo el proceso a los esposos que reclaman la nulidad de su matrimonio, los obispos italianos proponen la creaci¨®n de una figura concreta, un abogado de oficio, que ser¨¢ nombrado este a?o en cada uno de los 19 tribunales eclesi¨¢sticos italianos y que vendr¨¢ a ser una especie de "patr¨®n estable" a imitar por todos los dem¨¢s abogados.