De ida y vuelta
Reconstruir es una forma privilegiada de inventar. Contrastar con perspectiva los hallazgos de otras épocas es una invitación al reencuentro. Las miradas hacia las herencias culturales siempre son de ida y vuelta. Celia Fernández Prieto afirma en uno de los ensayos del libro colectivo Claves de la memoria (editorial Trotta, 1997) que "recordar es una actividad inscrita en el presente, es un momento más del presente", al mismo tiempo que sitúa la recuperación de imágenes y escenarios del pasado en la cuádruple dimensión de "revivir, resucitar, rescatar y reconstruir".La Filmoteca Espa?ola ha organizado en el cine Doré un ciclo de -11 programas durante el mes de febrero sobre "clásicos del cine pudo en concierto". Se muestran los trabajos del Cinema Ritrovato de Bolonia y se debate en mesas redondas sobre las técnicas de reconstrucción filmicas. El cine mudo y la música se necesitan mutuamente. No es cuestión únicamente de sensibilidad actual, sino también de fidelidad histórica. Así era entonces, así debe ser ahora. En las primeras sesiones, los acompa?amientos musicales han estado a cargo del formidable dúo formado por el napolitano Guido Soto (voz, guitarra, mandola y mandoloncello) y el guitarrista suizo Fran?ois Laurent. Los temas de inspiración napolitana, arropados por una voz sensible, frágil y de una gran pureza estilística, daban una dimensión más cálida y entra?able de películas tan sórdidas, melodramáticas y potentes como, por ejemplo, Naples au baiser du feu (1925), del curioso cineasta ruso asentado en Francia Serge Nadejdine. En su día este filme no pasó los rigores de la censura. Hoy se ve con otros ojos.
El ciclo continúa hasta finales de mes, aunque con acompa?amiento que piano por Javier Pérez de Azpeitia. Descubrir o volver a ver, en copias restauradas por las principales filmo tecas algunas perlas como Esposas frívolas, de Stroheim; Tres páginas de un diario, de Pabst (con Louise Brooks, ay ?se acuerdan de La caja de Pandora?), o Nosferatu, de Murnau, es una experiencia que incita al placer reflexivo y al diálogo fértil con una época no tan lejana.
Un diálogo complejo, bello, inteligente, imaginativo e intenso entre unas imágenes antiguas y su reactualización cinematográfica es lo que, por otra parte, ha conseguido José Luis Guerín con su magistral película Tren de sombras, actualmente en cartel. La casi ausencia de diálogo permite que la música incorporada en la banda sonora adquiera un papel determinante.
Los fragmentos de Sch?nberg, Ravel y Bartok se integran en el misterio de una reconstrucción que tiene mucho de íntimo homenaje al cine. La capacidad de evocación es inmensa. También aquí la música y las imágenes se necesitan o, si se prefiere, multiplican sus estímulos.Recordar es una actividad inscrita en el presente, se apuntaba al comienzo de estas líneas. En la música, especialmente. El Louvre de París se introduce en su quinta bienal de música filmada (del 16 de febrero al 16 de marzo) en el universo del piano. 200 reportajes y documentos, procedentes de archivos de cine, televisión o particulares, permitirán ver en pantalla recitales públicos y privados de Rubinstein, Guilels, Benedetti-Michelangeli, Richter, Horowitz, Serkin, Gould y los grandes del jazz, o imágenes documentales de la pianista rumana Clara Haskil con Charlie Chaplin y Pablo Casals. La memoria del piano se hace así testimonio, pero sobre todo vida. Siete recitales en vivo de pianistas actuales favorecen los contrastes de este festival en el que también tienen cabida una exposición fotográfica sobre Sviatoslav Richter, fallecido el pasado agosto, y un atractivo concurso, presidido por el pianista Alexis Weissenberg, sobre películas y documentales musicales realizados en 1996 y, 1997. En la fase final -22 obras- figuran desde un análisis del papel de la voz humana en la expresión de emociones (por el cineasta Werner Schroeter) hasta la filmación de la primera ópera dodecafónica de Sch?nberg, Von heute auf morgen, por Jean-Marie Straub y Danièle Huillet, la misma pareja del deslumbrante Moses und Aron.
Revivir, resucitar, rescatar, reconstruir. Las imágenes y los sonidos, el cine y la música, emergen conjuntamente a través de puntos de encuentro sólidos y excitantes, en los que la memoria y el deseo se expanden a sus anchas, pulverizando lo aparentemente convencional y apostando por un riesgo sustentado fundamentalmente en el diálogo creativo con la tradición.
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