El ideal sonoro de Leonhardt

El martes pudimos escuchar una enjundiosa primera parte del organista Gustav Leonhardt (Graveland, Holanda, 1928) y una segunda del Cuarteto V¨ªa Nova creado en 1968 y en el que permanecen dos de sus fundadores: los violinistas Jean Mouliere y Jean Pierre Sabouret; el atril de viola lo ocupa desde 1992 Liviu Stanese y el de violonchelo Jean Marie Gamard desde 1978.Se trata de cuatro instrumentistas de primera categor¨ªa, repetidamente galardonados y que tocan con instrumentos de gran valor construidos entre 1740 y 1806. Raras veces se dan un sonido y unos conceptos tan cualificadamente cuartet¨ªsticos como en el caso de V¨ªa Nova, grupo de gran flexibilidad cuyo repertorio alcanza pr¨¢cticamente la historia de esa forma musical.

La versi¨®n del Cuarteto denominado La muerte y la doncella, en el que Schubert var¨ªa el lied del mismo nombre, fue inolvidable por el dominio t¨¦cnico, la calidad sonora, la identificaci¨®n de los cuatro profesores y la intensidad expresiva que va del dramatismo intenso del andante a la ligereza puntuada y energ¨¦tica del presto. Antes, programaron el Cuarteto en mi menor, de Faur¨¦, y el en do mayor, tercero de la Opus 59, de Beethoven.

En la sala grande del Auditorio mostr¨® su buen arte y recto magisterio de organista el c¨¦lebre Gustav Leonhardt, m¨²sico pleno de largo y apretado historial como clavecinista y director. En este caso abord¨® p¨¢ginas barrocas particularmente hermosas y significativas de Swelink, Bruna, Van der Kerckhoven, Froberger, Johan Kaspar Ferdinand Fischer, John Blow, Bach y Georg B?hem, esto es, alrededor de 100 a?os de expresi¨®n organ¨ªstica. Leonhardt parece transmutar el instrumento para lograr el ideal sonoro adecuado al esp¨ªritu de cada obra y lo hace con vitalidad, brillantez y comunicatividad inmediata. De ah¨ª el ¨¦xito obtenido.