Preguntas sobre la Inquisici¨®n
El cardenal Ratzinger, te¨®logo adolescente conmigo en el Vaticano II y colega m¨ªo en Tubinga durante tres felices a?os, ha hecho que sea posible: ?el m¨¢s secreto de los archivos secretos del Vaticano ha sido abierto! Y ahora por fin podr¨¦ saber por qu¨¦ el primer predecesor de Ratzinger, el napolitano Caraffa, entonces papa Pablo IV, cuando era inquisidor, encarcel¨® por hereje en la prisi¨®n de Engelsburgo durante dos a?os al gran cardenal reformista Morone, a quien conozco bien como protector de mi Collegium Germanicum de Roma; no fue puesto en libertad ni se rehabilit¨® completamente hasta despu¨¦s de la muerte del Papa, en 1559. Ahora, los historiadores podr¨¢n esclarecer ¨¦sta y otras cuestiones, intrigas y esc¨¢ndalos parecidos, y, esperemos, sin justificarlas despu¨¦s.Gracias, pues, a Su Santidad y a su m¨¢s fiel hijo de Alemania, que han permitido que se abra el m¨¢s secreto entre los archivos secretos: el del Santo Oficio de la Sant¨ªsima Iriquisici¨®n. Uno piensa: hasta el Concilio Vaticano II, la vulneraci¨®n del "secreto" del Santo Oficio era sancionado con la excomuni¨®n, cuya absoluci¨®n era reservada specialissimo modo al Sumo Pont¨ªfice en persona. En cualquier caso, esta apertura de los secretos es un acontecimiento memorable, al menos para las propias autoridades de la Inquisici¨®n. Pero las modalidades de esta acci¨®n de descargo por parte del Vaticano nos obligan a hacernos algunas preguntas:
1. ?Por qu¨¦ el archivo permaneci¨® abierto s¨®lo hasta el a?o 1902? Precisamente a partir del a?o 1903 se volvi¨® de lo m¨¢s interesante: fue entonces cuando P¨ªo X subi¨® al trono papal e inici¨® inmediatamente una campa?a de antimodernismo de la que fueron v¨ªctimas toda una serie de te¨®logos, que tambi¨¦n puso en dificultades a los obispos de Italia, Francia y Alemania y que distanci¨® a innumerables personas de la Iglesia. La decadencia de Galileo y Giordano Bruno... Es posible que nos enteremos de muchas cosas nuevas gracias al archivo. Pero nos gustar¨ªa saber algo nuevo sobre el funcionamiento de la Inquisici¨®n en la ¨¦poca del antimodernismo, del fascismo y del nazismo, y, por ¨²ltimo, volviendo a mis a?os de juventud en Roma, en la ¨¦poca de P¨ªo XII. ?ste canoniz¨® a P¨ªo X e inici¨® una nueva campa?a antimodernista con la enc¨ªclica Humani generis, la prohibici¨®n de los sacerdotes obreros y la destituci¨®n de los te¨®logos m¨¢s importantes de su ¨¦poca, los jesuitas Teilhard de Chardin y Henri de Lubac, y los dominicos Yves Congar y Merie-Dominique Chenu. Hasta qu¨¦ punto ¨¦stos y muchos otros te¨®logos tuvieron que declararse culpables y hasta qu¨¦ punto eran inocentes es algo que no deber¨ªan saber solamente los religiosos de su orden.
2. ?Por qu¨¦ no se acompa?a la apertura de los archivos de la Inquisici¨®n de una vista de los autos para los actuales inculpados? Mi propio informe sobre la Inquisici¨®n procede del a?o de mi promoci¨®n en Par¨ªs, 1957, y tiene el n¨²mero 399/57i (i=apartado del ¨ªndice). Despu¨¦s de 40 a?os hablando y escribiendo, no he conseguido lo que en una sociedad democr¨¢tica se concede por descontado a todos los criminales acusados ante los tribunales: la vista de los autos. Eso tambi¨¦n le fue prohibido a Karl Rahner, Edward Schillebeeckx, Gustavo Guti¨¦rrez, Leonardo Boff, Carles Curran y a muchos otros, contra quienes se iniciaron procedimientos abiertos o secretos en el Santo Oficio. Hasta que no se conceda ¨¦ste y otros derechos fundamentales, el Vaticano no podr¨¢ firmar la Declaraci¨®n de Derechos Humanos del Consejo de Europa, algo indudablemente muy conveniente, ya que el Papa pide constantemente que se respeten los derechos humanos en todo el mundo.
3. ?Porqu¨¦ las autoridades de la Inquisici¨®n, que acabaron con su pasado, no quieren aclarar tambi¨¦n su presente? El cardenal Ratzinger, amable y sonriente luchador contra la libertad cristiana de la Iglesia -f¨ªsicamente muy diferente del gran inquisidor de Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, pero igual de implacable-, recibe diariamente montones de denuncias contra obispos, te¨®logos, religiosas y religiosos, sacerdotes y novicios de todo el mundo, que ahora quedan escrupulosamente registradas en los ordenadores. El cardenal se toma no pocas molestias en enviar continuamente los ucases de la Inquisici¨®n a todo el mundo para impedir las actividades de "herejes" y "disidentes". Entre ellos no s¨®lo se encuentran los te¨®logos y obispos del "brumoso norte", de la "niebla del norte", donde el esp¨ªritu de Lutero sigue desconcertando a la gente. Tambi¨¦n se trata -por nombrar s¨®lo los ejemplos m¨¢s recientes- de los te¨®logos jesuitas de M¨¦xico, a quienes se destituye o se mantiene alejados de cargos importantes, o los te¨®logos de la India y Sri Lanka, a quienes se castiga duramente por discrepancias con respecto a la teolog¨ªa neoescol¨¢stica. ?De qu¨¦ sirve abrir los archivos de la Inquisici¨®n de los siglos XVI al XIX si se mantiene cerrado el archivo de la Inquisici¨®n del siglo XX -que ya no culmina en la quema "f¨ªsica", sino en la "ps¨ªquica" y "moral"- para continuar ejerci¨¦ndola diariamente a escala global en el siglo XXI? Porque la Inquisici¨®n tambi¨¦n tiene una dimensi¨®n global.
Este a?o cumplir¨¦ 70 a?os y no s¨¦ si ver¨¦ un nuevo cambio en Roma de acuerdo con el esp¨ªritu de Juan XXIII y el Vaticano II. Por eso, con toda claridad: he dedicado toda mi vida a la causa de Cristo y de la Iglesia cat¨®lica, y estoy tan convencido como antes del sentido de un magisterio pastoral del Papa. Pero tambi¨¦n soy de la opini¨®n de que nada ha perjudicado esta misi¨®n de Pedro tanto como la inhumana, poco cristiana y desafortunada Inquisici¨®n. Por eso, variando al viejo Cato, con la misma claridad: Ceterum censeo, Romanam Inquisitionem esse delendam ("Por lo dem¨¢s, opino que hay que destruir la Inquisici¨®n romana").
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