Van Gaal asume el legado de Cruyff
El Bar?a gana al Compostela con un f¨²tbol inicial de alto voltaje y recupera el liderato
Jaleado por una hinchada seducida por el Carnaval de Tenerife, el Bar?a corri¨® entusiasmado a por el liderato, y lo retom¨® con energ¨ªa. Fue un triunfo incuestionable y embriagador. Tiene hoy el plantel azulgrana mejor pinta que cuando arranc¨® el campeonato, y sus dos ¨²ltimos partidos invitan a recuperar la fe en una Liga que se consume sin gobierno.Es el azulgrana un equipo nuevo y, sin embargo, ya conocido, f¨¢cil de identificar. Juega gente que fue v¨ªctima del exterminio emprendido contra Cruyff y su legado, como Roger, ?scar o Celades, y futbolistas que imponen su juego por encima de un sistema como Luis Enrique y Rivaldo, ¨²nico de los fichajes -junto a Hesp-, que ayer form¨® en el equipo titular.
Van Gaal ha renunciado a domar al grupo y se ha dejado domesticar. Y del debate ha salido un equipo que inspira m¨¢s fiabilidad que el que pueda parir cualquier t¨¦cnico, porque se sabe de su carta de naturaleza. Vuelven a estar en cancha los peloteros, futbolistas que anteponen los sentidos a los gemidos, gente que no concibe el juego sin el bal¨®n, jugadores nacidos en el Miniestadi, j¨®venes con una misma idea del f¨²tbol, hombres de sangre cul¨¦.
Han reaparecido los ni?os de Cruyff. Van Gaal ha asumido el legado de su compatriota y, una vez liberado de la camisa de fuerza t¨¢ctica, el equipo vuelve a divertirse en el campo y la hinchada lo celebra en la grada. Otro asunto es adivinar su grado de competividad. El paso de la Liga lo dir¨¢.
El Compostela fue simple espectador del triunfo autoritario del Barcelona. La goleada ante el Zaragoza condicion¨® la actitud de uno y otro equipo en la arisca noche de ayer. El partido de Copa tuvo un efecto determinante: hinch¨® al Bar?a y acobard¨® al Compostela. La crecida del grupo de Van Gaal supone un efecto intimidador sobre el adversario. El colectivo de V¨¢zquez no tuvo opci¨®n al triunfo. Ya hizo bastante con mantener una actitud muy digna en la cancha sabi¨¦ndose perdedor.
Plantado a partir de una l¨ªnea de cinco zagueros, el Compostela mir¨® y remir¨®, desconfiado, sabiendo que, le iban a apu?alar. El Bar?a se trabaj¨® el partido con gancho. Tom¨® el cuero, le dio ritmo, movi¨® el contrario hasta abrirle de piernas y, cuando tuvo el portero a tiro, meti¨® la bala. Nunca malgast¨® un bal¨®n. La primera llegada (minuto 8) acab¨® en penalti, y Rivaldo lo fall¨®. La convicci¨®n del grupo en el triunfo era tanta que nadie repar¨® en el error. El gol lleg¨® en el segundo remate.
Pivotando sobre la figura de ?scar, el Barca ofreci¨® un primer tiempo del alto voltaje. Hubo mucho entrejuego, y por lo menos cinco ocasiones. Llegado el descanso, el equipo se dej¨® ir y permiti¨® que el Compostela se largara del Camp Nou con la sensaci¨®n de haber perdido por dos lamentables errores individuales. Para entonces ?scar, asistente en los dos goles, ya se hab¨ªa ido.
Unidos por una forma de entender el f¨²tbol, solidarios en defensa y ataque, los azulgrana ofrecieron un largo rato de muy buen ver. Fue un primer tiempo que desprendi¨® un inconfundible aroma a Cruyff, justamente lo ¨²nico que se le ha pedido siempre a Van Gaal. Un asunto as¨ª de f¨¢cil y as¨ª de dif¨ªcil. Para bien o para mal, el Bar?a ya tiene un plan y un equipo para ejecutarlo.
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