Vuelta a la sensatez
FINALMENTE, LA diplomacia y la sensatez parecieron triunfar ayer en Bagdad. Las esperanzas de evitar un ataque estadounidense contra Irak recibieron un firme impulso tras el acuerdo al que lleg¨® el secretario general de la ONU, Kofi Annan, con Sadam Husein y su Gobierno. A falta de conocer los detalles del texto aprobado, es previsible que Estados Unidos reaccione con cautela y espere a comprobar en la pr¨¢ctica la diposici¨®n de Irak a dejar a los inspectores de la ONU que vigilen sin restricciones y sin condiciones si ese pa¨ªs posee armas de destrucci¨®n masiva y, en su caso, destruirlas antes de proceder a desmontar el enorme dispositivo militar que ha acumulado en la zona. Pero, de no revelarse una nueva doblez por parte del dictador iraqu¨ª, EE UU no tendr¨¢ justificaci¨®n alguna para lanzar un ataque. El gusto por negociar al borde del precipicio es algo de lo que Sadam Husein ha dado repetidas pruebas, ya sea en 1990 y 1991, cuando finalmente precipit¨® a su pa¨ªs por el abismo, o en noviembre pasado, cuando rebrot¨® la crisis de las inspecciones tras un mal c¨¢lculo del r¨¦gimen iraqu¨ª. ?ste quiso limitar la vigilancia de los equipos de Onuscom que han de buscar libre e ilimitadamente todo atisbo de posibilidad de armas de destrucci¨®n masiva en virtud de la resoluci¨®n de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas de 1991.Aunque las suspicacias ante ese experto en el arte del enga?o que es Sadam Husein pueden resultar comprensibles, es de esperar que la misi¨®n de Annan, con instrucciones y un margen de maniobra dado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, confirme ante ¨¦ste el ¨¦xito que alumbr¨® ayer en Bagdad, pues hab¨ªa mucho en juego en esta crisis. Para empezar, un sufrimiento a?adido para la ya castigada poblaci¨®n iraqu¨ª si se hubiera llevado a cabo lo que Washington anunciaba como un ataque "devastador". La decisi¨®n del Consejo de Seguridad de doblar la cantidad de petr¨®leo que Irak podr¨ªa exportar para comprar alimentos y medicinas constituy¨® una se?al positiva. Bagdad deber¨ªa valorar en lo que vale esta cesi¨®n, aunque busque el levantamiento de todas las sanciones impuestas desde la invasi¨®n de Kuwait en 1990.
En segundo lugar, el acuerdo deber¨ªa garantizar el objetivo declarado central de todo este drama: que Irak no producir¨¢ armas de destrucci¨®n masiva, principalmente qu¨ªmicas o bacteriol¨®gicas. Un ataque probablemente no hubiera destruido esas supuestas capacidades, pero s¨ª podr¨ªa haber hecho pol¨ªticamente imposible al r¨¦gimen de Bagdad aceptar el sistema de inspecciones de la ONU, el que mejor garantiza la localizaci¨®n de ese tipo de armamento.
En tercer lugar, estaba en juego la autoridad de unas Naciones Unidas cuyo papel en el orden mundial en gestaci¨®n deber¨ªa estar llamado a crecer. Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, aunque divididos, han estado constantemente vinculados a esta diplomacia que en sus ¨²ltimos tramos ha llevado el propio Kofi. Annan, cuya figura puede salir realzada. Dicho esto, la diplomacia hubiera tenido que actuar con mucha m¨¢s lentitud de no haber sido por la amenaza militar de Estados Unidos contra Irak, que gan¨® credibilidad a medida que crec¨ªa su despliegue. Pero este camino podr¨ªa haber llevado -y a¨²n existe el riesgo- a Estados Unidos a ejecutar su amenaza, lo que hubiera resultado desproporcionado, e incluso podr¨ªa generar una clara desestabilizaci¨®n en la zona. Las guerras y las operaciones militares siempre suelen tener consecuencias insospechadas, adem¨¢s de las previstas. Washington aliment¨® una cierta sospecha. de que hay algo m¨¢s detr¨¢s de su actuaci¨®n, cuando los hacedores de su pol¨ªtica fueron ayer, otra vez, m¨¢s all¨¢ de la exigencia respecto a las inspecciones al asegurar que cualquier acuerdo debe "conformarse al inter¨¦s nacional" de EE UU.
Incluso con una soluci¨®n diplom¨¢tica, la crisis no est¨¢ exenta de costes. No s¨®lo porque Sadam Husein pueda salir reforzado de ella, lo cual es lamentable en un dictador de su cala?a, sino porque EE UU, y la ausente Europa con ¨¦l, haya perdido peso en un mundo ¨¢rabe que observa c¨®mo se ha paralizado el proceso de paz entre israel¨ªes y palestinos. Nunca se debi¨® permitir que esta crisis llegara a tales extremos. Pero ayer asistimos al triunfo de la diplomacia y hay que felicitarse de que las negociaciones condujeran hacia la paz, alejando, al menos de momento, el espectro de una guerra poco justificada.
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