V¨ªctima, culpable

En realidad, es un cuentecillo: una venganza del pasado, quiz¨¢ un secuestro, falso o real, y un encuentro en la no che entre dos personajes. Que pueden ser, si se apuran las circunstancias, uno solo. Una sola v¨ªctima, un solo culpable. Una queja y al mismo tiempo una agresi¨®n: tanta agresi¨®n que termina con un disparo y una muerte. Alg¨²n s¨ªmbolo: una trompeta, lo dif¨ªcil que es sacarle una nota cualquiera, y la especie de canto del cisne que emite cuando va a morir (dicen los naturalistas que, en realidad, es ronco y destemplado).De todo ello se sacan consecuencias de programa. El texto de programa de teatro va siendo un g¨¦nero, una forma de literatura que muchas veces tiene escasa relaci¨®n con lo que se ve o se ha visto. Yo prefiero no leerlos hasta despu¨¦s de vista la obra; est¨¢ escrito que una obra de teatro se explica por s¨ª misma, o debe ser suficiente. De todas formas, suelen ser ilegibles: como en tantas otras cosas, los programas de teatro se hacen ya s¨®lo con el objeto de fabricar un objeto, y no con el de ser le¨ªdo o expl¨ªcito, con unas declaraciones de autor¨ªa, reparto y colaboraci¨®n: interesa m¨¢s su colorido, la tipograf¨ªa que se emplea y el precio que ha de tener.

Suelen resultar ilegibles, con la escasa luz de las salas y la notable edad media que tienen los espectadores. No en este caso: los espectadores del estreno en la Cuarta Pared eran j¨®venes, como los dos actores y como la autora. No libra a los int¨¦rpretes de un cierto amaneramiento, de un cierto deseo de "hacer teatro", de que "se les vea trabajar": aun as¨ª, pueden tener mucha m¨¢s calidad que los que llevan muchos a?os en los escenarios.

Se puede a?adir lo mismo a la joven autora: da gusto c¨®mo monta un mon¨®logo, y con qu¨¦ buen idioma maneja el di¨¢logo y como pretende estar a la altura del teatro. S¨®lo les falta, a todos, ir un poco m¨¢s all¨¢ de lo conocido.