Yeltsin o el or¨¢culo de Delfos
Cuatro de cada cinco rusos consideran, seg¨²n un sondeo, que la prensa no ha sabido explicar la raz¨®n de la crisis gubernamental provocada el 23 de marzo por Bor¨ªs Yeltsin. No es culpa de los periodistas. El imprevisible presidente act¨²a por hechos consumados y habla como el or¨¢culo de Delfos, dif¨ªcil de interpretar. ?Ha sido su deseo que V¨ªctor Chernomirdin, el primer ministro destituido, presente su candidatura para la elecci¨®n presidencial del a?o 2000? ?l le invit¨® a dedicarse a la pol¨ªtica, y es muy posible que haya considerado que Chernomirdin tendr¨ªa m¨¢s posibilidades de ganar si no estaba identificado con un Gobierno impopular. Pero la sorpresa del Kremlin cuando este ¨²ltimo anunci¨® su candidatura sugiere que el or¨¢culo ten¨ªa otra idea en la mente. No se sabe cu¨¢l. "Yeltsin ha hecho todo lo posible para hacer la pol¨ªtica rusa a¨²n m¨¢s opaca que en la ¨¦poca de la URSS", escribe un editorialista. Pese a todo, se puede llegar a reconstituir la din¨¢mica de sus actos, aunque no se pueda responder a todas las cuestiones que ella plantea.En la ma?ana del lunes 23 de marzo, Yeltsin inform¨® al pa¨ªs y al mundo que asum¨ªa la direcci¨®n del Gobierno. Sergu¨¦i Shajr¨¢i, su representante en el Tribunal Constitucional, se precipit¨® enseguida al Kremlin para advertirle de que la Constituci¨®n prohibe tal acumulaci¨®n de cargos. Yeltsin, que deb¨ªa dirigirse al pa¨ªs dos horas despu¨¦s, se vio obligado a encontrar de inmediato un primer ministro, al menos interino. Algunos de los 70 ministros que forman el Gobierno ruso son amigos personales del presidente desde hace tiempo y en buena l¨®gica deber¨ªa haber sido uno de ellos el promocionado. Pero el presidente eligi¨® a Sergu¨¦l Kiryenko, ministro desde hace cuatro meses y al que ni siquiera conoce. Su hija Tatiana y su mano derecha, Valent¨ªn Yum¨¢schev, jefe de su Administraci¨®n, tampoco le han visto nunca en persona. ?Qui¨¦n, pues, propuso esta ins¨®lita candidatura? Se ha hablado de Bor¨ªs Nemtsov, que fue quien trajo a Kirienko de Nigni-Novgorod, pero el viceprimer ministro, demasiado contento por no haber sido destituido, lo ha desmentido. Bor¨ªs Berezovski, el millonario y hacedor de reyes, aun aprobando la decisi¨®n de Yeltsin, ha precisado que ¨¦l no ten¨ªa nada que ver. Ni siquiera el propio Kirienko ha sido consultado.
Para calmar la inquietud, que no afecta solamente a la prensa, el portavoz de Bor¨ªs Yeltsin, Sergu¨¦i Yastrzhembski, acaba de afirmar en la televisi¨®n que no es nada anormal confiar el Gobierno a un hombre de 35 a?os, "es la edad que ten¨ªa Olof Palme cuando fue primer ministro de Suecia", ha dicho sin medir la envergadura de su metedura de pata. Olof Palme ten¨ªa tras ¨¦l muchos a?os de actividad p¨²blica y fue elegido por sufragio universal y por un programa conocido por todo el mundo. Al hacer la comparaci¨®n es cuando se comprende que no es la edad, sino la ausencia total de pr¨¢ctica pol¨ªtica, de competencia y de programa lo que hace tan sospechosa la promoci¨®n de Kirienko. Sigue sin haber respuesta a la pregunta de por qu¨¦ ha sido elegido.
Bajito, con gafas y aire de un profesor debutante, el feliz elegido fue a explicarse en el programa televisivo H¨¦roe del d¨ªa. Cont¨® su itinerario pol¨ªtico, primero en el Komsomol, luego como miembro del PCUS en Nigni-Novgorod, donde termin¨® dirigiendo un banco local y una peque?a compa?¨ªa petrolera que le valieron su promoci¨®n como ministro de la Energ¨ªa.
Comunista idealista -?en esa ¨¦poca deb¨ªa ser el ¨²nico en Nigni-Novgorod!-, comprendi¨® que esa idea no era realizable, pero, en un gui?o a los comunis tas de hoy, afirm¨® que no reniega e su posado y que sigue considerando su carn¨¦ del partido. "Mi padre, que ya ha muerto, era jud¨ªo; mi madre es rusa; mi apellido es ucranio, y en mi primera juventud, en Sujumi, iba a la escuela georgiana; soy, en suma, un aut¨¦ntico sovi¨¦tico", continu¨® con humor. Las cosas se complicaron cuando se le pregunt¨® sobre su programa pol¨ªtico y la eventual composici¨®n de su Gobierno. No pudo decir nada: era demasiado pronto, todav¨ªa no hab¨ªa decidido nada y no har¨ªa nada sin el presidente.
Cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, el 27 de marzo, este ¨²ltimo lleg¨® como una tromba a la Casa, Blanca, sede del Gobierno, y, bajo la luz de los focos, llev¨® al joven primer ministro interino al despacho va c¨ªo de V¨ªctor Chernomirdin. Fue u consagraci¨®n: "?ste es mi candidato a la presidencia del Conejo de Ministros", exclam¨® Bor¨ªs Nicolaievich, quien exigi¨® a la Duma que diera el visto bueno, pues si no la disolver¨ªa. Curioso chantaje. Enga?ado por los sondeos, un presidente puede provocar unas elecciones sorpresa y perderlas. Es lo que ocurri¨® en Francia la primavera pasada. Pero en Rusia ning¨²n sondeo promete la victoria al "partido del poder", sino que, por el contrario, predicen que probablemente no lograr¨¢ el 5% de los sufragios, necesario para tener representaci¨®n parlamentaria. La pr¨®xima Duma ser¨¢ con toda seguridad m¨¢s de oposici¨®n a la actual. ?Qu¨¦ puede esperar, pues, el presidente con la disoluci¨®n? El presidente de la C¨¢mara, el comunista Guennadi Selezniov, invitado al programa H¨¦roe del d¨ªa, dio una explicaci¨®n muy did¨¢ctica. "Vivimos en un r¨¦gimen autoritario en el que la Duma expresa el sentir de la sociedad y la protege de la arbitrariedad limitada", dijo con dureza. El a?o pasado, Yeltsin, enfenno, acept¨® encuentros regulares con los presidentes de las dos c¨¢maras para mantenerse al corriente de la situaci¨®n del pa¨ªs. Tras el golpe del 23 de marzo, Selezmov solicit¨® en vano un encuentro. Yeltsin no ten¨ªa tiempo debido a la visita de Jacques Chirac y de Helmut Kohl, que, por otro lado, s¨®lo dur¨® un d¨ªa. Esta negativa al di¨¢logo corresponde, seg¨²n Selezniov, a un prop¨®sito muy concreto: Bor¨ªl Nicolaievich quiere dejar el terreno libre para reforzar a¨²n m¨¢s su poder y legislar por decreto. "Yo, yo, yo. Es lo ¨²nico que tiene en la boca y en la cabeza", asegur¨® el presidente de la C¨¢mara.
La disoluci¨®n de la Duma le permitir¨ªa, seg¨²n Selezmov, promulgar su ley sobre la venta libre de la tierra,. rechazada por los diputados, y sobre la reforma fiscal favorable a los ricos, que tampoco ha sido aceptada. Tendr¨ªa la mano libre para la privatizaci¨®n de la Sbierbank (caja de ahorros rusa) y del Banco de Comercio Exterior, hasta ahora muy contestadas. Para terminar, el presidente de la Duma se?al¨® una extra?a coincidencia: la crisis estall¨® tres d¨ªas despu¨¦s de que se abriera la puja para la su-
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basta del 75% m¨¢s una acci¨®n de Sibneft: ''La compa?¨ªa petrol¨ªfera que controla, desde, Sajalim hasta Kaliningrado, nuestros yacimientos de petr¨®leo, los m¨¢s importantes", dijo.
Selezniov duda, pues, en ofrecer un pretexto a Yeltsin para disolver la Duma. ''Los diputados, y yo el primero, no nos aferramos a nuestros sillones, pero no queremos facilitar la tarea de 'barones ladrones' que, protegidos por el Kremlim, saquean la econom¨ªa nacional", concluy¨®. En otra entrevista subray¨® que, al imponer un personaje inexistente como Kirienko, el presidente carga con toda la responsabilidad de la miseria del pa¨ªs y no podr¨¢, como hac¨ªa en el pasado, desviar la c¨®lera popular hacia el primer ministro o hacia uno u otro de los ministros. Es una tesis conciliadora que tiene su I¨®gica en un pa¨ªs con un poder criminalizado e imprevisible. Pero Selezniov s¨®lo habla a t¨ªtulo personal. Su funci¨®n en la Duma no le permite pertenecer a la facci¨®n comunista, dirigida por Guennadi Ziug¨¢nov. ?sta ha puesto unas condiciones draconianas a Sergu¨¦i Kirienko: le ha pedido que forme un Gobierno "de unidad nacional", reclutado en todas las facciones de la Duma en funci¨®n de su importancia num¨¦rica. El partido de Ziug¨¢nov, junto a sus aliados, tiene pr¨¢cticamente la mayor¨ªa, por lo que se tratar¨ªa de un Gobierno dominado por los comunistas. Inmediatamente despu¨¦s, Guennadi Ziug¨¢nov puso los puntos sobre las ¨ªes: "En un pa¨ªs en el que el presidente est¨¢ gravemente enfermo, no podemos votar a un joven desconocido que, en virtud de la Constituci¨®n, podr¨ªa convertirse de la noche a la ma?ana en el jefe del Estado, con control sobre el bot¨®n nuclear''. Tras este rechazo, Yeltsin intentar¨¢ probablemente maniobrar para comprar a algunos diputados de una u otra facci¨®n -Chernornirdin ha sido un maestro en esta pr¨¢ctica-, pero sus posibilidades de ¨¦xito son escasas. Grigori Yavlinski ya ha dicho, en nombre del grupo lablo ko, que votar¨ªa contra Kirienko, e incluso el payaso Vladimir Zirinovski, que m¨¢s de una vez ha salv¨® al Gobierno precedente, ha declarado' que no comprend¨ªa "por qu¨¦ se hab¨ªa sustituido a un comandante de divisi¨®n por un sargento".
El pulso entre el Kremlin y la Duma parece inevitable. Puede durar un mes como m¨ªnimo. El presidente s¨®lo puede disolver la C¨¢mara tras tres votaciones negativas de sus diputados, espaciadas entre s¨ª por diez d¨ªas. La relativa estabilidad lograda en Rusia por Chernomirdin ha estallado en pedazos. El pa¨ªs, pr¨¢cticamente en bancarrota, sometido a los caprichos de un zar al que se compara con Bor¨ªs Gudunov al final de su reinado, pierde cada d¨ªa un poco m¨¢s de credibilidad internacional, digan lo que digan Chirac y Kohl. Adem¨¢s, basta con ver la televisi¨®n rusa para comprender hasta qu¨¦ punto la "estabilidad" perdida era fr¨¢gil. En Ekaterimburgo, donde -se gastaron miles de millones para la celebraci¨®n del encuentro de la "troika europea" -trasladada en el ¨²ltimo momento a Mosc¨²-, la gente, encolerizada, sali¨® a la calle con pancartas: "No nos pagan desde hace 15 meses. ?D¨®nde est¨¢ el dinero prometido?''. Buena pregunta que no s¨®lo se oye en Ekaterimburgo. En principio, seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales, toda la deuda por salarios y pensiones ha sido absorbida a finales de 1997. Pero no es ¨¦sa la realidad. Parece claro que el Kremlin, a golpe de pr¨¦stamos extrajeros, ha reunido el dinero necesario, pero que ¨¦ste no ha llegado jam¨¢s a la base. Ha sido desviado por los potentados financieros y la mafia.
Una semana antes de la crisis, Mija¨ªl Kal¨¢shnikov, el que dio nombre a la c¨¦lebre metralleta, lleg¨® de Ijevsk, en los Urales, a Mosc¨². SvIetana Sorokina, una vedette de la televisi¨®n, le recibi¨® con entusiasmo: "Es usted el ruso m¨¢s conocido en el mundo", le dijo con una encantadora sonrisa. Su invitado, un general casi octogenario que lleva muy bien los a?os, le dijo que esa gloria s¨®lo le hab¨ªa tra¨ªdo inconvenientes. Durante treinta a?os no hab¨ªa podido viajar ni mostrarse en p¨²blico. M¨¢s tarde pudo visitar las f¨¢bricas occidentales de metralletas como las que ¨¦l hab¨ªa inventado. "Nuestra Kal¨¢shnikov, mejorada con regularidad, sigue siendo la mejor", afirm¨® con orgullo. "?Bravo!", exclam¨® Sorokina, y como es obligado en los tiempos que corren, le pregunt¨® sobre su fortuna personal. El viejo general, decorado con dos estrellas de oro de h¨¦roe del trabajo socialista dio un suspiro: "Se?ora, si hubiera ganado aunque s¨®lo fuera cinco copecas por cada Kal¨¢shnikov vendida, podr¨ªa al menos pagar los salarios de la f¨¢brica de Ijevsk que las fabrica". Incluso en esta f¨¢brica piloto, joya de la industria de armamento rusa, los obreros no cobran desde hace casi un a?o.
Sin embargo, la exportaci¨®n de armamento da a Rusia unos beneficios considerables, apenas menores que los de la venta de hidrocarburos. ?D¨®nde se pierde este dinero? La paciencia de los rusos que trabajan sin cobrar parece infinita, pero todo tiene un l¨ªmite y puede que el aut¨®crata del Kremlin haya desencadenado algo m¨¢s que una crisis gubernamental y que le vaya a ser dif¨ªcil controlar los acontecimientos.
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