Ricardo Chailly afirma que una gran orquesta necesita la m¨²sica contempor¨¢nea para estar viva
El director interpreta a Mahler, Bruckner y Wagner con la Sinf¨®nica de Londres
Riccardo Chailly fue considerado en sus inicios como un prodigio. Con 14 a?os empu?¨® su primera batuta y con 19 dirigi¨® su primera ¨®pera. Ahora, a los 47 a?os, se lo rifan por los auditorios del mundo. Milan¨¦s, hijo del compositor Luciano Chailly, con una vasta cultura, Chailly es uno de los representantes m¨¢s interesantes de esa generaci¨®n de directores de orquesta que alcanzar¨¢ la madurez en el tercer milenio. Por ahora se ha ganado el respeto internacional con una clara filosof¨ªa: "Innovar, buscar nuevas fronteras". Y sufre tal alergia a las repeticiones y tal aver si¨®n al conservadurismo que afirma de forma categ¨®rica: "Detesto el neorromanticismo". Lleva 10 a?os al frente de la Royal Concertgebouw de Amsterdam y considera que una orquesta importante debe "enfrentarse a la m¨²sica contempor¨¢nea para mantenerse viva".
Ha venido a Espa?a para dirigir la Orquesta Sinf¨®nica de Londres en Valencia y Madrid, para lo que se ha tra¨ªdo debajo del brazo partituras de Mahler, Bruckner y Wagner, al que cree que hay que juzgar "por su inmenso genio musical y no por algunas de sus ideas", que le repugnan como ser humano.Con su barba poblada y un poco descuidada, Chailly parece un rojo reciclado de los setenta, entusiasta de los Rolling Stones. Pero puede presumir de ser uno de los mejores directores de orquesta del mundo. Para eso ha seguido el ejemplo de sus maestros m¨¢s admirados: Claudio Abbado, que en cierta manera le apadrin¨® en la Scala de Mil¨¢n con 20 a?os; Herbert Von Karajan, al que veneraba como a un dios, y Pierre Boulez.
"Creo que los directores de orquesta en esta ¨¦poca debemos seguir el ejemplo de Pierre Boulez", asegura. "Hay directores j¨®venes que parecen ancianos y que repiten una y otra vez la misma sinfon¨ªa. Y hay otros, como Boulez, que con setenta a?os parece un bambino [un ni?o], incansable a la hora de buscar, renovar, innovar y no repetirse".
Casualmente el maestro y compositor franc¨¦s antecedi¨® en el c¨ªclo de Iberm¨²sica en Madrid a Chailly con la misma formaci¨®n, la Sinf¨®nica de Londres. "Una orquesta", asegura el director italiano, "muy flexible, con una inmensa cultura del sonido y un gran sentido de la intuici¨®n en los m¨²sicos, algo muy importante en esta profesi¨®n y que no todos tienen".
Chailly, entre otras cosas, pasar¨¢ a la historia por haber sido ano de los mejores directores titulares que ha tenido la Royal Concertgebouw de Amsterdam, una de las formaciones sinf¨®nicas m¨¢s destacadas en el panorama musical, fundada en 1888, con la que icaba de renovar contrato hasta el 2004. Ya lleva diez a?os al frente le esa orquesta a la que lleg¨® con a misi¨®n de renovar el repertorio. 'Ha sido una tarea dif¨ªcil porque la orquesta estaba acostumbrada a programas muy cl¨¢sicos", dice, "pero una formaci¨®n de esa categor¨ªa no puede permitirse el lujo de no enfrentarse a la m¨²sica contempor¨¢nea -que Chailly siempre trata de acercar al p¨²blico- y es una obligaci¨®n que debe marcarse para mantenerse viva".
Una de las cosas que le ha aportado la orquesta holandesa es la profundizaci¨®n en Gustav Mahler. Precisamente acaba de salir al mercado una grabaci¨®n de la Quinta sinfon¨ªa que ofrece una idea perfecta de lo que Chailly cree que es Mahler. "Admiro su violencia, su provocaci¨®n, la morbidez de alguno de sus momentos, los contrastes duros", dice.
Para Chailly ha sido una gran ayuda estudiar las anotaciones a las partituras de Mahler que hac¨ªa Willem Mengelberg, que fue titular de la orquesta holandesa durante 50 a?os. "He descubierto cosas importantes. Esas partituras las deber¨ªa estudiar un music¨®logo. Son un tesoro", asegura. Pero Chailly tambi¨¦n ha estudiado la relaci¨®n entre Mahler y Bruckner, cuya Octava sinfon¨ªa interpret¨® ayer en el Auditorio Nacional. "Descubr¨ª que Mahler lleg¨® a in terpretar una Octava de Bruckner cortada, algo que yo nunca har¨ªa, pero con el consentimiento del autor, lo cual es algo sorprendente. Lo puedo probar", asegura.
Impecable
Chailly ha decidido iniciar una cruzada por la m¨²sica sinf¨®nica en su pa¨ªs, que es una meca oper¨ªstica pero que descuida este otro campo musical. Para empezar, va a encargarse de una nueva orquesta sinf¨®nica, la Giuseppe Verdi, que se estrenar¨¢ en 1999 en Mil¨¢n, donde tendr¨¢ su sede. "Es una verg¨¹enza que en Italia no haya salas sinf¨®nicas como las que tienen aqu¨ª en Espa?a, en Valencia, en Barcelona, en Madrid, en Santander, por ejemplo", comenta moderadamente indignado, sin perder las formas, como buen milan¨¦s, cuidadoso de que no se arrugue su traje azul impecable. Y prosigue: "Las salas sinf¨®nicas son fundamentales para interpretar estas obras como es debido. La ac¨²stica, el entorno de una sala como la del Concertgebouw es la que ayuda a crear una gran orquesta".Los retos de Chailly para el comienzo de siglo no se quedan ah¨ª. Tambi¨¦n va a organizar un festival de m¨²sica sacra en el 2000 para ahondar su conocimiento de Bach, uno de los compositores que m¨¢s le interesan actualmente.
Chailly est¨¢ decidido a recurrir al compositor alem¨¢n muchas veces en el nuevo siglo. Es bueno revisar a los genios en ¨¦pocas de estancamiento intelectual, como ¨¦l ve los tiempos que corren. "Vivimos un momento dif¨ªcil", dice. "Quiz¨¢s estemos en esa ¨¦poca parecida a la del final del siglo pasado en la que la esterilidad de ideas y una involuci¨®n peligrosa dieron lugar posteriormente a una revoluci¨®n art¨ªstica en todos los ¨¢mbitos. Hay que mirar adelante y no podemos dedicamos a repetir lo que ya se ha hecho, como por ejemplo el neorromanticismo. Tengo un gran aprecio por los rom¨¢nticos, pero detesto el neorromanticismo", insiste.
Babelia
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