Pachanga en Vallecas

El tercer contragolpe del Badajoz depert¨® al Rayo de la siesta. Zuloaga se fue por la banda y toc¨® para Munitis, que obtuvo el premio de su tercer intento con el primer gol de un partido para peloteros. El tanto marc¨® el inicio de una sucesi¨®n vertiginosa de goles. Los dos equ¨ªpos se lanzaron sin guardar demasiado sus espaldas. Y el partido tuvo trazos de pachanga.El Rayo revirti¨® su suerte a fuerza de sobresaltos y goles. Cuatro tuvo que hacer al Badajoz para espantar los demonios de cinco derrotas seguidas y alejarse de una ca¨ªda en la mediocridad que parec¨ªa inexorable.

Los primeros minutos del Rayo fueron decepcionantes. Sus laterales no existieron, su medio centro no se vio, y los centrales Ameli y Jose Mar¨ªa resolvieron sus encrucijadas a base de despejar balones a cualquier parte para intentar un ataque apasionado pero vac¨ªo. Cada vez que el Rayo tuvo el bal¨®n sus maniobras se deshicieron en la inconsistencia. La pelota sobrevolaba el campo de un jugador a otro y siempre terminaba en poder del Badajoz. Los extreme?os ganaban por velocidad. El talento de On¨¦simo se desvanec¨ªa entre su lentitud y su dispersi¨®n. Y ning¨²n rayista reparaba en Fabrice Moreau, el ¨²nico que amag¨® con manejar el mediocampo con criterio.

El primer gol de Munitis despert¨® al Rayo, que de s¨²bito, descubri¨® que ten¨ªa mediocampistas. Moreau, una novedad en el once inicial, fue descubierto por sus compa?eros y tambi¨¦n para abrir el marcador.

El segundo tanto lleg¨®, con el Rayo lanzado en andanada contra la porter¨ªa del Badajoz. El equipo extreme?o se hab¨ªa retrasado para defender su pr¨ªmera ventaja y el Rayo empujaba de la mano de Luis Mart¨ªnez y On¨¦simo, que encontraba compa?¨ªa despu¨¦s de infructuosos periplos en territorio enemigo. Tras el empate a uno, el Badajoz cay¨® en el desconcierto: no sab¨ªa si seguir especulando o volver a jugarcon el chip anterior, lanzando los extremos al ataque y empujando las l¨ªneas.

As¨ª prosigui¨® el partido en la segunda parte, que, nada m¨¢s empezar, vio un contragolpe del Rayo iniciado desde Lopetegui abriendo a Alc¨¢zar que cambi¨® a la otra banda, a Van den Bergh,. que centr¨® para el gol de Prieto. El Rayo festejaba la victoria cuando el Badajoz igual¨® para irritaci¨®n de la hinchada rayista, que mir¨® pasar los goles sucesivos del Rayo y el Badajoz entre la euforia y la incredulidad.

Todo parec¨ªa perdido para el Rayo en una tarde de idas y venidas. Sin Moreau el Rayo se volc¨® a la banda derecha, por donde Cota profundizaba en compa?¨ªa de Alc¨¢zar y On¨¦simo pero sin fortuna. Hasta que el inventor del Rayo descubri¨® que era su tipo, de partido y puso coraz¨®n.