La muerte de 63 mineros en una explosi¨®n de gris¨² revela el caos de la transici¨®n en Ucrania
Nada se puede hacer si la muerte lleva escrito tu nombre, pero en la antigua URSS las posibilidades de que eso ocurra est¨¢n en proporci¨®n directa con el caos del hundimiento el imperio comunista. Un buen ejemplo parece ser el accidente ocurrido el s¨¢bado en la mina de carb¨®n de Donetsk, la ciudad de Ucrania oriental capital de la cuenca de Donbass. Una explosi¨®n de gas se cobr¨® la vida de 63 trabajadores que, por cierto, llevaban cuatro meses sin cobrar su salario de 30.000 pesetas. Una comisi¨®n determinar¨¢ si la falta de dinero afectaba tambi¨¦n, como parece probable, a la seguridad del pozo.
El ex l¨ªder sovi¨¦tico Nikita Jruschov comenz¨® su carrera en Donetsk, centro de un cintur¨®n minero e industrial en el que tambi¨¦n trabaj¨® durante alg¨²n tiempo como director de una empresa de cohetes el actual presidente ucranio, Leonid Kuchma. La regi¨®n es una fuerte base de poder, que da incluso nombre a uno de los dos grupos de influencia m¨¢s visibles en Kiev.Sin embargo, como en otras zonas de esta antigua rep¨²blica sovi¨¦tica, una depresi¨®n econ¨®mica a la que todav¨ªa no se ve fin ha provocado el cierre de numerosas empresas y el trabajo a medio gas de muchas m¨¢s, con centenares de miles de trabajadores que no cobran a fin de mes sus salarios de miseria.
Ucrania, pa¨ªs eslavo como Rusia, sufre los mismos problemas que su gigantesco vecino, s¨®lo que m¨¢s agudos. De hecho, el accidente del s¨¢bado parece un calco del que, el 2 de diciembre, caus¨® 68 muertos en una mina de Novokuznetsk, en la cuenca siberiana le Kuzbass. Cayeron las cabezas de algunos directivos, pero qued¨® en evidencia que la raz¨®n aut¨¦ntica de la cat¨¢strofe era la p¨¦sima conservaci¨®n de las instalaciones.
En Ucrania se calcula que los accidentes se cobran la vida de un minero por cada 100.000 toneladas de carb¨®n extra¨ªdas. Pero el s¨¢bado, un solo pozo, el de Skachinski, abierto en 1975, pag¨® en un instante la cuota de ocho a?os, ya que su producci¨®n estimada era de 770.000 toneladas anuales, unas 2.200 por d¨ªa. De los 3.500 trabajadores de la explotaci¨®n, 600 se encontraban en el interior, a m¨¢s de 1.000 metros de profundidad, cuando sobrevino la explosi¨®n.
Media hora antes se hab¨ªa producido una alarma de gas. La ¨²nica medida preventiva fue desconectar los dispositivos el¨¦ctricos, pero no hubo evacuaci¨®n. El estallido que provoc¨® el hundimiento de miles de toneladas de tierra y carb¨®n lleg¨® por sorpresa. El accidente caus¨® tambi¨¦n 43 heridos, 13 de los cuales se encuentran en estado grave, incluyendo a 5 con grav¨ªsimas quemaduras. Muchas de las v¨ªctimas eran aprendices.
Las operaciones de rescate se desarrollaron con rapidez, en condiciones muy dif¨ªciles, con temperaturas en tomo a los 35 grados bajo cero y con un comprensible temor rayano en el p¨¢nico, agudizado porque muchas m¨¢scaras no funcionaban.
Entretanto, otra amenaza vuelve a cobrar carta de naturaleza, a poco m¨¢s de 100 kil¨®metros de Kiev, en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia. Su solo nombre hace innecesario dar demasiadas explicaciones: Chern¨®bil. Valent¨ªn Kupni, subdirector de la central que en abril de 1986 sufri¨® el m¨¢s grave accidente nuclear de la historia, acaba de asegurar que el gigantesco sarc¨®fago del reactor n¨²mero 4, el que caus¨® la tragedia, se encuentra en grave peligro de verse abajo.
Si la estructura de hunde, a?adi¨® Kupni, todo el personal (unas 700 personas) que se encuentre en un radio de un kil¨®metro se ver¨¢ expuesto a niveles de radiaci¨®n cien veces superiores a los admisibles.
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