Sorolla y Zuloaga reflejan las dos Espa?as del 98
Se abre en Madrid la muestra que re¨²ne "dos visiones para un cambio de siglo"
, Despu¨¦s de 100 a?os, la aurora y el crep¨²sculo de la Espa?a de finales del XIX y comienzos del XX se han juntado. Una imagen lograda a trav¨¦s de Sorolla-Zuloaga. Dos visiones para un cambio de siglo, nombre de la exposici¨®n que la Fundaci¨®n Cultural Mapfre Vida inaugura esta noche en Madrid, en coordinaci¨®n con el Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde se expuso con gran ¨¦xito hasta la semana pasada. Es una visi¨®n pl¨¢stica del 98 que "permite contrastar ese periodo cultural desde la pintura y, a su vez, a estas dos figuras del arte mayor de fin de siglo que rompieron el t¨®pico sobre el enclaustramiento espa?ol", afirm¨® Francisco Calvo Serraller, comisario de la muestra. "Dos artistas que hoy tienen mucha vigencia", a?adi¨®.
Luz y sombra, optimismo y pesimismo, blanco y negro, alegr¨ªa y tristeza. Todo inspirado en la misma Espa?a, en la misma ¨¦poca. Zuloaga deseaba juntar su obra con la de Sorolla en el mismo espacio, y en 1908 manifest¨® esta idea: "Mi sue?o es exponer al mismo tiempo que ¨¦l [Sorolla] y en el mismo sitio (cosa que nunca he podido conseguir), pues como somos los dos polos opuestos creo que resultar¨ªa interesante".Un a?o despu¨¦s, en 1909, la reci¨¦n creada Hispanic Society of America en, Nueva York intent¨® reunirlos, pero los artistas acabaron siendo presentados en exposiciones separadas. Ahora, 90 a?os despu¨¦s, la exposici¨®n que los hermana llega a Madrid, tras el ¨¦xito obtenido en Bilbao, donde fue visitada por m¨¢s de 125.000 personas.
Tener a los dos pintores bajo el mismo techo y con obras no vistas en Espa?a "es una idea in¨¦dita", dice Calvo Serraller. El comisario aclar¨® que la muestra de Madrid difiere en un 25% de la de Bilbao. La Fundaci¨®n Mapfre realiz¨® hace poco una exposici¨®n sobre Sorolla y "no era conveniente repetir las mismas pinturas", explica Pablo Jim¨¦nez Burillo, director de la Fundaci¨®n, "aunque algunas se mantienen teniendo en cuenta su valor dentro de la concordancia de la muestra, adem¨¢s de incorporarse otras nuevas". As¨ª, a?ade, la citada exposici¨®n cumple el objetivo de la fundaci¨®n de mostrar "la Espa?a en blanco y negro".
La plasticidad del 98
Son 55 obras de dos artistas, pertenecientes al momento en que fueron contempor¨¢neos, testigos y protagonistas del tr¨¢nsito entre dos siglos: Joaqu¨ªn Sorolla (Valencia, 1863-Madrid, 1923) e Ignacio Zuloaga (?ibar, 1870-Madrid, 1945). Dos pintores con visiones distintas pero en un mismo escenario y con el mismo tutor: Vel¨¢zquez, aunque Zuloaga se inspirar¨ªa m¨¢s adelante en El Greco.Aunque ambos, Sorolla y Zuloaga, trataron de volver sobre la tradici¨®n art¨ªstica espa?ola, su forma de ver la realidad era distinta. Por eso soportaron el debate de dos generaciones y dos oposiciones enfrentadas: la del regeneracionismo y la del noventayochismo, recuerda Jim¨¦nez.
Ambos se adentraron en la Espa?a en blanco y negro, y mientras Sorolla ve¨ªa la luminosidad, el optimismo y la frescura mediterr¨¢neas, Zuloaga prefer¨ªa la est¨¦tica de un mundo m¨¢s cr¨ªtico desde la tragedia y la profundidad castellanas. En uno los personajes parecen ir al disfrute y en el otro venir de la tristeza.
Esto llev¨® a los intelectuales del 98 a reconocerse en Zuloaga, "no s¨®lo por el color sino por su fuerte sentido cr¨ªtico", asegura Calvo Serraller. Una pintura desbordada de negros, a la que no le faltaron los elogios, encabezados por el mismo Unamuno, que a su vez criticaba el esplendor sorollesco "por considerarlo superficial y alentar la idea de que los espa?oles s¨®lo pensaban en el sexo", explica.
Una prueba de la identificaci¨®n de Zuloaga con el 98 es el enorme cuadro Mis amigos de Zumaia (1920-1936), en el que aparecen P¨ªo Baroja, Azor¨ªn, Valle-Incl¨¢n, Ortega y Gasset, adem¨¢s de Vel¨¢zquez y Goya y la reproducci¨®n de La visi¨®n del s¨¦ptimo sello, de El Greco. El mismo Zuloaga se autorretrata a un lado pintando.
Pero tanto la vivacidad de Sorolla, m¨¢s cercano generacionalmente al modernismo, como el recogimiento de Zuloaga, m¨¢s pr¨®ximo a las vanguardias, lograron el ¨¦xito internacional. Dos artistas que, a partir de 1900, evolucionaron fuertemente. "Sorolla se vuelve m¨¢s audaz y luminoso mientras Zuloaga m¨¢s reconcentrado y hondo", opina el comisario. Pero al final parecen buscarse. Evolucionan de tal manera que la obra del valenciano empieza a oscurecerse y la del guipuzcoano a aclararse, "hasta llegar a un arte mas idealista y simbolista", comenta.
Este paseo por el claroscuro de Espa?a, con una exposici¨®n cronol¨®gica y simult¨¢nea entre los dos autores, muestra, entre otras obras, Mi padre y mi hermana en Par¨ªs (1891), del Museo Zuloaga de Zumaia, y ?Otra Margarita! (1892) y un Sorolla de la Galer¨ªa de Arte de la Universidad de Washington. A mitad del recorrido aparecen Ni?os a la orilla del mar (1903), un Sorolla del Museo de Arte de Filadelfia, y Cuatro bebedores o Amarretako (1905), un Zuloaga de la Nationalgalery, de Berl¨ªn. Cierran la muestra Rosas blancas del Jard¨ªn de mi casa (1919), un Sorolla de colecci¨®n particular, y El patio de caballos (1923), un Zuloaga del Metropolitano de Nueva York.
La muestra, abierta hasta el 28 de junio, permite ver, seg¨²n Calvo Serraller, que son obras complementarias que demuestran la vigencia de los dos artistas, porque mientras la Espa?a de 1898 estaba ensimismada, la de hoy est¨¢ alterada, "mirando s¨®lo hacia afuera".
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