El espectro de la gran coalici¨®n
Los dos grandes partidos alemanes barajan la hip¨®tesis de gobernar juntos para restar peso a liberales y verdes
Las dos grandes fuerzas pol¨ªticas alemanas se enfrentar¨¢n a opciones problem¨¢ticas tras las elecciones legislativas del 27 de septiembre, sea quien sea el ganador. El Partido Socialdem¨®crata (SPD), hoy en la oposici¨®n, aventaja,con un 45% de Ia previsi¨®n de voto, a los democristianos de la CDU-CSU, que obtendr¨ªan un 35%, seg¨²n un sondeo publicado por Bild. Si se descarta una improbable mayor¨ªa absoluta, el primer partido clasificado tendr¨¢ que elegir entre pactar con un partido menor o recurrir a la gran coalici¨®n con el principal rival. Dispuestos a pactar est¨¢n los liberales del FDP, fiel de la balanza pol¨ªtica desde 1949 (con excepci¨®n del periodo 1957-1961, de mayor¨ªa absoluta de la CDU-CSU, y la ¨¦poca de gran coalici¨®n de 1966-1969), y Los Verdes, que aspiran a sustituir a los liberales en esta funci¨®n. Receptivo al pacto est¨¢ tambi¨¦n el Partido del Socialismo Democr¨¢tico (PDS), el heredero de los comunistas de la RDA, pero el establishment le huye como un apestado. Los pol¨ªticos de la CDU y del SPD mantienen vivo (pero controlado) el debate sobre la gran coalici¨®n, como posibilidad de reserva. Es parte de la cultura pol¨ªtica forjada en la posguerra, aunque su menci¨®n en plena campa?a electoral tenga efectos desmovilizadores.
Si los votantes confirman las encuestas y se llega a la gran coalici¨®n, a la CDU le corresponder¨ªa ser el socio menor. Este papel, problem¨¢tico para un partido que ha ejercido el poder desde 1982, ser¨ªa inaceptable para Helmut Kohl, el veterano canciller que ha moldeado una ¨¦poca de la historia de Alemania. En un comentario publicado por el peri¨®dico Bild am Sonntag, Kohl afirmaba que el SPD no est¨¢ preparado para forjar el futuro y rechazaba la hip¨®tesis de una gran coalici¨®n. Para poner en pr¨¢ctica esa idea, Kohl tendr¨ªa que ceder la direcci¨®n de la CDU a su delfin, Wolfgang Sch?uble, que dirige la fracci¨®n parlamentaria de la CDU-CSU. Este no s¨®lo parece capaz de entenderse con los socialdem¨®cratas, sino tambi¨¦n con Los Verdes, como indican sus opiniones sobre la necesidad de encarecer la energ¨ªa.
Sch?uble, sin embargo, despierta pocas simpat¨ªas entre los actuales aliados de la CDU en el Gobierno, los socialcristianos de Baviera (CSU) y los liberales del FDP. Por razones de protagonismo y de supervivencia, respectivamente, estas fuerzas se oponen a la gran coalici¨®n con el SPD. Los pron¨®sticos electorales y las divergencias sobre la gran coalici¨®n est¨¢n generando un ambiente muy autodestructivo en las filas de los democristianos. "Una gran coalici¨®n ser¨ªa el fin de la CDU", se?alan medios internos de este partido. Sin embargo, el influyente peri¨®dico Frankfurter Allgemeine, con excelentes contactos en la CDU, se ha pronunciado por una coalici¨®n breve y fuerte para abordar varios asuntos claves para Aleman¨ªa, tales como la reducci¨®n de los impuestos, la separaci¨®n de la Seguridad Social de las relaciones laborales y el desarrollo del federalismo.
Tanto Los Verdes como los liberales tienen problemas de identidad. Los Verdes, los potenciales aliados del SPD, han defendido el aumento del precio de la gasolina y han proclamado una pol¨ªtica exterior de corte antimilitarista y pacifista que no coincide con la del SPD. Sus posiciones se han debilitado tanto en las elecciones regionales de Baja Sajonia como en los comicios locales de Schleswig-Holstein. Socialdem¨®cratas y Los Verdes han colaborado en Gobiernos regionales, pero una coalici¨®n federal exige un acuerdo m¨¢s profundo. Los restos ideol¨®gicos del 68 que impregnan a¨²n el pensamiento de Los Verdes encajan mal con las doctrinas del nuevo centro.
Los Verdes y los liberales se enfrentan a retos distintos en los pr¨®ximos comicios. Para los primeros, el problema es la p¨¦rdida de posiciones por encima del list¨®n del 5% requerido para entrar en el Parlamento. Para los segundos, la misma supervivencia.
Los liberales, que propiciaron la ca¨ªda del Gobierno del socialdem¨®crata Helmut Schmidt en 1982, han sido un aliado caprichoso e inestable de la CDU.
Han entorpecido la reforma fiscal y, con su divisi¨®n sobre las escuchas electr¨®nicas, provocaron recientemente la primera derrota de la CDU en la aprobaci¨®n parlamentaria de una ley. La opini¨®n p¨²blica les ve como yuppies m¨¢s preocupados por los regateos pol¨ªticos que por desarrollar la doctrina liberal. Por su parte, el PDS, descendiente de los comunistas de la RDA, no es un socio apetecible para ninguno de los dos grandes partidos establecidos. Gregor Gysi, el l¨ªder del partido, es un brillante orador que lleva varios a?os luchando contra las acusaciones de colaboraci¨®n con las fuerzas de seguridad de la RDA. En contra de sus planes, el PDS no se ha consolidado en el occidente de Alemania y es percibido como un representante de los intereses locales de la ex RDA, donde en 1994 tuvo un 19,8% de los votos. Las encuestas le dan un 4% en toda Alemania. Gysi y su partido pueden robar votos de izquierda al SPD y tal vez hacerse imprescindibles. Si los votos del SPD y de Los Verdes no bastan para que Gerhard Schr?der sea canciller federal, ?podr¨ªan los socialdem¨®cra tas rechazar el apoyo del PDS en el Parlamento?
La pr¨®xima ocasi¨®n de calibrar la fuerza de los peque?os partidos alemanes ser¨¢n las elecciones regionales en el land de Sajonia-Anhalt, el 26 de abril. Los liberales ser¨¢n castigados posiblemente por su defensa de la reducci¨®n del impuesto solidaridad con el Este. Los Verdes comprobar¨¢n si pueden mantenerse en el Gobierno local en coalici¨®n con el SPD. Gysi, por su parte, calibrar¨¢ la fuerza del efecto Schr?der frente a la Ostalgie (la nos
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