El descubrimiento fallido de vida en Marte
El 6 de agosto de 1996, en pleno sopor estival, Daniel Goldin, director de la NASA, anunci¨® que este organismo hab¨ªa realizado ?un sorprendente descubrimiento que demuestra que una forma de vida microsc¨®pica pudo haber existido en Marte hace m¨¢s de 3.000 millones de a?os?. Contrariamente a todas las costumbres acad¨¦micas, el patr¨®n de la NASA se adelant¨® unos 15 d¨ªas a la publicaci¨®n en el semanario Science de un estudio detallado sobre un meteorito originario de Marte, el ALH 84001, que cay¨® en el oc¨¦ano Ant¨¢rtico hace unos 13.000 a?os y que fue encontrado entre los hielos en 1984. Seg¨²n el art¨ªculo, unas min¨²sculas estructuras ?parecidas a ciertas formas de bacterias filamentosas f¨®siles? adornaban ciertas grietas de la roca extraterrestre. Como si fuera una casualidad, tres sondas deb¨ªan partir a finales de 1997 hacia el planeta rojo. Pero muy pronto, desde la comunidad cient¨ªfica se levantaron voces para refrenar el entusiasmo. ?Un pu?ado de indicios no es una prueba?, se indignaron numerosos exobi¨®logos, especialistas en la b¨²squeda de vida extraterrestre. En las revistas especializadas se multiplicaron los art¨ªculos para se?alar los puntos d¨¦biles de la tesis defendida por David Mc Kay, del centro espacial Johnson de la NASA. Los hidrocarburos encontrados en el ALH 84001 y en otros cuerpos celestes pueden muy bien provenir de reacciones qu¨ªmicas abi¨®ticas (sin vida) y los seudo nanof¨®siles ser tan s¨®lo artefactos producidos durante la preparaci¨®n de las muestras observadas. La ¨²ltima refutaci¨®n realizada hasta la fecha fue aportada por un equipo franc¨¦s que compar¨® el ALH 84001 con un meteorito que cay¨® el 27 de junio de 1931 en Tatahu¨ªn, en el sur de T¨²nez. En un art¨ªculo publicado el 17 abril en Science, Philippe Gillet y sus colegas demuestran que existen diferencias significativas entre los fragmentos del Tatahu¨ªn recogidos ese mismo d¨ªa y otros encontrados en el mismo lugar en 1994. Estos ¨²ltimos presentan estructuras minerales que recuerdan mucho a las misteriosas nanobacterias marcianas del ALH 84001. Sin embargo, Gillet duda en zanjar la cuesti¨®n de forma definitiva. ?Siempre es arriesgado elaborar una tesis tan compleja a partir de una simple piedra?, subraya. ?Acaso dos meses antes de la publicaci¨®n de Mc Kay, no public¨® la revista Nature unos resultados diametralmente opuestos sobre el ALH 84001 que no tuvieron ning¨²n eco? Si bien el organismo estadounidense logr¨® sus objetivos -obtuvo del Congreso un programa de 10 misiones a Marte de 200 millones de d¨®lares (30.000 millones de pesetas) cada una-, parece haber tomado conciencia del recelo que pueden provocar a medio plazo sus anuncios triunfalistas. Sigue sosteniendo la tesis de Mc Kay en sus muy visitadas p¨¢ginas de Internet. Pero deja una peque?a posibilidad para la discrepancia.
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