Matar la memoria

A LOS asesinos del obispo Juan Gerardi no les debi¨® gustar el informe sobre la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica que present¨® el pasado viernes el coordinador general de la Oficina de Derechos Humanos del Obispado en Guatemala. En 1.400 p¨¢ginas bien documentadas, el obispo establec¨ªa una cifra de 150.000 muertos en 36 a?os de atroz guerra civil, 50.000 de ellos en una guerra sucia que Gerardi atribuye en un 90% al Ej¨¦rcito y a sus grupos paramilitares. A sus 75 a?os, este obispo, perseguido durante a?os, y en especial a comienzos de la d¨¦cada de los ochenta, no cejaba en su ardiente defensa de los derechos humanos y del establecimiento de una verdad que sirviera al menos para no volver a caer en los errores y atrocidades del pasado. Es de esperar que, a diferencia de lo ocurrido en 1980 en El Salvador tras el asesinato de monse?or Romero, la muerte de Gerardi no haga descarrilar el proceso de paz encauzado desde el acuerdo que firmaron el Gobierno y la guerrilla en diciembre de 1996.

Significativamente titulado Guatemala: nunca m¨¢s, el informe no se limitaba a exponer el pasado, sino que hac¨ªa recomendaciones para que no se repita en el futuro tama?a crueldad en masa. Para ello suger¨ªa la puesta en marcha de un proceso de ?desmilitarizaci¨®n social? y de mecanismos efectivos para resolver los problemas de la propiedad de la tierra. Los asesinos de Juan Gerardi han acabado con su vida. M¨¢s dif¨ªcil es que logren con ello borrar su memoria y la de las atrocidades que denunci¨®.