El sonido de San Petersburgo

Sucede con las orquestas como con los vinos: hay una solera que permite y facilita la conservaci¨®n y hasta la resurrecci¨®n de unas constantes estil¨ªsticas y, en el caso musical, sonoras. As¨ª la Filarm¨®nica de San Petersburgo, que desde la muerte del gran Mravinski dirige Yuri Temirkanov (Zarajef, 1938). Ese maestro, m¨²sico de gran refinamiento, expresivo y anal¨ªtico, que es Temirkanov, depar¨® a los asiduos de Iberm¨²sica una excelente tarde con la Sinfon¨ªa n¨²mero 1, de Shostak¨®vich, y la Quinta de Chaikovski.Todav¨ªa hoy habr¨ªa que seleccionar la Primera sinfon¨ªa entre las mejores del m¨²sico ruso. La vida estaba ante ¨¦l llena de perspectivas, sin la pesadumbre y la desolaci¨®n de sus a?os maduros. Aqu¨ª todo es vivo, gestual, discriminado, personal, pese a ciertos ecos de sus mayores, una factura precisa y una exactitud casi cruel.

As¨ª la transmitieron Temirkanov y su Filarm¨®nica mientras en Chaikovski daban una pasi¨®n aut¨¦ntica, nada vocinglera pero de impacto. El ¨¦xito fue grande y el p¨²blico recibi¨® como premio la variaci¨®n l¨ªrica de las Enigm¨¢ticas, de Elgar, y una transcripci¨®n del Tango, de Alb¨¦niz.