El toro es la cuesti¨®n
El toro dar¨¢ la medida del momento real de la fiesta en el transcurso de la Feria de San Isidro, que empieza hoy. El toro es la cuesti¨®n. El toro ha marcado los grandes fracasos del comienzo de la temporada. El toro que se ha lidiado en las ferias de las Fallas de Valencia y en la m¨¢s reciente de Sevilla, para empezar, no era toro.Lo sucedido en la Feria de Sevilla adquiere caracteres catastr¨®ficos. Lo que sal¨ªa por los chiqueros era un animal sin trap¨ªo, frecuentemente anovillado, de astas romo o descaradamente mocho, en apariencia falto de casta, aborregado e incluso adormecido, derrengado o v¨ªctima de una absoluta invalidez.
Cerca del centenar de toros sali¨® as¨ª y dentro quedaron casi otros tantos que fueron rechazados en los reconocimientos veterinarios por las mismas o parecidas deficiencias que padec¨ªan los aprobados. Cerca de un centenar de toros entre los 102 que se consiguieron lidiar.
La opini¨®n m¨¢s generalizada es que se ha llegado a esta situaci¨®n por el descastamiento de las ganader¨ªas de bravo. Pero no es cierto. Hay muchas ganader¨ªas encastadas, seguramente la mayor¨ªa del millar existente en el pa¨ªs, y sin embargo no pueden lidiar sus toros, pues no los quieren las figuras y quienes controlan la fiesta. Las figuras y quienes controlan la fiesta s¨®lo quieren ganader¨ªas con garant¨ªa de que sus toros ser¨¢n anovillados, aborregados e inv¨¢lidos y las imponen en todos los carteles y en todas las ferias.
Los taurinos y sus voceros divulgan otros argumentos para justificar el an¨®malo comportamiento de las reses en la lidia, todos ellos discutibles, cuando no contradictorios, rid¨ªculos o, lisa y llanamente, falsos.
Uno de ellos es la gimnasia funcional. Confundiendo la naturaleza del toro con la del hombre, su irracionalidad intuitiva con la inteligencia de los animalitos humanizados de las pel¨ªculas del Walt Disney, sostienen que al toro no se le somete a los entrenamientos propios de un atleta y por eso claudica en la lidia. Cuando la realidad es que el toro -y los restantes animales de la creaci¨®n- no hace ni debe hacer otra cosa que comer, sestear, andar a su aire. Y as¨ª fue siempre, desde sus or¨ªgenes, en las ganader¨ªas de bravo, donde la preocupaci¨®n de los criadores era que los animales estuvieran tranquilos y no se hiciera movimiento alguno que los sobresaltara y los pusiera a galopar.
Sostienen, asimismo, los taurinos y sus voceros que el toro se cae por exceso de kilos y ¨¦sta es otra irrealidad. Se est¨¢ viendo -Valencia y Sevilla son ejemplos bien cercanos- que los toros de 490 kilos, incluso de 460 kilos, se caen tanto como los que pesan 100 kilos m¨¢s. Pero hay otro dato elocuente que se ha pretendido silenciar. Los reglamentos en vigor desde principios de siglo hasta la guerra civil fijaban el peso m¨ªnimo reglamentario en 575 kilos, gran parte de los toros se lidiaban con 600 kilos o m¨¢s de peso y no se ca¨ªa ninguno.
En este conjunto de argumentos capciosos y de falsedades deliberadas, no falta el que llaman ?autoafeitado?. Si salen romos los toros -dicen los taurinos y sus vocerosos- es porque se autoafeitan rasc¨¢ndose los cuernos en los ¨¢rboles o hundi¨¦ndolos en la tierra. Podr¨ªa haber algo de cierto si los cuernos de los toros fueran de madera o de mantequilla, pero la realidad es que sus pitones -se except¨²an los que padecen hormiguillo u otra enfermedad espec¨ªfica- tienen una dureza diamantina y para que se autoafeitaran deber¨ªan pasar a?os rasc¨¢ndose a conciencia en superficies por lo menos igual de duras que el pit¨®n.
Los veterinarios tambi¨¦n son culpables, seg¨²n los taurinos y sus voceros, quienes pretenden hacer creer que por incompetencia, por banalidad o por capricho se dedican a rechazar los toros buenos y aprobar los malos.
Con estos argumentos intentan enmascarar las m¨²ltiples corruptelas encaminadas a conseguir que se implante el toro que no tiene edad de toro, ni trap¨ªo, ni fuerza, ni agresividad, ni bravura; justo el toro que necesitan determinadas figuras para que no se descubran sus limitaciones; el que les cr¨ªa a la medida un club de ganaderos a cambio de hacerse con la exclusiva del mercado.
Desde luego no est¨¢ uno solo en esta manifestaci¨®n de lo que viene ocurriendo en la fiesta desde hace mucho tiempo. Compa?eros de la cr¨ªtica taurina no cejan en sus denuncias, especialmente significativas las del excelente cr¨ªtico taurino de El Mundo, Javier Vill¨¢n, por cierto uno de los mejores escritores que haya conocido la literatura taurina. Apenas hace dos d¨ªas, en su presentaci¨®n del libro Toro, aparte las generosas palabras que dedic¨® a sus autores, hizo una enjundiosa y clarividente exposici¨®n, que casi parec¨ªa manifiesto o exposici¨®n de principios, acerca del desastre ganadero que se hab¨ªa producido en Sevilla y de sus negros presagios.
?sta es la cuesti¨®n esencial en la Feria de San Isidro que empieza hoy: el toro. Que si es como el de Sevilla y el de Valencia, puede sumir a la fiesta en una crisis profunda e irrecuperable. Y si, en cambio, sale ¨ªntegro, devolver¨¢ a la lidia su emoci¨®n, se producir¨¢ en plenitud el arte de torear, recuperar¨¢ la fiesta su secular grandeza.
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