El pueblo que ten¨ªa que parar
No quer¨ªa o¨ªr hablar de Franz Fischler, ni de Loyola de Palacio y ni siquiera dio una oportunidad para preguntarle por Manuel Chaves. Quiz¨¢s ni los conoc¨ªa. Quiz¨¢s lo que no quer¨ªa era hablar. Apoyado en un coche, en plena plaza del Ayuntamiento de Martos (Ja¨¦n), marcado por el paso de su avanzada edad, cort¨® de ra¨ªz cualquier posible conversaci¨®n: "Es d¨ªa de huelga y no se trabaja. Ni se habla, as¨ª que... nada". Pero estaba de huelga. ?l, como la inmensa mayor¨ªa de los vecinos de Martos (23.486 habitantes), provocaron una imagen desoladora de un pueblo, el primer productor mundial de aceite de oliva, la cuna del sumo de la oliva, que ni siquiera se recordaba en los d¨ªas de fiesta. Y es que el ¨²nico lugar de esparcimiento de esta localidad jiennense era la calle. Cuatro bares abiertos, dos gasolineras y las iglesias eran los ¨²nicos refugios abiertos. El primer parte policial de la ma?ana lo dejaba claro: ning¨²n piquete, ninguna intervenci¨®n, todo cerrado. Tres colegialas, con pesad¨ªsimas mochilas al uso a sus espaldas, parecen recorrer el camino de vuelta a su casa tan s¨®lo una hora despu¨¦s de que hubieran comenzado las clases si el centro no estuviese cerrado. Vilipendiar a Fischler Martos, la ciudad de la Pe?a, se la juega en la reforma del aceite de oliva. Consciente de que desde Bruselas est¨¢n jugando con su futuro, no lo dudaron: a la plaza del pueblo, a los corrillos, a vilipendiar a Fischler, a la ministra De Palacio. Tambi¨¦n a descansar. Y, si la reforma de la OCM del aceite de oliva sigue adelante, se dedicar¨¢n a buscar soluciones de futuro para un pueblo que de las 23.000 hect¨¢reas que tiene, 21.000 son de olivar, y alternativas a los 120 millones de kilos de aceituna que producen al a?o 25 millones de kilos de aceite. Pero sobre todo, nuevos sustentos para 5.000 familias marte?as que sin aceite estar¨ªan abocadas a la ruina. Victoriano Vargas, soltero de 55 a?os, parece despistado en la plaza. Est¨¢ de huelga, cuando no en la oficina del Inem. Trabaja en el campo, de eventual, en la recogida de la aceituna. Tiene miedo porque le van a "quitar" su sustento de vida cuando no el cobro del paro. "Lo puedo perder todo y ya con mis 55...", se queja lac¨®nico. - ?Es Fischler el culpable? - A ¨¦se le cortaba el pescuezo. Va a traer a la ruina a Espa?a. - ?Y qu¨¦ me dice de la ministra de Agricultura, Loyola de Palacio? - ?sa es peor, no da la cara. ?Ver¨¢ como no viene a la manifestaci¨®n! - Entonces, Manuel Chaves s¨ª... - Bueno, ¨¦se parece que se porta bien y le interesa Andaluc¨ªa. No tiene muy claro por qu¨¦ se obstina el comisario europeo de Agricultura en machacar a Espa?a. Pero Victoriano algo sospecha: "Se lo quiere dar a Italia", barrunta. A unos metros, Eduardo Chica Ram¨ªrez, de 42 a?os, trabajador de la empresa de repuestos de autom¨®viles Valeo Iluminaci¨®n, apunta m¨¢s alto: "Creo que la Uni¨®n Europea tiene intereses con otros pa¨ªses como Grecia e Italia, que han cogido el r¨¢bano por las hojas y le han dado lo que han querido". Eduardo tiene claro que Martos se hundir¨ªa si sale adelante la reforma del comisario austr¨ªaco. Los corrillos se dispersan en la plaza, como huyendo de algo que se les avecina y que no aciertan a comprender a¨²n. Gente de Europa Antonio Pe?a recuerda que entre los 14 y 20 a?os estuvo trabajando en la aceituna. Ahora, 29 a?os despu¨¦s, vive de la construcci¨®n. Pero tiene igual de claro cu¨¢l es el problema: "Esa gente de Europa no sabe lo que es el aceite de oliva". Si en alg¨²n sitio ten¨ªa que triunfar la huelga ¨¦se ten¨ªa que ser Martos. Cada a?o es este municipio el que abre la campa?a de recogida de la aceituna con la fiesta del ocho de diciembre, a la que acuden cientos de personas para degustar el alimento que ellos mismos producen: el aceite de oliva. El tradicional bollo que se oferta a los visitantes y a los propios marte?os va acompa?ado del zumo de la aceituna, de buen pan reci¨¦n hecho y un poquito de bacalao. ?Qu¨¦ ser¨ªa ahora del bollo europeo! No se da por iniciada la campa?a hasta que Martos hace su fiesta en un enorme descampado al que acuden todos, de dentro y de fuera de la localidad. Sin que falten tampoco los pol¨ªticos, ¨¦sos mismos que ayer llenaban las calles de Ja¨¦n pidiendo a gritos una reforma que no destruya a localidades como ¨¦sta. Y cuando los habitantes de Martos dicen la primera palabra, los dem¨¢s empiezan a dejar las olivas peladas a golpe de jornal, uno a uno de esos millones que ahora se perder¨ªan gracias a Europa. Por eso ellos no pod¨ªan fallar. Porque es el pueblo que ten¨ªa que parar.
De las 23.000 hect¨¢reas del municipio, 21.000 son de olivar, que dan sustento a 5.000 familias
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