En memoria de Luis Iturri
Sab¨ªa Luis que se iba matando lentamente. Otros no nos hacemos a esa idea. Cambiaba incluso de autom¨®vil, cada vez m¨¢s potente, para llegar a alg¨²n sitio del que volv¨ªa para ir a otro. Hablar con ¨¦l era dif¨ªcil. Siempre lo fue, en aquellos a?os de Bilbao, donde Luis Iturri fulg¨ªa con luz propia, dirigiendo la m¨¢s importante compa?¨ªa de teatro independiente de los a?os setenta.Akelarre ten¨ªa una personalidad tan propia que aquel montaje de Luces de bohemia, de aquellos a?os, nos descubri¨®, gracias al talento de Iturri, una obra que llegar¨ªa a Madrid mucho m¨¢s tarde.
Para m¨ª, particularmente, son tantas cosas las que le debo, que no me atrevo a decir, pero Luis Iturri nos puso sobre la retina el descubrimiento del espect¨¢culo teatral. Eso que se llamaba teatro en Espa?a, en manos de Iturri era una fantas¨ªa. Dotado de una capacidad de invenci¨®n fuera de lo natural, comienza a apagarse cuando nos encontramos que ya no est¨¢bamos contra nada y el ene- migo hab¨ªa desaparecido. El teatro tiene contra s¨ª mismo que s¨®lo deja la huella de la fotograf¨ªa. Casi nada.
De aquel El ¨²ltimo gallinero s¨®lo quedan, eso, fant¨¢sticas fotograf¨ªas del no menos fant¨¢stico fot¨®grafo Postius... S¨®lo creo que queda en m¨ª aquel recuerdo imborrable. Finalmente, se refugi¨® en la ¨®pera, huyendo del teatro. Como casi todo el mundo. Siempre lo tendr¨¦ en el recuerdo por su inmenso talento a pesar de la ¨®pera, para la que ten¨ªa una chaqueta blanca cruzada. Nos acompa?¨® a casi todo do?a Mila, su madre.
No hemos podido llegar m¨¢s lejos, y va y se muere el primero.
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