"Para tocar un chotis no basta con dar vueltas a la manivela"
Fernando Ochoa, universitario de 21 a?os, mantiene vivos los instrumentos de la m¨²sica castiza.
El organillo no est¨¢ re?ido con los tiempos: el ta?edor tiene muchas posibilidades de estudiar para director de empresas y, adem¨¢s, el alquiler del instrumento llevar¨¢ un IVA del 16%. Es lo que ocurre en la meca de la m¨²sica castiza, la casa Apruzzese. Cosas del relevo generacional.Zapatos de ante, pantal¨®n vaquero y camisa desenfadada. Fernando Ochoa del Olmo, de 21 a?os, instala la manivela y se arranca con el chotis Madrid. El sonido met¨¢lico inunda el local de la Gran V¨ªa de San Francisco, con vuelta a la calle de las Aguas.
Un piano y nueve organillos hechos en la casa -el que hace el n¨²mero diez est¨¢ alquilado en un bar- amueblan la oscura sala, visitable por el p¨²blico previa cita. Tabique por medio, un silencioso taller cuajado de herramientas y adornado con el Fuero del Trabajo: "Patria, pan y justicia".
Fernando, estudiante de tercero de administraci¨®n y direcci¨®n de empresas, es el heredero de la tradici¨®n organillera, que en Madrid lleva nombre italiano y ahora se limita al alquiler de instrumentos.
"Cuando ten¨ªa 13 o 14 a?os empec¨¦ a echar una mano a la pareja mayor que viv¨ªa enfrente", relata. Y ese matrimonio sin hijos era el de Mar¨ªa Magdalena Jim¨¦nez Amigo y Antonio Apruzzese, constructor de organillos e hijo de un afinador de pianos de nombre Luis que lleg¨® desde Caserta (Italia) a Salamanca en 1898. Al poco tiempo, el maestro Bret¨®n -autor de conocidas zarzuelas- le anim¨® a instalarse en Madrid para construir el instrumento que puso m¨²sica al casticismo.
Casi un siglo despu¨¦s de aquello, Fernando empez¨® a hacer los recados de sus vecinos ancianos y al poco los llam¨® abuelos. Don Antonio, compositor y pianista, ya no constru¨ªa instrumentos nuevos, pero s¨ª alquilaba y afinaba los existentes. De paso, contaba viejas historias al chaval. Poco a poco le adentr¨® en los secretos de aquellos muebles musicales. Un buen d¨ªa, "hace cinco o seis a?os", el chico debut¨® como organillero, con parpusa incluida. "Al principio me daba un poco de corte el atuendo, ahora ya no", confiesa.
Tras el fallecimiento a los 89 a?os de Antonio Apruzzese, en septiembre de 1995, Fernando tom¨® las riendas del negocio con la ayuda de su hermana Carmen, bi¨®loga en paro, y la tutela de Magdalena, 88 a?os llenos de vivacidad.
El organillero de nueva hornada ya se atreve a afinar. Sue?a con construir alguna vez un instrumento como los que maneja -"te¨®ricamente s¨¦ hacerlo"- y hasta con grabar sobre el rodillo m¨²sica de fusi¨®n, "con un blues, por ejemplo". "Pero para eso necesitar¨¦ la ayuda de un m¨²sico profesional", reconoce. A fin de cuentas, ¨¦l se licenciar¨¢ pronto, pero en el ramo econ¨®mico. "Compagino bien las dos cosas, y pienso en c¨®mo exapandir mercados para el organillo", afirma. De momento, ha hecho cantera en la facultad: entre los compa?eros de Fernando en la Universidad Aut¨®noma ya hay m¨¢s de un organillero a tiempo parcial.
"Si no conocemos al cliente, le alquilamos el instrumento con organillero incluido, para asegurarnos de que sonar¨¢ bien y de que estar¨¢ bien cuidado", explica el joven. Si ¨¦l no puede hacer la gala, le suple alguno de sus amigos universitarios. -
?Cu¨¢nto cuesta alquilar un instrumento?
-Depende del tiempo. Para dos o tres horas, con transporte y organillero incluidos, 50.000 pesetas. -
?Con IVA o sin ¨¦l?
-El impuesto sobre el valor a?adido, del 16%, va aparte.
Hoteles, embajadas, centros comerciales y Auditorio Nacional est¨¢n entre los clientes de la casa Apruzzese. Y el maestro Izquierdo, organillero habitual en las verbenas del centro que ahora calientan motores.
San Isidro marca el inicio de la temporada alta. La manivela no dejar¨¢ de dar vueltas, de kerm¨¦s en kerm¨¦s, hasta finales de agosto. "Las verbenas de antes eran m¨¢s castizas, pero todav¨ªa marchan bien", interviene Magdalena, que ha llegado desde la trastienda.
-?Hay que saber m¨²sica para tocar el organillo?
-No, pero es imprescindible tener o¨ªdo. No basta con dar vueltas a la manivela -puntualiza Fernando.
-Adem¨¢s, hay que llevar el ritmo -a?ade Magdalena.
La manilla hace girar el rodillo de madera que esconde el instrumento. Sobre ¨¦l hay una decena de partituras grabadas en m¨¢s de 20.000 p¨²as met¨¢licas. Chotis y pasodobles predominan en el repertorio.
"La Reina ha venido varias veces, porque esto le gusta mucho. Nos compr¨® un par de organillos", relata la viuda de Apruzzese. Tambi¨¦n recuerda cuando mandaron otros dos a Estados Unidos, y la estupefacci¨®n del presidene Nixon al escuchar su himno nacional, Barras y estrellas, a golpe de manubrio.
Pero los organillos de Apruzzese ya no est¨¢n en venta. Ni tienen precio. "Como los Stradivarius", dice Fernando. "?sta es una m¨²sica popular, pero por la gente, no por los de arriba", sentencia. Y est¨¢ dispuesto a que el manubrio siga girando.
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