Conveniente y justo
BEGO?A MEDINA La directora del Instituto de la Mujer, Carmen Olmedo, ha presentado un libro escrito por expertos en Medicina Legal sobre Agresi¨®n a la mujer: maltrato, violaci¨®n y acoso. Al parecer se trata de la primera investigaci¨®n cient¨ªfica sobre el tema y se emplear¨¢ en los cursos para prevenir la violencia contra las mujeres. Es una magn¨ªfica noticia, pero, tal y como ya me ocurri¨® otras veces y por tratarse de conflictos entre ambos sexos, echo de menos la opini¨®n femenina. Si bien es ¨²til y meritorio que los expertos investiguen la agresividad que ha desarrollado el hombre contra la mujer en funci¨®n de "la superioridad que ha entendido que se canaliza por la violencia", tambi¨¦n ser¨ªa de desear que fueran expertas las que estudiasen otros puntos de vista, como por ejemplo ese s¨ªndrome de la mujer maltratada que, seg¨²n los autores, no tiene explicaci¨®n l¨®gica ni racional alguna. No es cuesti¨®n de lucha feminista sino, a mi parecer, de sentido com¨²n el que ellas participen activamente y desde el principio en los asuntos que les competen. Creo que han sido m¨¢s hombres que mujeres quienes, generosamente, anteponiendo un inter¨¦s social com¨²n a la defensa de su protagonismo, han pronunciado palabras justas y certeras sobre los problemas generados en torno al eterno femenino. Recientemente, Gabriel Jackson escrib¨ªa en este diario que la verdadera cuesti¨®n de acoso sexual estriba en que "casi toda la autoridad en lo que respecta al empleo, al ascenso profesional y al prestigio contin¨²a en manos de los hombres". Como esa autoridad incluye la del poder econ¨®mico, pol¨ªtico e intelectual, poca posibilidad de salvaci¨®n nos queda si aqu¨¦llas que pudieron alcanzar la autoridad y las instituciones p¨²blicas creadas para defensa de las mujeres no las apoyan en el trabajo tanto como en los conflictos, si no protegen los valores femeninos tanto como los masculinos, si no buscan la raz¨®n y la reflexi¨®n de las pocas mujeres perdidas entre los innumerables hombres que siembran el campo del pensamiento. No se trata de separar sino de a?adir y enriquecer el resultado sumando sensibilidades y conocimientos. Han sido muchas las mujeres que naufragaron tratando de tomar las riendas de su propia vida, muchas las que se automarginaron por negarse a sacrificar valores gangas, infravalorados y sometidos al desprecio: tan comunes como la ternura y la compasi¨®n, tan humanos como la maternidad y el cuidado de la familia. No deja de ser una enorme torpeza de nuestra sociedad porque se trata de necesidades que nos afectan a todos por igual; mejor ser¨ªa y mucho m¨¢s l¨®gico aprovechar la buena fortuna de que las mujeres, ya sea por circunstancias culturales o de cualquier otro tipo, desean satisfacer esas necesidades sin tener que sacrificar por ello la autoridad, el prestigio y el poder. Soy consciente de que no estoy diciendo nada nuevo, nada que no haya aprendido de otras mujeres que lo escribieron hace ya tiempo, nada que no est¨¦ dispuesta a repetir mientras lo crea posible, pr¨¢ctico, conveniente y justo.
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