Conmovedor
Carlo Maria Giulini, nacido en Barletta (Italia), en 1914, representa algo m¨¢s que un superlativo director: es un cap¨ªtulo entero de la interpretaci¨®n sinf¨®nica del siglo XX. Por su sentimiento podr¨ªa ser un rom¨¢ntico instintivo; por sus conceptos y su af¨¢n perfeccionista y anal¨ªtico, pertenece a la l¨ªnea m¨¢s exigente de la direcci¨®n moderna.Al terminar su concierto al frente de la Joven Orquesta Nacional de Espa?a, el p¨²blico que llenaba el auditorio aclam¨® a los int¨¦rpretes y de modo particular al maestro Giulini durante un cuarto de hora. Fue verdaderamente una tarde inolvidable.
En el programa, dos sinfon¨ªas, ambas en la tonalidad de do menor: la Cuarta, abusivamente denominada tr¨¢gica, de Schubert, y la Primera , de Brahms. Muchas cosas hab¨ªan cambiado en el sinfonismo rom¨¢ntico entre una y otra obra separadas por 60 a?os de tiempo, pero en Brahms parece encontrar nuevo cauce la sustancia musical que aliment¨® la inventiva de Schubert. Uno y otro no cesan de cantar a lo largo de sus espl¨¦ndidas formas. Pero el melodismo schubertiano brota del lied y sus ¨²ltimas intimidades mientras que el de Brahms se produce de manera fluvial: la idea primera es poco m¨¢s que un regato que a trav¨¦s de un desarrollo org¨¢nico crece y se engrandece hasta alcanzar dimensiones danuvianas.
Ciclo Orquestas del Mundo (Iberm¨²sica / Caja Madrid) Joven Orquesta Nacional de Espa?a
Director: C. M. Giulini. Obras de Schubert y Brahms. Auditorio Nacional. Madrid, 20 de mayo.
Al fondo late el pulso del hombre que determina el de la m¨²sica, y desde esa radicalidad parte Giulini para sus versiones. Conmovedoramente expresivas y cumplidoras de la principal funci¨®n de la m¨²sica: la afectiva. De igual modo el arte de Giulini nos transmite una admirable sensaci¨®n de veracidad: renuncia al artificio, a la gratuidad o al envanecimiento. Por eso, Giulini es conmovedor. Lo ha sido para los j¨®venes m¨²sicos de la Jonde, que han sabido devolverle verdad por verdad, y lo ha sido para ese p¨²blico que recordar¨¢ la tarde de ayer como una experiencia musical de las que dejan larga huella.
Y es que es bien sabido que puede hacerse mejor m¨²sica con una buena orquesta juvenil que ensaya cuando haga falta y se entrega con pasi¨®n, que con una gran formaci¨®n sinf¨®nica profesional sometida a r¨¦gimen fijo de dos o tres pruebas. ?sta tocar¨¢ siempre bien, pero es necesario m¨¢s tiempo para que las ideas del director, varias decenas de meditaci¨®n y vivencias, se adentren en el esp¨ªritu de todos y cada uno de los profesores. As¨ª sucedi¨® ayer con Giulini y la Jonde, una creaci¨®n de los a?os ochenta capaz de dar fruto en los noventa y en el siglo que se anuncia.
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