Memorias del otro Cadaqu¨¦s
El librero de Cadaqu¨¦s es un hombre menudo que mira con unos ojos expresivos y luminosos que parecen ver m¨¢s all¨¢ de las cosas. Naci¨® en este pueblo blanco hace m¨¢s de 70 a?os y, salvo breves ausencias, ha permanecido siempre en esta suerte de voluntario aislamiento purificado por el transcurso de los a?os y el viento de tramontana. Habla moviendo mucho los brazos y le gusta recordar an¨¦cdotas de su vida y de este pueblo que adora y confunde con su vida. Se llama Heribert Gispert, aunque todos le llaman el Heribert. Antes de abrir esta verdadera instituci¨®n que es su quiosco-librer¨ªa, hab¨ªa ejercido varios lustros de cartero; trabajo que le permiti¨® conocer con minuciosidad cada una de las transformaciones operadas en las calles, en las casas y en la gente. Hace unas semanas, Heribert anunci¨® que hab¨ªa escrito un libro de memorias. Est¨¢ escrito de una forma muy sencilla, repiti¨® varias veces cada uno de los d¨ªas siguientes, pero as¨ª han ocurrido m¨¢s o menos las cosas en este pueblo. Se titula Cadaqu¨¦s, aut¨¨ntic? y desde la primera p¨¢gina se nota una clara influencia de Josep Pla, escritor por el que Heribert profesa una antigua admiraci¨®n. Es bien sabido que Pla escribi¨® un libro sobre Cadaqu¨¦s, pero la mirada de Heribert no reitera la de su maestro. Su perspectiva es diferente porque abarca toda una vida de atenta y constante observaci¨®n. El libro comienza narrando sus recuerdos infantiles, el aislamiento macondiano que significaba vivir entonces en este pueblo de tan dif¨ªcil acceso por tierra, casi exclusivamente dedicado al cultivo del olivo y a la pesca (para algunos de sus habitantes, el mar fue una v¨ªa de comunicaci¨®n m¨¢s importante que los tortuosos caminos, como muestra el hecho de que m¨¢s de uno lleg¨® en barco hasta Cuba sin haber pisado nunca Girona), los entra?ables personajes que lo habitaban, y sobre todo las an¨¦cdotas, las maravillosas an¨¦cdotas, esas efem¨¦rides que Heribert comenta, extendiendo una sonrisa entre nost¨¢lgica y divertida a cualquiera que se acerque a su librer¨ªa. Por ejemplo, la que aconteci¨® la noche del martes de carnaval de 1943, cuando todos estaban disfrazados bailando y bebiendo la dulce garnacha local, y la enorme rueda del motor de la Central, que suministraba electricidad "encendiendo en las calles unas ascuas que parec¨ªan luci¨¦rnagas", se detuvo de repente. El hecho produjo consternaci¨®n y, a pesar de los disfraces y de la oscuridad reinante, todas las caras fueron visiblemente recorridas por una misma expresi¨®n de cat¨¢strofe. La fiesta hab¨ªa quedado interrumpida en el mejor de los momentos, a causa de lo cual se improvis¨® una asamblea extraordinaria en la misma plaza del baile. Tras un angustioso silencio, un tal Ubaldo Pell propuso acoplar un motor-bomba que ten¨ªa casi olvidado en su huerto de Portlligat. Medio pueblo sigui¨® a Pell entre las tinieblas de la noche y los tragos de garnacha; medio pueblo particip¨® en el pase de las correas por los ejes de la gran rueda; medio pueblo aplaudi¨® el instante en que se produjo el milagro que consigui¨® poner en marcha el estruendoso motor. El edificio entero de La Central vibraba como nunca y la fiesta pudo reiniciarse y se prolong¨® hasta el amanecer. Entonces, cuando s¨®lo quedaban algunos borrachos gritando como locos por las calles, el motor produjo una extra?a explosi¨®n y se detuvo. Desde aquel d¨ªa, la rueda de La Central no volvi¨® a dar vueltas, y dej¨® al pueblo sin luz durante los ocho meses que la electricidad tard¨® en llegar desde El Port de la Selva. Tambi¨¦n describe Heribert los fen¨®menos meteorol¨®gicos que s¨®lo algunos viejos recuerdan, como aquel verano de 1934 que ofreci¨® dos noches de agosto tan abarrotadas de estrellas fugaces que animaron a una anciana a aventurar una certera profec¨ªa: "Aix¨° ens portar¨¤ una guerra!". Aparecen adem¨¢s en el libro algunos estrafalarios personajes, como En Saura, el sereno y pregonero que improvisaba comentarios y hasta discursos, y que alcanz¨® el c¨¦nit de su creatividad un d¨ªa de Navidad en que se puso a repartir una felicitaci¨®n con su foto y un verso que hab¨ªa escrito el poeta V¨ªctor Rahola para ¨¦l: "Jo s¨®c en Saura el de l"ull viu / que a les nits canto, hivern i estiu (...) En mi confien els mariners, / s¨®c el sereno de Cadaqu¨¦s".
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