Moreras taladas
Se?ora alcaldesa, soy una vecina de Valencia, que vive en el Barrio de Benicalap desde hace 22 a?os. Este entorno, para m¨ª, ten¨ªa una gran calidad de vida medioambiental. Frente a mi casa hab¨ªa peque?as huertas, se divisaban las monta?as, y sobre todo hab¨ªa tres moreras, ¨¢rboles que han ido desapareciendo de la ciudad. Hace alrededor de tres a?os, su servicio de cuidado de ¨¢rboles vino a podarlas. Iban los podadores en esos camiones tan bonitos que indican que hay que preservar el medioambiente. Por lo visto, los ¨¢rboles que deben cuidar ser¨¢n los de otro sitio porque la poda consisti¨® en talar una de las moreras, ya que el tronco estaba carcomido. Se ve que la alta cualificaci¨®n de estos se?ores no les llegaba para saber que esa morera estaba as¨ª desde hace decenas de a?os y que eso no era ¨®bice para que el ¨¢rbol viviera. Ahora, al llegar de mi trabajo me he encontrado con que las dos moreras que quedaban han sido arrancadas y destrozadas por sus obreros, que est¨¢n haciendo una carretera delante de mi vivienda para que usted pueda disfrutar de su Palacio de Congresos. Ya que iba usted a destrozar el paisaje, por lo menos hubiera podido tomar ejemplo del Guggenheim y encargar algo relacionado con nuestro entorno, en lugar del horrible edificio que est¨¢ usted construyendo. Se?ora alcaldesa, ?hubiera costado tantos millones coger esos dos ¨¢rboles y trasplantarlos a otro lugar? ?A cuantos actos oficiales o comidas habr¨ªa tenido que renunciar por el coste de este traslado? Desde que he podido ejercer mi derecho al voto, he votado indistintamente al partido cuyo programa me merec¨ªa m¨¢s confianza. Con las experiencias que estoy viviendo ahora constato que para ustedes, los pol¨ªticos, los ciudadanos somos s¨®lo unos seres a tener en cuenta un d¨ªa cada cuatro a?os; nuestras necesidades reales, nuestros sentimientos, para ustedes, no tienen la menor importancia.- . .
Cavanilles
Muy recientemente nuestro instituto alberg¨® una exposici¨®n sobre la vida y obra del bot¨¢nico Cavanilles, queriendo reconocer as¨ª el amor y el trabajo de este hombre por la naturaleza. M¨¢s recientemente todav¨ªa, unas manos desalmadas han prendido fuego a las palmeras de la entrada de nuestro instituto. Me informan de que ya cost¨® mucho conseguir que las regaran. Ahora, de una manera salvaje, se empe?an en impedir que sigan creciendo. Pienso que si el bot¨¢nico Cavanilles levantara la cabeza, se estremecer¨ªa de dolor al contemplar tama?a barbarie y propondr¨ªa trasladar las palmeras a sus oasis de siempre. Por lo menos hasta que las gentes del lugar aprendieran a tratarlas con ternura.- , del I.E. S. Cavanilles. .
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