Medios (de informaci¨®n) y realidad
A veces tengo la impresi¨®n de que los medios de comunicaci¨®n nos impiden ver el bosque de la pol¨ªtica, del que ellos mismos son ¨¢rboles cualificados. Pero no estoy seguro de que sea as¨ª. Cuando leo libros de historia reciente, los peri¨®dicos no son fuente tan fiable para los historiadores; y menos a¨²n la radio; ya veremos lo que pasa en el futuro con la televisi¨®n pret¨¦rita. Es importante lo que pasa, m¨¢s que lo que se dice, salvo como instrumento para la acci¨®n. Aza?a era un buen parlamentario, pero sus discursos yacen, en buena medida, en el mausoleo llamado Diario de Sesiones del Congreso; lo importante es lo que hizo, en la Constituci¨®n, el Ej¨¦rcito, o el Estatuto de Catalu?a, pongo por caso; y eso es, en las historias que se escriben, lo que cuenta.Si observamos lo que dicen los medios, veremos que ¨¦stos hablan mucho m¨¢s de lo que se dice que de lo que se hace. Pero si ocurre hasta con el f¨²tbol. A veces, tambi¨¦n de lo que sucede, pero no tanto y no tan seguro. S¨®lo muy recientemente nos hemos enterado (si es que nos hemos enterado) de la m¨¢s acabada realidad de la batalla de Stalingrado, y a¨²n no sabemos muy bien lo que sucedi¨® entre Gorbachov y Yeltsin. Para esas y otras realidades mucho m¨¢s cercanas, los medios de comunicaci¨®n son, en general, insuficientes cuando no deformantes.
Los pol¨ªticos no son relatores o cronistas, no dicen algo para explicar lo que pasa, sino para inclinar a la gente en una u otra direcci¨®n, que les sirva para conquistar el poder o conservarlo. En todo discurso pol¨ªtico hay, al menos, una honesta manipulaci¨®n. Cuando las referencias, comentarios y sugerencias se centran en lo que se dice, se est¨¢ oscureciendo la puesta en luz de lo que pasa.
La pol¨ªtica tiene como componente inseparable dirigir la opini¨®n, mientras hace o deshace; creo que siempre ha sido as¨ª, pero ahora, desde luego, y tratando de guiar a la opini¨®n por la impresi¨®n o la imagen, m¨¢s que por el razonamiento, que se suele utilizar no en vez de la imagen, sino al servicio de la misma; es decir, los medios son, en gran medida, instrumentos de la imagen de pol¨ªticos, son manipuladores manipulados; no nos iluminan tanto sobre los hechos, aunque s¨ª son buen reflejo de la controversia de las im¨¢genes. El segundo orden de atenci¨®n de los medios suele ser, no ya s¨®lo las palabras, sino sus autores; el juicio sobre personas, expl¨ªcito y, sobre todo, impl¨ªcito, trae encandilada a la profesi¨®n, siguiendo, en ello, la pauta de los pol¨ªticos, que no suelen hablar tanto de realidades como de errores o aciertos de alguien; el argumento "ad hominem" es por ello profusamente utilizado; es un juego que apasiona, campo de ejercicio de la irresponsabilidad de juzgar, y a¨²n de opinar.
Pero, al fin, interesa lo que pasa; porque eso es lo que verdaderamente contribuye a configurar nuestra existencia. Un buen principio ser¨ªa dedicar al menos tanta atenci¨®n a lo que hacen los pol¨ªticos como a lo que dicen; los hechos importan m¨¢s que los discursos, salvo en lo que estos tienen de inductores de hechos. Supongo que ¨¦ste es el problema central de la profesi¨®n de informar. Comprendo que para un contempor¨¢neo es muy dif¨ªcil enterarse de lo que pasa; la oscuridad se cubre de palabras brillantes y de juicios que priman el liderazgo m¨¢s que la razonada opini¨®n. Pero me gustar¨ªa ver m¨¢s atenci¨®n a los hechos; m¨¢s serio intento de dar la escueta verdad que la brillante o zafia opini¨®n, m¨¢s dedicaci¨®n a la realidad que a la apariencia, menos cultivo de la imagen y m¨¢s de la raz¨®n como determinantes de nuestra conducta. Probablemente es ¨¦ste un sue?o ut¨®pico; pues so?emos.
Y, ?a prop¨®sito de qu¨¦ viene todo esto? Pues elijan al azar: los GAL, los terroristas vascos, la realidad social y econ¨®mica de los parados, los inmigrantes clandestinos. S¨®lo en el futuro se podr¨¢ saber, m¨¢s o menos, cu¨¢l era, en cada caso, la verdad del cuento. Por ejemplo, el caso Marey. Es posible que en el futuro se acabe sabiendo m¨¢s de lo que ahora sabemos, aunque todos, o muchos, nos hemos hecho una idea; ser¨¢ necesario que la pasi¨®n por el conocimiento sea m¨¢s fuerte que la de atacar, justificar, defender, defenderse, vencer, no perder; incluso que la pasi¨®n por hacer justicia de acuerdo con la ley, que es la misi¨®n de los magistrados que integran el Tribunal; hay que pensar que llegar¨¢n a la verdad que est¨¢ a su alcance y con sus medios; pero tampoco ¨¦sta ser¨¢ toda la verdad.
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