Cada vez cuesta m¨¢s
Peligrosa invasi¨®n. Es aplicable al Mundial en s¨ª. Cuesta demostrar la superioridad porque ya no la da s¨®lo la calidad de los futbolistas. Ahora, en el pleito participan otros aspectos -el funcionamiento, el desarrollo t¨¢ctico, el estado an¨ªmico, la preparaci¨®n f¨ªsica, la forma de ocupar el campo... - que permiten acortar distancias. Si s¨®lo puntuara la calidad individual, a los mejores les resultar¨ªa m¨¢s f¨¢cil demostrar que lo son. Pero el f¨²tbol se ha visto invadido por t¨®picos cuyo crecimiento puede progresar con int¨¦rpretes mediocres.Ilusi¨®n ¨®ptica. La cercan¨ªa en el resultado le permiti¨® a Jap¨®n al cierre del partido dejar imagen de que la diferencia era menor de la que hab¨ªa evidenciado el juego. La distancia en el juego fue mayor que en el resultado. Pero esos intentos heroicos de Jap¨®n hay que valorarlos ¨²nicamente en lo an¨ªmico, no en lo futbol¨ªstico.
Correcci¨®n afortunada. Argentina empez¨® mal. Mejor¨® a ra¨ªz de que Ortega abandonara la parte derecha del ataque y se desplazara hacia el centro para participar m¨¢s en el juego y asociarse con Ver¨®n. Por eso, la ¨²ltima media hora del primer tiempo argentina fue buena. Y en la medida que Almeyda fue equilibrando su juego, el equipo encontr¨® tambi¨¦n un funcionamiento defensivo aceptable.
Errores de ataque. Argentina no tuvo desborde por los costados, ni: con Zanetti, ni con Simeone, ni con L¨®pez. Y careci¨® de agudeza en los pases interiores y de desequilibrio individual. Ortega, en la acci¨®n personal, y Ver¨®n, en su capacidad para el pase, no le dieron profundidad a una circulaci¨®n organizada. Argentina s¨®lo pudo apoyarse arriba en el oficio de Batistuta, que rentabiliz¨® al m¨¢ximo todos los contactos que tuvo con la pelota.
El techo de Jap¨®n. Resolvi¨® todo lo que depende de los metros recorridos (capacidad de sacrificio) y de la distribuci¨®n de los espacios del campo (orden t¨¢ctico). La ausencia de destreza en los gestos t¨¦cnicos y la falta de imaginaci¨®n le pusieron l¨ªmite a sus pretensiones.
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